Lobos - 6 puntos
(Wolfs; Estados Unidos/Reino Unido, 2024)
Dirección y guion: Jon Watts.
Duración: 108 minutos.
Intérpretes: George Clooney, Brad Pitt, Austin Abrams, Amy Ryan, Poorna Jagannathan.
Disponible en Apple TV+.
Efectividad es la palabra clave para describir Lobos, el nuevo largometraje del realizador todoterreno Jon Watts, cuyo principal atractivo y bondad fílmica es el choque constante en pantalla de dos enormes masas estelares. Más allá de las particularidades del oficio de los personajes, colegas y en principio rivales sin saber el uno del otro, no hay nada que aleje demasiado al film protagonizado por George Clooney y Brad Pitt de la vieja y querida buddy movie. Esos relatos de criaturas diferentes, y muchas veces opuestas, que terminan rejuntadas por el destino en pos de un objetivo en común, materia prima narrativa que atraviesa la historia del cine de las últimas cinco o seis décadas en géneros tan diversos como el western, la ciencia ficción o el film de acción.
Podría describirse Lobos como un policial, aunque los agentes de la ley aquí brillan por su ausencia. Es que los personajes –sin nombre, como corresponde a su profesión– son fixers, profesionales que llegan con sus conocimientos y mano de obra calificada cuando las papas queman y hay que limpiar la escena de algún crimen, con o sin cadáver incluido.
Los primeros cuarenta minutos de la película de Watts son los mejores. Todo comienza con ruido a vidrios quebrados y los llantos y lamentos de una mujer a quien todavía el espectador no logra ver. Luego, las imágenes. Resulta que una encumbrada política interpretada por Amy Ryan se metió en un lujoso cuarto de hotel con un muchacho varias décadas menor que ella (en breve todos comenzarán a llamarlo, por default, prostituto), y el joven no tuvo mejor idea que saltar sobre la cama como si fuera un chico de diez años, caer sobre una mesa vidriada y partirse el alma. El resultado, un fiambre que podría acabar con la carrera de la víctima de las circunstancias, y encima por una causa inusualmente ridícula. El llamado telefónico a un número reservado trae al lugar a un hombre sin nombre (Clooney), especialista en limpiar huellas y ocultar cuerpos. Pero (y vaya si es un gran pero), la dueña del hotel tiene la misma idea, y en cuestión de minutos llega otro “limpiador” (Pitt) con idénticas intenciones.
A partir de ese momento, apoyados en diálogos ingeniosos y un juego constante de miradas y gesticulaciones, la interacción entre las experimentadas estrellas de Hollywood se transforma en el eje de Lobos, que saldrá del hermético cuarto de hotel recién hacia el final del primer acto. Le seguirán la creciente, aunque resistida, colaboración entre ambos mientras el nivel de disparate aumenta minuto a minuto, luego de un sorpresivo cambio de estado del muchacho fallecido y el descubrimiento entre sus pertenencias de una sorpresa nada agradable.
Sencilla y sin pretensiones, correcta y con un fuerte regusto a cosas ya vistas y oídas, Lobos termina ganando la partida a pura simpatía. Gracias también a esa efectividad narrativa mencionada al comienzo y el poderío fotogénico de la dupla central, todo ello aderezado con camperas de cuero, enfrentamientos verbales, alguna corrida nocturna por las calles y el uso irónico de un par de temas clásicos de Sade.