Este comentario debe leerse en tono argentino e imaginar, mientras tanto, que en el fondo tocan mariachis. Suenan trompetas para Sieteleguas, El rey, La cucaracha o Adelita. Y alguien dice, mezcal en mano: “Es increíble. Cambia la presidencia en uno de los dos países más poderosos de América latina, segunda economía después de Brasil y el Gobierno argentino no manda a nadie”. Otro agrega: “Son un papelón”.

Los dos comentarios fueron hechos en México y recogidos aquí a distancia.

Mientras Javier Milei descubre la importancia de China en el comercio internacional y empieza a caer en la cuenta, lentamente, de que los países se guían por intereses y los presidentes tienen urgencias, el gobernador Axel Kicillof trata de sortear el cerrojo que el Gobierno nacional impuso sobre el resto de América latina. Mañana asistirá a la asunción de Claudia Sheinbaum, la nueva presidenta de México. Según informó Kicillof, la invitación partió de ella.

Sheinbaum fue electa por el 60 por ciento de los votos. Su padrino político, Andrés Manuel López Obrador, se retira después de seis años de gobierno con el 80 por ciento de popularidad. Un récord seguido de otro.

Kicillof ya estuvo reunido con Lula, con su ministro de Economía Fernando Hadad y con el presidente del Banco Nacional de Desarrollo, el influyente Bndes, Aloizio Mercadante, que antes fue ministro y jefe de Gabinete de Lula y de Dilma Rousseff.

Al mismo tiempo Sabino Vaca Narvaja, exembajador en Beijing, hace de puente con Rousseff en su condición ya no de expresidenta sino de titular del Nuevo Banco de Desarrollo, el banco que está en el ámbito de los BRICS, y con el propio gobierno chino.

China y Brasil son los dos principales socios de la Argentina. También lo son de la provincia de Buenos Aires.

México no ocupa un lugar relevante desde el punto de vista comercial. Pero, igual que Brasil, es un país con tradición de mirada global sobre el mundo, cosa que siempre lo convierte en un buen punto de observación y análisis, no sólo de sus vecinos norteamericanos sino de todo el planeta. Sus posiciones diplomáticas se mueven dentro de la no intervención y la solución pacífica de las controversias. El opuesto exacto de la posición de Milei, que ya involucró a la Argentina de lleno en la guerra entre Rusia y Ucrania y en el Medio Oriente.

Kicillof le prestó siempre mucha atención a López Obrador y a su forma de construir liderazgo, con un fuerte componente de comunicación directa con el pueblo y los votantes. En el caso de AMLO, la clave fueron sus mañaneras, las conferencias de prensa diarias con las que, sin molestar a nadie que quisiera ver un partido de fútbol o una telenovela o un noticiero, fijaba agenda desde tempranito. Imposible evadirla después, incluso para sus detractores, que cuando lo criticaban quedaban entrampados: antes de criticar debían reproducir lo que López Obrador había dicho.

La lógica internacional de Kicillof, a quien acompaña en la tarea Carlos Bianco, exvicecanciller económico con Héctor Timerman, sobre el final del segundo gobierno de CFK, es que los Estados subnacionales, como la provincia de Buenos Aires, pueden desplegar estrategias propias de conexión con el mundo. Lo hacen las provincias chinas, por ejemplo, aunque en ese caso la pequeña diferencia es que su actividad está coordinada con las máximas autoridades del Estado y del partido gobernante.

En el ejemplo argentino ocurre lo contrario de China, naturalmente, porque Milei blindó al país respecto de sus vínculos con las construcciones regionales:

*Al mismo tiempo que asume Sheinbaum, nueva presidenta de un país con el que la Argentina tiene vigente desde 2007 un Acuerdo de Asociación Estratégica, Milei recibe al salvadoreño Nayib Bukele. 

*Igual que Jair Bolsonaro antes, el ideal de la canciller Diana Mondino es un Mercosur que funcione como plataforma para negociar acuerdos de libre comercio con terceros países o regiones.

*En los numerosos discursos de Milei desde que asumió, la palabra “Mercosur” estuvo ausente.

*Las relaciones con Brasil están políticamente congeladas. Sólo funcionan por la paciencia estratégica de los brasileños. Así se dice cuando un país de mayor magnitud finge demencia y mantiene el mayor nivel posible de relacionamiento aun cuando sabe que el país menor lo provoca como un cachorro inconsciente a un perrazo.

*Milei no visitó ni Brasil ni Uruguay, país éste último que se sumará a su lista negra de zurdos empobrecedores si este año el Frente Amplio gana las elecciones presidenciales.

*Unasur sufrió el mismo tratamiento que el Conicet. ¡Afuera!

*La Celac, la Comunidad de Estados de América latina y el Caribe, pasa por un trance similar.

*La Argentina de Milei no desarrolló nexos con los distintos mecanismos de integración regional de otras latitudes, como los que agrupan a las naciones caribeñas.

*Ni siquiera una causa nacional, y popular, como la Cuestión Malvinas hizo que el Presidente adoptara una postura realista. La Argentina había conseguido que Malvinas fuese un tema regional. De a poco el entusiasmo se va perdiendo. Como en psicoanálisis, es difícil ayudar a quien no se deja ayudar.

*Con Milei, Luis Toto Caputo, Federico Sturzenegger y Mondino, la Argentina dejó de lado todo planteo multilateral en torno de la deuda externa. Ni hablar de la Asamblea General de la ONU, donde en 2015 fue aprobado un mecanismo de reestructuración de deuda soberana que tenía como principio la consideración del costo social. Las resoluciones de la Asamblea General vendría a ser, según quedó en claro durante el discurso que dio allí Milei el martes 24 de septiembre, un intento de gobierno supranacional. Otra forma de socialismo.

La diplomacia subnacional no es lo mismo que la nacional, pero Kicillof trata de poner en valor, según explicaron sus allegados a este diario, el hecho de que la Provincia explica el 38 por ciento de la población, un número equivalente del Producto Interno Bruto y el 50 por ciento del PBI argentino. 

Y algo más, que siempre despierta la curiosidad de las embajadas: decida lo que decida finalmente para 2027, hoy todos los informes que parten de Buenos Aires lo colocan dentro de los presidenciables del peronismo y, por lo tanto, lo convierten en una figura expectable para tejer relaciones. Nada irrita más a las cancillerías serias que el ascenso de un político del que nadie hizo antes un profile cuidadoso y con quien ningún diplomático pudo conversar a tiempo y dejar lazos de confianza ya desplegados.