El equipo económico volvió a festejar la semana pasada la dinámica del dólar. El precio del tipo de cambio financiero MEP terminó debajo de los 1200 pesos. En el gobierno plantearon que es una muestra que su estrategia macroeconómica funciona y que, al final del camino, podrá cerrar la brecha cambiaria de arriba para abajo. Se muestran convencidos que la unificación de los tipos de cambio sería a los precios del dólar oficial.

La brecha registró en las últimas semanas una fuerte disminución y se ubicó debajo del 30 por ciento. Una cifra que superaba ampliamente el 100 por ciento a finales del año pasado. Algunos analistas usan estos datos para afirmar que el gobierno recuperó complemente la confianza del mercado y se encuentra listo para empezar a levantar los controles cambiarios y lanzar un esquema de competencia de monedas entre el peso y el dólar.

Sin embargo, esta visión optimista se encuentra lejos de marcar el consenso de las opiniones en el mundo financiero. La semana pasada Robin Brooks, el ex economista jefe del Instituto Internacional de Finanzas fue contundente con la situación cambiaria de la Argentina. “En términos reales, el peso argentino es la moneda más fuerte del mundo desde la pandemia, mientras que el real brasileño, que está justo al lado, es una de las más débiles. Esta divergencia es insostenible y, obviamente, tiene que terminar con otra gran devaluación del peso argentino”, dijo.

Sus palabras resonaron a nivel local y en mayor medida entre los grandes inversores de Wall Street. Brooks fue también el jefe de estrategia de tipo de cambio de Goldman Sachs (uno de los bancos de inversión más grande del mundo). Conoce el comportamiento de las economías emergentes y tiene credenciales más que válidas para hablar sobre el mercado cambiario argentino.

El economista aseguró que “toda la ganancia de competitividad que se obtuvo con la devaluación de diciembre pasado se vio erosionada por la alta inflación y la decisión de volver a atar la dinámica del peso con la del dólar (o sea tener una tablita de incremento del 2 por ciento mensual para el tipo de cambio oficial). La única forma de solucionarlo es devaluando. Es algo inevitable e ineludible (y traerá aparejado un nuevo salto de la inflación)”.

El analista internacional no fue el único que planteó en los últimos días que la dinámica de apreciación real del tipo de cambio argentino es imposible de sostener con el correr de los meses. La consultora de EcoGo, Marina Dal Poggetto, fue otra de las que se mostró más críticas en el ámbito local.

Consideró que el esquema cambiario tiene muchas inconsistencias para perdurar en el tiempo y que al gobierno le faltan 20 mil millones de dólares. “Existen dos visiones antagónicas. El mercado local parece creerle al ministro sobre que va a continuar el carry, va a bajar la inflación y las tasas van a converger. Pero afuera están mirando que el Banco Central no tiene los dólares para sostener el esquema cambiario tal como está”, indicó.

Los números que manejan los consultores de la city porteña adelantan que a inicio del próximo año habrá 10 mil millones de dólares de reservas netas negativas. Se trata de una cifra que hace inviable abrir los controles cambiarios, pagar las deudas con el Fondo y acreedores privados y sostener un boom de importaciones para controlar los precios del mercado interno.

El gobierno celebra en el corto plazo la apreciación cambiaria y lo asocia con haber recuperado la credibilidad a fuerza de un super ajuste fiscal y un programa monetario ultra contractivo. Pero en la Argentina los festejos se terminan rápido y la experiencia indica que el humor financiero pasa de un extremo a otro sin aviso. El país consiguió en menos de 10 meses pasar de ser una de las economías más baratas en dólares a una de las más caras de la región. No sería una sorpresa que esta euforia termine en una nueva megadevaluación.