Desde Ciudad de México

Claudia Sheinbaum Pardo, una académica y científica que se desempeñó hasta este año como Jefa de Gobierno de la populosa Ciudad de México, asumió este martes primero de octubre la más alta responsabilidad al frente del Estado y se convirtió en la presidenta de México.

“Es tiempo de transformación, es tiempo de mujeres”, es la clave que eligió la flamante presidenta para sintetizar la continuidad del proceso de cambio iniciado hace seis años por el ahora exmandatario Andrés Manuel López Obrador, así como la gran novedad del presente sexenio: por primera vez una mujer conducirá los destinos de la nación mexicana, en este caso en el período 2024-2030.

La investidura se dio durante una ceremonia realizada en horas de la mañana en el Palacio de San Lázaro, sede del poder legislativo, frente al pleno de los representantes parlamentarios y más de 1.000 invitadas e invitados del exterior, entre los que se contaron representantes de 22 organismos internacionales y 15 jefes de Estado, la mayoría de América Latina y el Caribe, y en particular del arco progresista y de izquierda.

Sin embargo hubo algunas ausencias anticipadas: la de Vladimir Putin, que delegó a una representación de la Federación Rusa en su lugar; la del presidente de los Estados Unidos, cuyo gobierno envío a una comitiva encabezada por la primera dama Jill Biden, y la del Estado español, que desairado por la no invitación del gobierno mexicano al rey Felipe VI decidió no viajar a México. Su lugar fue ocupado por una comitiva de diputados de la izquierda española que significativamente fue saludada por Sheinbaum.

En un gesto de alto valor simbólico, la banda presidencial tricolor le fue colocada de manos de Ifigenia Martínez, una histórica lideresa de la izquierda mexicana de 94 años, fundadora del PRD, primera egresada mexicana de una maestría de economía en Harvard y actual presidenta del Congreso de la Unión.

En su primera alocución oficial, Sheinbaum prometió una continuidad rigurosa respecto del gobierno de su predecesor, para quien tuvo palabras elogiosas y a quien definió como “el mejor presidente de la historia de México”. Cabe destacar que López Obrador, fundador y líder histórico de Morean, el principal socio de la coalición oficialista, abandona el palacio de gobierno con altísimos índices de aprobación social.

Datos duros

Sheinbaum también ofreció un balance sucinto del sexenio anterior en base a algunos “datos duros” de la economía, entre los que mencionó a los 9.5 millones de personas que según el Banco Mundial salieron de la pobreza en el período, la reducción de las desigualdades, los bajos niveles de desempleo, la expansión de los programas sociales, el aumento del salario mínimo y la baja inflación. Así, cuestionó duramente al paradigma neoliberal y prometió la continuidad del modelo del denominado “humanismo mexicano”.

Finalizada la ceremonia al grito de “presidenta, presidenta” que entonaban los presentes, la mandataria se desplazó hacia la sede del Palacio Nacional, donde vivirá y desde el que gobernará, donde recibió a los jefes de Estado presentes y tomó juramento a su gabinete.

Baño de masas y plan de gobierno

En la tarde fue tiempo del baño de masas. El tradicional Zócalo de la ciudad capital y las calles aledañas se vieron atestadas de ciudadanos de a pie que acudieron a festejar el inicio del segundo gobierno de la denominada "Cuarta Transformación". También se dieron cita organizaciones campesinas, indígenas, sindicales y agrupaciones políticas de todo tipo que no se amedrentaron por una jornada fría y gris.

Allí, a metros de donde supo emplazarse el centro geográfico y simbólico de la civilización mexica, tuvo lugar una ceremonia organizada por mujeres de los pueblos originarios, oficiada según sus usos y costumbres. Tras la limpieza ritual de la quema de copal y los buenos augurios de las representantes indígenas, Sheinbaum se dirigió a la multitud presente, uniformada del color morado que distingue al partido de gobierno. En su extenso discurso, que se extendió hasta las 18 horas locales, detalló nada menos que 100 puntos fundamentales de su plan de gobierno.

“El día de hoy inicia el segundo piso de la cuarta transformación de la vida publica de México”, aseguró la mandataria, antes de reiterar los núcleos fundamentales de lo adelantado en la ceremonia de investidura. Entre sus principales compromisos hubo algunas declaraciones generales de principios, pero también se anunciaron reformas y medidas muy concretas para el porvenir.

Entre ellas la ratificación de la recientemente aprobada reforma judicial, que implicará el año entrante la elección popular de jueces, magistrados y ministros, y que permitirá democratizar a un poder que supo obturar algunas de las reformas más progresivas tramitadas por el oficialismo. También prometió reformar el sistema electoral, estableciendo mecanismos de democracia participativa, la revocación de mandatos y las consultas populares. Incluso prometió someterse en 2027 a un referéndum revocatorio, así como prohibir la reelección de todos los cargos públicos a partir de 2030.

En materia económica proyectó la permanencia de las “políticas de bienestar”, como se conoce a varios programas sociales de transferencias directas de ingresos, así como la creación de otros nuevos. Además, indicó que continuará el aumento del salario mínimo y que se buscará reducir la jornada laboral a 40 horas. También prometió la búsqueda de un equilibro entre deuda y producto bruto, así como diversos apoyos a la economía popular. Por último, y en lo que fue una marca de identidad del sexenio obradorista, anunció nuevos mega proyectos de infraestructura.

En lo que refiere a seguridad y violencia aseguró que “se garantizará la disminución de los delitos de alto impacto” como los homicidios dolosos, que ya se redujeron a nivel local durante su gestión en la ciudad capital. Para eso continuará fortaleciendo la principal apuesta securitaria del oficialismo: la Guardia Nacional, denunciada por opositores y sectores de la sociedad civil como un instrumento para la militarización de territorios. También prometió continuar con la búsqueda de los 43 normalistas de Ayotzinapa, desaparecidos durante el gobierno de Enrique Peña Nieto, un resonante crimen de Estado que aún no fue esclarecido.

Sistema nacional de ciudados

Para las mujeres del país propuso la construcción de un sistema nacional de cuidados y una serie de medidas para combatir los femicidios, como su tipificación legal y la construcción de fiscalías especializadas. También prometió incentivar las políticas de salud sexual y reproductiva en todo el territorio nacional.

Sobre la política exterior, subrayó la tradicional postura de no intervención practicada por la Cancillería mexicana, defendió el tratado de libre comercio entre México, Estados Unidos y Canadá (“no competimos, nos complementamos”, aseguró), pero puntualizó que a la vez fortalecería las relaciones con América Latina y el Caribe, dado que “nos une una historia y nos une un compromiso”.