La profundización de la pobreza en Argentina genera un escenario crítico en materia de salud. Desde diciembre pasado, varias medidas del Gobierno nacional afectaron el sistema sanitario e impactaron fuertemente en sectores históricamente vulnerables y clases medias.
Una medida notable fue la desregulación de los precios de la medicina prepaga. Con el DNU 70/2023, las herramientas que el Estado tenía para regular las cuotas fueron eliminadas, lo que provocó aumentos muy por encima de la inflación y que el 10 por ciento de los afiliados diera de baja su cobertura.
Además, la interrupción de los acuerdos de precios con los laboratorios generó un aumento desmedido en los precios de los medicamentos, provocando que miles de personas no puedan continuar con sus tratamientos farmacológicos.
En concreto, la venta en farmacias de medicamentos con receta bajó un 8,5 por ciento respecto al primer trimestre del 2023, lo que significa que muchas personas fueron al médico, recibieron un indicación de tratamiento farmacológico pero no lo pudieron comprar.
Esta baja no impactó en los ingresos de la industria farmacéutica. Muy por el contrario, registró un crecimiento económico exponencial por encima de la inflación, más del 300 por ciento, como resultado de una clara política pública que beneficia al mercado en perjuicio del acceso a la salud de la población.
La falta de acceso a tratamientos provoca mayores deterioros en la salud y obliga a muchas personas a enfrentar enfermedades y gestionar el dolor sin medicamentos. Además, sobrecarga un sistema de salud público que ya no puede atender a más personas.
Otro impacto importante es que las personas afiliadas a PAMI perdieron la cobertura total en 55 medicamentos. Ahora deben pagar entre el 60 y el 20 por ciento de su valor. Entre estos remedios hay antivirales, antibióticos, antidepresivos y antipsicóticos muy costosos, representando un porcentaje elevado de las jubilaciones y pensiones. Por ejemplo, los antidepresivos cuestan aproximadamente $24.000 y los antipsicóticos, entre $18.000 y $70.000.
Según el CEPA (Centro de Economía Política Argentina), entre noviembre de 2023 y julio de 2024, los precios de los medicamentos que más utilizan las personas mayores aumentaron un 188 por ciento, superando la inflación del 164 por ciento en ese período. Además, las condiciones para acceder a la cobertura del 100 por ciento en medicamentos por razones sociales son más restrictivas que el año pasado. Esto se agrega a un panorama mayor en el que las personas jubiladas no obtuvieron el aumento en sus pensiones.
El cuadro se completa con el cambio a venta libre de 22 medicamentos, permitiendo su consumo sin intervención de actores clave en el cuidado de la salud, lo que conlleva riesgos de uso inadecuado o excesivo. Además, estos remedios dejan de tener cobertura de obras sociales y prepagas, incrementando sus precios y creando nuevas barreras para el acceso.
Otras dos medidas tomadas por el gobierno deterioran la salud y afectan gravemente a quienes no tienen obras sociales ni prepagas. Una de ellas es la suspensión de la Dirección de Asistencia Directa por Situaciones Especiales (DADSE), que dejó sin tratamiento a pacientes graves y crónicos, muchos de ellos oncológicos.
La otra es la paralización de la Agencia Nacional de Laboratorios Públicos (ANLAP) y la consecuente pérdida en la elaboración nacional de medicamentos, vacunas, insumos y productos médicos, muchos de ellos no rentables para el mercado. La supresión de la ANLAP podría causar, en los próximos meses, desabastecimiento de medicamentos de alto costo y no rentables, aumentando la dependencia de importaciones y exponiéndose a fluctuaciones de precios internacionales.
El disparo en los valores de las cuotas de las prepagas es otra medida lesiva. Personas jubiladas, con discapacidad, o con enfermedades crónicas o graves no tienen como opción dejar la prepaga. Contratar un nuevo seguro médico es lisa y llanamente imposible porque para estos grupos las cuotas serían impagables o directamente no los reciben.
Cambiar de prepaga no es como cambiar el seguro de un auto. Las personas entablan relaciones de confianza y afecto con quienes llevan adelante sus tratamientos de salud, condición indispensable para sostenerlos. Cuando las personas atravesamos situaciones de salud necesitamos sentirnos acompañadas por nuestros equipos de salud y, fundamentalmente, sentir que nos conocen. Más aún quienes atraviesan enfermedades largas o que tienen una discapacidad que requiere tratamientos de salud. La idea de perder la prepaga por no poder pagar la cuota genera incertidumbre, angustia, y desesperanza que, en muchos casos, también impacta en la salud y la deteriora.
En algunos casos la decisión de mantener la prepaga implicó decisiones familiares complejas, como el reagrupamiento familiar para liberar el monto de un alquiler, o la renuncia a otros consumos como actividades recreativas, culturales, deportivas, vestimenta e incluso el consumo de algunos alimentos. Otras personas se endeudaron para pagar las cuotas, aumentando la incertidumbre sobre el futuro.
El aumento desmedido de los precios de los medicamentos, la restricción de su cobertura, el aumento de las cuotas de medicina prepaga y la falta de producción y entrega pública de insumos médicos, genera un impacto directo en la calidad de vida, afecta la salud mental y aumenta el riesgo de morbimortalidad. Y salud que se pierde, salud que no se recupera.
*Equipo de Salud y Vida Independiente del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS).
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