Marcela Roggeri es un torrente de energía. La pianista argentina, radicada desde hace años en Francia, viene de México, de tocar el Concierto nº 1 de Dimitri Shostakovich, con la Orquesta Sinfónica de Querétaro dirigida por el ucraniano Mark Kadin. Hace una semana, recién llegada a Buenos Aires, interpretó el Concierto nº1 en Re menor BWV 1052 de Johann Sebastian Bach, con la Nueva Sinfonietta que dirige Carlos Calleja. El fin de semana pasado dio un recital en Punta del Este a dúo con el clarinetista Mariano Rey, con músicas de la Belle Epoque. En tanto, se prepara para estrenar, este jueves a las 19.30 en el auditorio de la Alianza Francesa (Córdoba 946), L'Aéropostale, un espectáculo de música y palabras que cuenta la epopeya de la línea aérea postal que a fines de la década de 1920 tuvo entre sus protagonistas a Antoine de Saint-Exupéry. En la obra, de entrada gratuita, participa también el actor Michel Noher. 

“Es un proyecto que vengo preparando desde hace tiempo, como parte de las actividades de la Fundación San Exupery de Francia y su brazo en Argentina, una agrupación que se llama Vuelo nocturno”, cuenta Roggeri a Página/12. Con textos de Saint-Exupéry y Joseph Kessel, y músicas de Bach, Frederic Chopin, Erik Satie, Claude Debussy, Sergei Prokofiev, Carlos Guastavino y Astor Piazzolla, la obra revisita la estrecha relación que el autor de El principito tuvo con la Argentina. Pionero en vuelos postales intercontinentales, junto a Jean Mermoz y Henri Guillaumet, el escritor y aviador francés llegó en 1929 a Buenos Aires para dirigir la filial local de L’Aéropostale, la compañía aérea francesa con base en Toulouse. De ahí a Casablanca, a Dakar, los vuelos desafiaban la distancia y el peligro, que podían llamarse desierto del Sahara, Atlántico Sur o Cordillera de los Andes.

La del jueves en Buenos Aires será la primera de las dos funciones que, con el auspicio de la Embajada de Francia y la Fondation Antoine de Saint-Exupéry, tendrán lugar en las ciudades que fueron escala de L’Aéropostale en la Argentina. La segunda será en Mar del Plata, en el Centro Cultural Villa Victoria, el domingo a las 17.30.

“Mi relación con Saint-Exupéry empieza como la de millones de personas, leyendo El principito. Mucho más tarde conocí en Francia al presidente de la Fundación San Exupery que se ocupa de difundir su obra, no solamente como escritor, sino también su faceta humanista y como piloto. Más tarde profundicé otras páginas de Saint-Exupéry, como Correo del sur y Vuelo nocturno. Quedé tan fascinada con el personaje que desde entonces no dejé de imaginar las músicas con las que se podría contar su gesta”, cuenta la pianista. “Es un verdadero honor poder presentar este espectáculo en coincidencia con la gran cantidad de eventos que por los ochenta años de la muerte de Saint-Exupéry se están realizando en el mundo. Y también me gusta presentarlo en la Alianza Francesa de Buenos Aires, que fue el lugar en el que conoció a Consuelo, que sería su esposa y su gran amor”, destaca.

Roggeri tiene una larga experiencia en espectáculos que combinan música y palabras. Satie y los otros, con Jean Pierre Noher –padre de Michel–; Vivir en el fuego, con Elena Tasisto y música de Sofía Gubaidulina y textos de Marina Svietaieva; A Chopin: Alexis o el tratado del inútil combate, sobre la obra de Marguerite Yourcenar, con Martín Urbaneja, son algunos de los que abordó en los últimos años. “En el caso de esta obra el enlace entre los textos y la música es más directo. Ya el viaje que representa L'Aéropostale, sugiere músicas. Pasa por Alicante, por Nueva York, llega a la Argentina y naturalmente pienso en músicas que directamente den ese color”, cuenta Roggeri.

“Pero también hay una parte más abstracta, que necesita ideas musicales que dialoguen, por un lado con un texto muy articulado, y por el otro con la manera de decirlo del actor. Con Michel venimos probando distintas alternativas en un ida y vuelta que ha ido tomando un espesor dramático muy interesante. El espíritu del espectáculo tiene que ver con un sueño imposible que es necesario realizar. Entonces, ¿qué música podría conjugarse con la idea de ese sueño imposible?", repasa la pianista. "También está la idea de unir almas, no solamente a través de las cartas. El texto habla del riesgo de cumplir una misión que va mucho más allá de cruzar el Atlántico o de lograr un récord de velocidad. Se trata de propiciar encuentros, de acortar distancias, de romper silencios. Los temas y climas que surgen del texto son innumerables, y los que surgen de las músicas, también”.