En los últimos diez años, Argentina fue uno de los principales receptores de financiación e inversión china en energías renovables en América Latina. En medio de cuatro cambios de gobierno e incluso antes de que el país se uniera a la Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI, por sus siglas en inglés) en 2022, las empresas chinas han respaldado numerosos proyectos de energía solar y eólica.

A pesar de estas inversiones, Argentina aún se enfrenta a importantes retos para financiar su transición energética en medio de las dificultades económicas, y sigue centrándose en proyectos de combustibles fósiles, un área en la que las empresas chinas también han invertido fuertemente. En tanto, en materia comercial, China es el segundo socio de Argentina.

Para Juliana González Jáuregui, investigadora de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) y del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) de Argentina, China ha desempeñado hasta ahora un papel “decisivo” en la transición energética del país. Sin embargo, sostiene que esto ha ocurrido sin que Argentina buscara una transferencia de tecnología y asegurara un mayor valor agregado a las industrias nacionales.

González Jáuregui también analiza la relación de China con los gobiernos provinciales y el papel de las empresas chinas en las fusiones y adquisiciones con otras compañías. La especialista sostiene que la inversión de EE.UU. y la UE en América Latina va a la zaga de la de China.

--¿En qué medida ha contribuido la financiación china a la transición hacia las energías renovables en Argentina?

--La participación de China y sus empresas estatales y privadas ha sido decisiva para la transición energética de Argentina, tanto directa como indirectamente. En primer lugar, participando en las licitaciones del programa RenovAr en 2016, ganando muchas de ellas. En segundo lugar, ejecutando los proyectos, especialmente a través de PowerChina y Goldwind, que quieren seguir expandiéndose en el país. Hay un claro impulso de China para colaborar en la transición energética del país.

--¿Qué papel ha desempeñado la industria argentina en el despliegue de la primera oleada de proyectos solares y eólicos en el país?

--Argentina está muy atrasada en la industria solar, pero ha logrado avances más significativos en energía eólica. No hay comparación en cuanto a sus costos, y con el explosivo avance de la industria china, no hay forma de competir en cuanto a precios y tecnología. Uno de los cuestionamientos tiene que ver con la transferencia de tecnología, y cómo Argentina podría haber impulsado ese apoyo a la industria local para incorporarla a determinados proyectos. No hay una visión a largo plazo en el programa energético argentino, y es en este contexto en el que llegan las empresas chinas. Pero el hecho de que Argentina no tenga capacidad para sentarse a negociar y pensar en transferencia de tecnología no tiene nada que ver con China, tiene que ver con nosotros.

--¿Cómo ha trabajado China con los gobiernos provinciales de Argentina en el contexto de la transición energética del país?

--La provincia de Jujuy es el caso emblemático y más antiguo, y el que dio origen a la cooperación con las demás provincias. Hubo un entendimiento muy claro por parte del gobierno jujeño de que tenía que ser parte de las misiones a China. Fue una de las primeras provincias en lograr un hermanamiento con una provincia china (Guizhou, en 2018). Luego vino la financiación, con el parque solar de Cauchari como proyecto más representativo, y ahora un tren solar recientemente inaugurado. Un proceso similar se inició con las provincias de Salta, Catamarca y Tierra del Fuego.

--Empresas de la UE y EE.UU. han realizado inversiones en Argentina vinculadas a la transición energética, sobre todo en la extracción de litio. ¿Han sido estos inversores igualmente activos en su compromiso con los gobiernos provinciales?

--Europa y Estados Unidos aún no han comprendido lo importante que es moverse a nivel subnacional en Argentina, algo que China logró rápida y significativamente. En Argentina, las provincias son propietarias de los recursos naturales, por lo que el elemento subnacional es necesario.

--¿La adhesión de Argentina a la Iniciativa de la Franja y la Ruta en 2022 ha influido hasta ahora en las inversiones chinas en energías renovables?

--No vi ningún cambio después de la firma. La Franja y la Ruta es una etiqueta: es algo que a China le interesa para modificar el orden internacional en el marco de su propia forma de entender el multilateralismo. En Argentina, de hecho, la mayoría de las inversiones llegaron antes de la firma. Pero tenemos una dinámica política diferente a la de otros países de la región. Chile, por ejemplo, ha mantenido una posición de Estado coherente en sus relaciones con China, y nosotros no.

--Esta dinámica también se produce en medio de un cambio en la Iniciativa de la Franja y la Ruta, que se aleja de los acuerdos de infraestructuras respaldados por préstamos estatales y se acerca a proyectos supuestamente “pequeños pero hermosos”. ¿Qué puede significar esto para Argentina y otros países que esperan recibir inversiones?

