Decenas de alumnos, padres y docentes de la Escuela Experimental del Mar, el centro educativo de pedagogía alternativa en la Ciudad de Mar del Plata, continúan con el pedido a la Municipalidad de esa ciudad balnearia para que cambie su decisión y ayude a la comunidad educativa a cumplir su sueño: un edificio propio para dar clases. El colegio, que funciona desde 2015 con el aval del Instituto Speroni, aún no adquirió el carácter de gestión pública y son los propios padres quienes se las rebuscan para conseguir financiamiento, a través de ferias, recitales y la venta de alimentos y muñecos.
“Todos debemos involucramos para mejorar el día a día de los chicos, es una de las condiciones esenciales para inscribir a nuestros hijos”, relató a PaginaI12 Laura Gambale, madre de una alumna de tres años.
En la Escuela Experimental del Mar no hay aulas, bancos ni boletines. Pero esas son las únicas ausencias que se pueden explicar: “Nuestra propuesta, al igual que varias escuelas alternativas, está atravesada por lo artístico. Acá se trabaja distinto, no hay aulas sino que tenemos grandes salones donde nos juntamos en rondas. Buscamos el trabajo con armonía, siempre teniendo en cuenta los que están alrededor nuestro. Y esto representa una vanguardia en términos educativos”, contó Emiliano Zubiri, uno de los seis docentes del centro educativo ubicado en las proximidades del Bosque Peralta Ramos.
Lo que no pueden comprender, tanto padres como docentes de la Escuela Experimiental del Mar, es la falta de respuesta por parte del Estado. A partir de 2013, cuando diez familias marplatenses decidieron organizarse para investigar sobre pedagogías alternativas –a partir de observar el documental La Educación Prohibida– y empezaron a realizar talleres de arte, hasta este último ciclo lectivo, donde sesenta chicos entre los tres y once años concurrieron a este centro de educación alternativa, nunca recibieron el apoyo municipal para constituirse como la primera escuela experimental de gestión estatal en Mar del Plata y la doceava a nivel nacional.
“Nosotros hacemos todo a pulmón, de forma cooperativa. Cada familia que inscribe a su hijo en la escuela debe trabajar en las condiciones de producción para buscar funcionamiento y así pagar los sueldos, la luz, el gas, entre otros gastos que tenemos”, explicó Gambale y agregó que “conseguir la gestión pública nos ayudaría a obtener nuevos recursos y así poder abrir nuevas vacantes para los chicos, uno de los objetivos que perseguimos como cooperativa”.
Para Alonso, padre de Huaino y Ema, el pasaje de la escuela pública a un centro educativo alternativo significó un cambio notable para sus dos hijos. “La diferencia se distingue desde la entrada: en la Escuela Experimiental los chicos se sacan las zapatillas y forman una ronda donde están los docentes. Todo en un ámbito de calma y silencio. Antes, en cambio, era todo mucho más caótico”, dijo Alonso. Otra de las propuestas que ofrece esta educación alternativa es la eliminación de las instancias de exámenes para los alumnos. Pero aquello no significa, cuentan padres y docentes, un deterioro en el desarrollo de los chicos. “Los contenidos que se dan son iguales a los de cualquier currícula, pero lo que varía es la forma de darlos: nosotros nos enfocamos en el trabajo en equipo, la creatividad y la inclusión”, indicó Zubiri. “En el caso de mis dos hijos, los aprendizajes quizás fueron un poquito más lento, pero mucho más afianzados. Uma tardó un poco más en escribir, pero ahora le sale con mucha más naturalidad. Y esa es la gran ventaja de esta escuela, fomentar la capacidad de lo que sienten los chicos”, reflexionó Alfonso.
Luego de pasar tres años en el Bosque Peralta Ramos, la comunidad de la Escuela Experimental del Mar –matrícula escolar N° 40.918– consiguió, en este último semestre, una locación en Ecocomuna, un barrio permacultural ubicado al sur de la ciudad. Lo que falta ahora es, nada más ni nada menos, el dinero para construir, con materiales naturales, la escuela propia. Por eso mismo, además del pedido a las autoridades municipales, el próximo 18 de noviembre, los alumnos, padres y docentes de este centro educativo alternativo convocan a un festival en la playa Verdemundo para juntar fondos para la edificación. Juegos, baile, arte, comida y solidaridad no faltarán.
Informe: Jeremías Batagelj