El Reino Unido se enfrenta a un debate que podría cambiar radicalmente la forma en que se percibe la muerte asistida. Keir Starmer expresó públicamente su satisfacción por la inminente votación sobre este tema, invitando a los parlamentarios a discutir un asunto que muchos consideran un tabú. "Estoy muy contento de que podamos dar un espacio a esta conversación", afirmó Starmer.
A pesar de que el gobierno de Starmer mantiene una postura neutral en esta votación, el primer ministro expresó su apoyo a esta causa en el pasado. En 2015, respaldó un proyecto de ley sobre el tema, y el año pasado, ante los medios, declaró: "Personalmente creo que hay motivos para cambiar la ley".
Este cambio de tono en el parlamento no es casual. Desde 2015, el Reino Unido no había abordado oficialmente la muerte asistida, un asunto que, hasta ahora, había permanecido en la sombra. Sin embargo, la propuesta de la diputada laborista Kim Leadbeater puso el tema nuevamente sobre la mesa. Su proyecto busca otorgar a las personas con enfermedades terminales el derecho a elegir el momento de su muerte, ofreciendo asistencia médica a quienes deseen poner fin a su sufrimiento, siempre que su vida esté en peligro inminente.
Aunque el proyecto de Leadbeater aún está en desarrollo, se espera que siga una línea similar a la propuesta de Lord Falconer, que permitiría a los adultos con enfermedades terminales y una expectativa de vida de seis meses o menos solicitar ayuda médica para terminar con sus vidas. Este enfoque podría marcar un hito en la legislación británica, pero el camino hacia su aprobación es complejo y lleno de matices.
Diferencias clave entre muerte asistida y suicidio asistido: el debate legislativo en el Reino Unido
Es fundamental no confundir la muerte asistida con el suicidio asistido. La primera implica la ayuda médica que un paciente puede recibir para terminar con su sufrimiento, mientras que el suicidio asistido se refiere a la acción deliberada de ayudar a alguien a terminar su vida. Actualmente, ambas prácticas son ilegales en Inglaterra, Gales e Irlanda del Norte, lo que añade un nivel de complejidad al debate, especialmente en torno a la seguridad de las personas vulnerables.
Las opiniones sobre la muerte asistida son variadas y polarizadas. Dame Esther Rantzen, una reconocida periodista y activista, manifestó su apoyo a la libertad de elección: "Si decido que mi vida no vale la pena vivirla, quiero tener la opción de pedir ayuda para morir", sostuvo la mujer que actualmente padece un severo cáncer de pulmón.
Por otro lado, la baronesa Tanni Grey-Thompson, ex atleta paralímpica, expresó su preocupación por las posibles consecuencias de esta legislación en personas con discapacidades. "No podemos permitir que la vulnerabilidad se convierta en una razón para la muerte asistida", advirtió, subrayando el riesgo de presiones ante situaciones vulnerables.
La votación
La votación programada para el 16 de octubre será la primera en casi una década y se presenta como un momento decisivo. En 2015, una propuesta similar fue rechazada con una clara mayoría, pero la actual composición del parlamento y el cambio en la percepción pública podrían favorecer a la iniciativa de Leadbeater.
La tensión entre la compasión hacia quienes sufren y la protección de los más vulnerables es el eje de este debate. El resultado de esta votación no solo impactará a quienes enfrentan enfermedades terminales, sino que también establecerá un precedente significativo en la legislación británica sobre el derecho a morir. Con la mirada del público centrada en el parlamento, el debate sobre la muerte asistida podría ser el inicio de un cambio transformador en la sociedad británica.