--Tiene que ver con una recalibración tras la crisis de Covid-19 y las crecientes preocupaciones a las que se ha enfrentado China por la magnitud de la deuda que ha emitido. En América Latina, los casos más emblemáticos son Venezuela y Ecuador, que están entrando en un proceso de estudiar cómo van a devolver los préstamos emitidos por los bancos de política china. China está empezando a replantearse qué va a financiar a nivel internacional, en el contexto de las tensiones con Estados Unidos. La atención se centra ahora en la financiación de proyectos relacionados con la innovación y la tecnología, con el objetivo de China de convertirse en líder tecnológico para cuando se celebre el centenario de la República Popular en 2049.

--Además de financiar proyectos de energías renovables, China también ha seguido siendo un socio activo en proyectos de combustibles fósiles. ¿Ha observado algún cambio a este respecto?

--China reproduce lo que hacen otros Estados desarrollados, exportar la contaminación fuera de su territorio con combustibles fósiles. Por un lado, es el Estado capaz de impulsar la transición energética en el Sur Global. Pero, por otro lado, no ha terminado de reducir su dependencia de los combustibles fósiles y surge la dicotomía. China es uno de los países que más apoya la transición, pero también es uno de los que más invierte y financia en combustibles fósiles.

--¿En qué medida las empresas chinas han participado activamente en fusiones y adquisiciones en Argentina en el sector de la energía verde?

--En el sector eólico y solar, el mayor desarrollo se ha producido en Brasil, y en los últimos años también en Chile. En Argentina, tenemos algunos casos como el de Goldwind, que ha adquirido parques eólicos que eran de Isolux, de España. Esta lógica puede seguir creciendo. Hoy en día, no vamos a ver tanta financiación estatal o grandes proyectos financiados por bancos estatales o comerciales de China, sino más bien financiación implícita donde las empresas consiguen fondos para tener más fuerza para fusiones y adquisiciones.

Pensar la relación 

--En su investigación, ha mencionado la necesidad de crear un plan a medio y largo plazo entre China y Argentina sobre energías renovables. ¿Cómo debería hacerse?

--La idea de un plan tiene que ver con sentar a la mesa a los sectores público y privado de Argentina, incluyendo al sector de ciencia y tecnología, para pensar en la transición energética. No significa salir a competir con China, sino tratar de tener algún impacto en las cadenas de valor, ver qué podríamos aportar desde Argentina. China comenzó su propia transición energética con una ola de inversiones, y demandó transferencia de tecnología. ¿Por qué no puede hacerlo Argentina? Este plan a mediano y largo plazo es pensar en la comunicación entre sectores, que hoy no existe en Argentina. Tenemos mucha fragmentación y hay poco diálogo entre ministerios, organismos, secretarías y los gobiernos nacional y provinciales.

--¿Cómo ve la transición energética de Argentina en los próximos tres años durante el gobierno de Javier Milei, en medio de unas relaciones más tensas con China?

--Yo lo veo complejo. El gobierno actual ha tenido una visión poco informada de la relación con China. Se han cometido errores desde que el nuevo gobierno tomó posesión. Entiendo el deseo de mantener lazos con Estados Unidos, pero en el actual contexto mundial hay que incluir a China en la política exterior. Además, el gobierno ha tomado la decisión retórica de que el cambio climático no es algo que Argentina deba abordar. Así que veo difícil tener una visión a largo plazo de la transición energética.

--Milei ha mostrado interés en impulsar los lazos con la UE y EE.UU. ¿Qué puede significar esto para la transición energética argentina en términos de financiación y proyectos?

--Si pensamos en la lógica del posicionamiento del Norte Global frente al ascenso de China, veo una ventana de oportunidad para Europa, más que para Estados Unidos, en las inversiones en transición energética, pero Europa mira hacia otro lado. Alemania está centrada en su estrategia de política exterior frente a China, incluyendo la innovación y la transición energética, pero Alemania está ausente en renovables en Argentina. En Estados Unidos, el discurso se centra más en hablar mal de China que en hacer algo efectivo en América Latina.

--La UE lanzó el año pasado una oleada de inversiones en América Latina en el marco de su programa Global Gateway, que incluía proyectos sobre transición energética y minerales críticos. ¿Qué papel cree que desempeñará en Argentina?

--Hasta ahora lo veo como una respuesta discursiva a la competencia con China. La realidad es que las empresas chinas están avanzando mucho con las renovables en América Latina, y Europa se está quedando atrás, a menos que decida hacer una inversión pública en este sector. La lógica del Global Gateway es más inversión privada, y no veo que la esté impulsando. El problema es que no tiene el músculo financiero que tiene China, y la UE no ha decidido aportar un nivel de financiación similar.

*Máster en Medioambiente y Desarrollo por la Universidad de Reading