Como ocurre todos los años desde hace una década, la muestra Espanoramas propone un contacto íntimo con la cinematografía española. Con una salvedad. Si en sus nueve ediciones previas la misma ofrecía la posibilidad de descubrir lo más reciente de la producción ibérica, en su décimo aniversario asume un marcado perfil retrospectivo. A partir del mismo, Espanoramas 2024 -que va del jueves 3 al domingo 13- divide su programación en dos focos que no solo multiplican por dos los títulos incluidos respecto de las ediciones anteriores. También incorpora como segunda sede al Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (MALBA), Figueroa Alcorta 3415, que se suma a la sala Lugones del Teatro San Martín, Corrientes 1530, que alberga a la muestra desde hace algunos años.

Así, Espanoramas 2024 reparte su programa entre el ciclo Península Erice, dedicado al cineasta Víctor Erice, que tendrá como sede la sala Lugones, y el foco Clásicas y Modernas, que en el MALBA reunirá once largos españoles de culto. La lista  incluye a cineastas de gran renombre, como Pedro Almodóvar, Carlos Saura o Luis Buñuel, con otros menos reconocidos entre el gran público, como Rafael Gil, Gonzalo Suárez o Pedro Olea. La película Cerrar los ojos (2023), último trabajo de Erice aún inédito en Buenos Aires, funciona como nexo entre estos dos espacios, porque se proyectará en ambas sedes.

Dentro de Clásicas y Modernas, cuya selección estuvo a cardo del programador Diego Trerotola, es posible reconocer diferentes líneas de sentido que permiten abordarla de distintas maneras. Podría ser a partir de ejes temáticos o bien a través de los géneros que abarca. Otra forma, más simple en sus disparadores pero elocuente respecto de la intención de representar todas las etapas posibles dentro de la historia del cine español, es el abordaje cronológico. Un recorrido que recorre cuatro décadas, de 1950 a 1980. 

Un hombre llamado Flor de Otoño, de Pedro Olea.

Las encargadas de marcar la presencia del cine español de los años ‘50 dentro de Espanoramas 2024 son Los peces rojos, de José Antonio Nieves Conde (1955) y La gran mentira, de Rafael Gil (1956). La primera es un policial negro muy en línea con la representación que el género tenía por entonces en Hollywood. Carácter que surge de la experiencia que su guionista, Carlos Blanco, había tenido en su paso por la Meca del cine pocos años antes. La película traza además un involuntario triángulo que une a las tres principales industrias del cine iberoamericano de la época, que tiene sus vértices en España, México y la Argentina. La relación se da a través de la figura del actor mexicano Arturo de Córdova -quien junto a Zully Moreno había protagonizado en 1948 Dios se lo pague, uno de los mayores éxitos en la historia del cine argentino, dirigido por Luis César Amadori-, que también protagoniza Los peces rojos.

En representación de la década de 1960 aparecen tres cineastas ineludibles: Luis Buñuel, Luis García Berlanga y Jesús Franco. Del primero se verá Viridiana (1961), uno de los títulos más destacados de su filmografía, que marca la transición entre su período mexicano, forzado por un exilio que se extendió durante 25 años, y su regreso a España. Una película donde se cruzan su carácter iconoclasta con el espíritu surrealista de sus primeros trabajos. Por su parte, en Plácido (1965) García Berlanga exhibe el humor filoso que lo identifica para realizar otra autopsia de la sociedad española de su tiempo, quizá no muy distinta de la actual. Lo hace a través de la historia de un grupo de mujeres de alta sociedad que deciden que las familias más pudientes del pueblo deben invitar a “un pobre” a celebrar la Navidad con ellas. Por último, la figura de Franco abre el espacio al cine de clase B, uno de los pilares de la producción europea durante los ‘60 y los ‘70, a partir de Miss Muerte (1966), una de las más de 200 películas que este director excéntrico realizó en su vida.

Los años ‘70 también forman parte de Espanoramas 2024 a través de un tríptico ecléctico. ¿Quién puede matar a un niño? (1976), es un clásico del cine fantástico y de terror dirigido por Narciso Ibáñez Serrador, hijo del inolvidable Narciso Ibáñez Menta, referente de estos géneros en España y la Argentina. A este mismo período pertenecen Un hombre llamado Flor de Otoño, de Pedro Olea (1978), y Mamá cumple 100 años (1979), de Carlos Saura, típicos exponentes del cine español producidos durante el llamado destape posterior a la muerte del dictador Francisco Franco. Esta última retoma a los personajes de un film previo del director, Ana y los lobos (1973), ambos protagonizados por Geraldine Chaplin, por entonces su esposa. Por su parte, la primera retrata la doble vida de un abogado prestigioso, quien en la década de 1920 también se destacaba como transformista y era conocido en el ambiente artístico como Flor de Otoño. La película representa además el debut de Pedro Almodóvar como actor, interpretando a Lola Nicaragua, la reina de la banana, quien ese año también estrenaría su ópera prima, Folle... Folle... Fólleme Tim!

Como no podía ser de otra manera, Almodóvar también representa a la década de 1980 dentro del programa de Clásicas y Modernas de la muestra Espanoramas 2024. Lo hace a través de Laberinto de pasiones, su tercera película, estrenada en 1982, con Cecilia Roth encabezando un reparto que también registra un debut cinematográfico imposible de obviar: el de Antonio Banderas. Por último se verá Epílogo, de Gonzalo Suárez (1984), una visionaria reflexión acerca del rol de los medios en la sociedad moderna.