Como siempre en la sociedad capitalista, al igual que en anteriores estadios históricos, asistimos a la materialización del enunciado de Lavoisier “nada se pierde… todo se transfiere”… a los millonarios. La verdadera causa de la pobreza es la riqueza de minorías dominantes. A mayor cantidad de pobres, más acumulan en el afán de potenciar sus fortunas pornográficas. Las imágenes patéticas del pueblo empobrecido en los comedores, y de familias enteras durmiendo en las calles, chocan con el exhibicionismo de grandes empresarios, quienes siempre medraron a costa del Estado y ahora se erotizan ante la nueva fase de saqueo que les ofrece su presidente. Todo va a remate: aviones, pozos petroleros, minas de litio, cobre, oro y carbón, tierras vírgenes, bosques, puertos, ríos y represas. Y para los financistas de Wall Street el mensaje es clarísimo: “tranquilos que el sacrosanto superávit fiscal lo destinaré a pagarle a los prestamistas, tanto a los bonistas como al propio FMI. La deuda contraída por Mauricio Macri es sagrada. Cumpliremos a rajatabla el legado del presidente Nicolás Avellaneda (1876): «los argentinos economizarán hasta sobre su hambre y su sed para responder en una situación extrema a los compromisos de nuestra república en los mercados extranjeros»”.
Con el actual modelo económico, las corporaciones empresarias seguirán potenciando sus ganancias, ya que las restricciones extremas del superávit fiscal, que Milei intenta transformar en un mito dorado, continuarán cayendo sobre los sectores populares y medios. De allí que el exministro de Finanzas de Macri y actual ministro de Economía de Milei, se propone decretar una nueva versión del megacanje eludiendo la obligación de “superar” dos de las tres condiciones: plazo, monto y tasa. En realidad, el plan es empeorarlas, con el único propósito de evitar un default. El proyecto de acumular reservas para pagar a los prestamistas continúa empantanado, ya que fracasa por vía del comercio exterior, por la baja de la recaudación fiscal y la ausencia de nuevos créditos internacionales. Resulta notable la incapacidad intelectual de estos economistas emergentes del neoliberalismo de la Escuela de Chicago y del thatcherismo político, quienes intentan reiterar la experiencia del megacanje del 2001 en función de solucionar la piedra de la deuda externa que se disparó con la dictadura cívica militar y se multiplicó con el menemismo.
Estas ficciones siempre chocan con la realidad establecida por los propios centros financieros internacionales del capitalismo. El ex director del Departamento del Hemisferio Occidental del FMI, Alejandro Werner, lo dijo recientemente con total sinceridad: “la aprobación del presupuesto sería una buena noticia, reflejaría que la clase política se puede poner de acuerdo en un presupuesto con déficit cero. El FMI quiere ver la sostenibilidad política del ajuste y saber si el compromiso de la sociedad está ahí. Al final del día lo que quiere es ver el resultado fiscal que contribuya a la reducción de la deuda sobre el PBI”. Se trata de una confesión sin ningún eufemismo.
Mientras que el Ministro Caputo recorre las oficinas de Wall Street tirando de la manga infructuosamente, aquí el presidente Milei saluda exultante desde el balcón de la Rosada junto a la diva de la televisión de los 90’; o bien sobrevuela, disfrazado de militar, una Córdoba incendiada que no tiene recursos para apagar las llamas a causa del desfinanciamiento del Plan de Manejo del Fuego, mientras que los verdaderos bomberos se cansan de esperarlo. El presidente vive ensimismado en su mundo. Su imagen lo acerca al grotesco Yeneral González creado por Alberto Olmedo, con su mueca sonriente y la mirada extraviada, made in Hollywood. O bien a la otra creación olmediana “del protector de los pobres y desesperados”, un tipo investido de un exuberante traje rosado exhibiendo su miserabilidad y cobardía. ¡Olmedo siempre presente!
Milei en su afán por reemplazar la dura realidad cotidiana por golpes de efecto que impacten en el imaginario mediático y en las redes, realizó su acto partidario tan magro como ululante. Durante el meeting, continuó con sus diatribas, afirmando temerariamente: “la pobreza está bajando”. Una alucinación, ya que como mentira es tan absurda como increíble. Continuando con sus argumentos imaginarios, aseveró que los salarios le vienen ganando a la inflación. Una vez más su blanco principal fue Cristina con el remanido propósito de exacerbar el odio social contra la ex Presidenta. De acuerdo al libreto preestablecido de un público que exclamaba: “Cristina presa”, el presidente respondió “Señores jueces, teléfono”, para vergüenza de sus señorías aludidos desde un discurso presidencial extraviado. Los jueces podrían aclararle que no hace falta exigirles que se burlen de la verdadera justicia. Ellos hace rato que decidieron claudicar ante el poder de los negocios y particularmente de los medios de comunicación hegemónicos y sus editorialistas mutados a vulgares propagandistas. El griterío presidencial vino sazonado con su habitual y primitivo anti feminismo ideológico al grito de “tomá Kuka, la concha de tu madre”.
Sin embargo, ni los trajes de utilería, los balcones junto a la Su, o los ataques a la kuka lograron que unánimemente los consultores destaquen que la imagen presidencial continúa en indetenible caída, ya que la sociedad va reaccionando ante las políticas mileistas que erosionan violentamente la vida de las mayorías sociales, del pueblo humilde y las clases medias, dejando a jirones la soberanía nacional, tanto en los foros internacionales como en su intento de enajenar nuestras riquezas naturales. Estos indicadores van dejando atrás también a aquellos que en estos meses oscuros fueron invadidos por el desconcierto del “nada le hace nada”, “no le importa, sigue con todo para delante”. Lo cierto es que los gobiernos no se deterioran ni entran en crisis por los guarismos de las consultoras ni opiniones de analistas políticos. Esos eventos ocurren por los acontecimientos políticos sociales y culturales que se van generando, particularmente cuando se expresan en las calles, movilizando a cientos de miles de ciudadanos, quienes a su vez impactan en otros millones que se sienten interpelados. Se vienen esos tiempos de protagonismo del pueblo.
*Juan Carlos Junio. Secretario general del Partido Solidario. Director del Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini