La sustracción de rieles de las vías abandonadas por décadas en el norte provincial derivó el sábado último en un altercado entre integrantes de la Comunidad indígena Misión Carboncito, ubicada en la jurisdicción del municipio de Embarcación, y miembros de la Gendarmería Nacional Argentina.

Tras ello el grupo de Misión Carboncito pidió la intervención de miembros de la vecina Comunidad Misión Salim, que desde mayo cuentan con la autorización de la Administración Nacional de Bienes del Estado (AABE) para utilizar los vagones y rieles en desuso, con el fin de desarrollar “políticas públicas que proyectan la inclusión social, para el uso racional y máximo aprovechamiento, a fin de absorber las necesidades presentes y futuras”. 

En efecto, una nota firmada por Eduardo Albanese, en su calidad de titular de la AABE, autoriza la utilización de estos elementos, que el organismo entrega en calidad de donación. El funcionario sostiene que estos rieles serán utilizados para la “construcción de un polideportivo para la utilización de eventos varios, albergar jóvenes en plano de un desarrollo local y nacional a mediano y largo plazo", también autoriza "la refacción de los vagones para la utilización de salón de estudios, posta sanitaria, consultorios”, entre otros. La nota indica además que “el traslado de la donación va por cuenta de la institución”.

La presidenta de la Comunidad Misión Salim, Adelina Montes, y el cacique, Leonardo Simplicio, mantuvieron el sábado último una conversación alterada con gendarmes, en cuyo transcurso tuvieron que mostrar la autorización conseguida hace unos meses.

En videos difundidos por la Comunidad se ve el momento en que los gendarmes explican que tienen la responsabilidad de la custodia de los bienes del Estado y por ello actuaron con el grupo de Carboncito. "Si ustedes están autorizados, entonces los dejamos", les dijeron, pero los rieles fueron finalmente secuestrados.

“Pasa que con la necesidad que hay la gente está sacando los rieles para venderlos”, explicó Simplicio. De hecho, en la Justicia Federal se vienen sucediendo los secuestros de rieles y las imputaciones formales a personas sorprendidas en esta actividad. Ayer mismo se supo de la imputación formal de un camionero por el intento de robo de 62 tramos de rieles de tres metros cada uno. 

Simplicio dijo que en el caso del incidente ocurrido el sábado último, el problema fue que en medio de la discusión con los gendarmes, un chico de entre 17 y 18 años terminó golpeado.

El hecho es que si bien Misión Salim cuenta con autorización, no tiene los medios suficientes para llevar los insumos a la Comunidad, donde construyen el espacio comprometido en el convenio con la AABE.

El sábado, en tanto, los integrantes de la Gendarmería secuestraron diez rieles de ocho metros y los dejaron en la casa de un finquero de la zona “que estaba con la Gendarmería”, contó Simplicio.

La pérdida del tren y de los rieles

La desaparición de los trenes del norte salteño dejó pueblos que quedaron en el olvido, como sucede con Hickmann, ubicado sobre la ruta nacional 51 en el límite de los departamentos San Martín y Rivadavia. Allí la estación de rieles estaba ya hace más de una década desmantelada y de lo que habían sido vagones, solo quedaban vigas.

Hoy de Morillo (por el pueblo de Coronel Juan Solá) a Hickmann no hay rieles”, contó Simplicio a Salta/12. El cacique reconoció que es incorrecta la extración de esos bienes sin autorización, como pasó con sus pares de Misión Carboncito.

Sin embargo, afirmó que durante años se “hizo la vista gorda”, cuando otras personas desmantelaron el sistema ferroviario y no debieron afrontar ningún cuestionamiento. “Los rieles iban y venían, los veíamos y la Gendarmería nunca dijo nada”, afirmó. En contraposición, “cuando iban los hermanitos de Carboncito, el gendarme vino directamente a atropellarlos y golpearlos”, recriminó. 

"Ya cuando queramos sacarlos (a los rieles), no va a haber ninguno”, dijo Montes por su parte, al indicar que hasta ahora, cuando ya casi nada queda, son pocos los insumos que quedan de lo que alguna vez fue parte de un sistema ferroviario, para reciclarlos para la Comunidad.