“Como realizadores, tenemos nuestro punto de vista subjetivo sobre el recurso, sobre su importancia estratégica, pero el documental busca abrir la discusión y evitar caer en simplismos”, plantea Emiliano Bazzani a propósito de Bajo la sal, el documental que llegó a las pantallas chicas argentinas hace dos semanas en IP Noticias y ya se encuentra disponible en la plataforma de streaming OctubreTV. La opera prima de Bazzani –que hasta este documental había oficiado de editor en otros proyectos- ya pasó por las selecciones oficiales de los festivales MAFICI, Lasa y Lateinamerika FilmFestival. En Bajo la sal, sus realizadores exploran la puna jujeña intentando desentrañar la situación local “un territorio donde la escasez de agua tensiona a las comunidades originarias ante el avance de la minería de litio”. Para el director, el gran desafío fue reflejar la diversidad del territorio.


El litio es un mineral clave en este punto del desarrollo económico mundial pues se utiliza para producir baterías que alimentan tanto los celulares como la creciente industria de los autos eléctricos. La región que abordó Bazzani junto a Félix Dorn forma parte del “triángulo del litio”, una zona que guarda enormes reservas de ese recurso y pone en conflicto a las comunidades originarias, los intereses económicos locales y las inversiones extranjeras, que buscan su tajada.

-¿Cómo nació la película?

-El tema surge cuando me entero que un gran amigo estaba haciendo su doctorado en geografía sobre la temática del litio en el norte argentino. En ese momento yo no tenía ni idea de la existencia del litio, ni de que Argentina estaba a punto de convertirse en uno de los principales productores. Había escuchado muy por arriba algunas cosas, pero cuando me empezó a contar de qué iba su investigación, y la cantidad de intereses que había en juego en el norte argentino, de la importancia estratégica del mineral, y la cantidad de conflictos que había adyacentes empezamos a pensar en darle una forma audiovisual. También era la excusa perfecta para viajar juntos y trabajar entre amigos, que siempre es lindo.

-¿Cómo fue esa etapa inicial de trabajo?

-Cuando empecé a escuchar la investigación de Félix apareció la idea de que estábamos frente a un nuevo capítulo de explotación de recursos naturales, pero sobre el cual como argentinos estábamos sin mucho poder de decisión ni de discusión. Sentí que el tratamiento que se le estaba dando estaba un poco chato, y noté que la discusión y el tratamiento a menudo se enfocaban en una visión muy entusiasta sobre las bondades de las inversiones y las promesas de desarrollo.

-¿Y luego?

-A medida que investigábamos nos dábamos cuenta que el tema era mucho más complejo, que tenía muchas aristas y que no sólo planteaba preguntas sobre la propiedad del recurso, que fue lo primero que me surgió a mí, sino también enfocaba en aspectos fundamentales como el medio ambiente, la minería, el rol de los pueblos originarios en el territorio, la geopolítica mundial y la importancia del recurso como insumo para la transición energética.

-¿Cómo fue la producción en sí misma?

-En la etapa previa a la filmación creo que hay dos momentos básicos. Uno es la investigación de Félix, que fue fundamental para encarar el proyecto porque él estuvo viviendo unos meses en La Puna y entrevistándose con varios actores. En base a esa investigación nos fuimos apoyando también para hacer un primer panorama de posibles actores o posibles personajes del documental y voces que nos parecían que eran importantes. Eso se complejizaba cada vez más y en un momento fuimos los dos, fue un viaje de unas semanas donde recorrimos varios salares y varios proyectos mineros. Allí fuimos conociendo un poquito las realidades que eran diferentes en cada comunidad, porque cada comunidad tenían diferentes recepciones a los proyectos, en algunos había ya una historia minera, en otros había una clara oposición y una preocupación respecto al ambiente, respecto a qué les iba a atraer el desarrollo que proponían las empresas y muchos miedos. Eso nos sirvió como para orientar más y elegir lo que después iba a ser el corazón de la película que era elegir dos casos, que era el de Salinas Grandes y Susques estaban bastante cerca para volver a filmar al año siguiente.

-Los intereses de las mineras suelen ser muy fuertes. ¿Cómo lidiaron con eso?

-Aunque intentamos, las autoridades de minería y las empresas mineras no aceptaron dar entrevistas. Lo que hicimos para incluir algunos discursos que no quisieron participar fue recurrir a material de archivo, pero esa decisión y búsqueda surgió más tarde, ya en la etapa de montaje.

-¿Y la experiencia de filmar en la Puna?

-Lo primero que puedo remarcar es que son comunidades con mucha potencia, comunidades muy organizadas, con las cosas muy claras. Con posturas muy distintas también respecto a cada proyecto, pero muy organizadas en informarse, en dar la discusión. Hay comunidades que ya venían haciendo un trabajo previo, algunas más desde oponerse, otras trabajando ya dentro de la minera, o sea ninguna de las posturas era simple, nosotros por ahí desde el papel nos imaginábamos que íbamos a encontrar los conflictos mucho más claros pero a medida que profundizábamos encontrábamos muchos grises y muchas posturas. También nos encontramos con una geografía con unos paisajes potentísimos y muy hostiles. Son pueblos que están hace muchísimos años, son preexistentes a la creación del Estado Nacional Argentino y tienen su cultura, sus tiempos y su forma de habitar ese territorio. Agrego una idea: los discursos y los actores no solo tenían posiciones tomadas sino muchos miedos, y también contradicciones que en algunos casos parecía que eran producto de la poca planificación y trabajo del Estado como ordenador.