José David Aleksoski estudiaba arquitectura en La Plata, pero en 1976 no pisó más la facultad. En febrero de aquel año, salió sorteado para hacer el Servicio Militar Obligatorio, que cumplió hasta octubre en el Regimiento de Granaderos a Caballo cuando fue enviado a realizar una diligencia por su superior, el militar retirado José Ignacio Saravia Day, y desapareció. Sobrevivientes de la última dictadura, entre elles Jorge Julio López, aseguraron haberlo visto torturado en centros clandestinos del Circuito Camps. “Después de tanto tiempo no sabemos nada, es una mochila que llevamos hace tantos años y que no se termina nunca”, remarcó, doliente, Zivana Aleksoski, hermana de José. Ella y su hermano Lázaro testimoniaron en el juicio por los crímenes de lesa humanidad del campo de concentración que funcionó en la Comisaría 5ta platense. Saravia Day es uno de los acusados en ese debate.

Aleksoski integró como soldado conscripto el Escuadrón Ayacucho del Regimiento de Granaderos a caballo General San Martín. En octubre de 1976 tenía como consigna cumplir guardias en la Quinta Presidencial de Olivos. “Mi hermano desapareció como si fuera una mosca. Estaba a cargo de ellos (los militares), pero dicen que no saben nada. Nunca supieron nada”, ironizó Zivana, la primera en testimoniar en la jornada del jueves ante el Tribunal Oral Federal Número 1 de La Plata. La audiencia fue transmitida por los medios comunitarios La Retaguardia y Pulso Noticias. 

El secuestro

El 22 de octubre de 1976, José David se encaminaba rumbo a la Quinta de Olivos cuando el entonces teniente coronel del Ejército José Ignacio Saravia Day le modificó la orden. “Lo mandó a buscar una batería a un lugar muy cerca del Regimiento. Le dio una dirección que era una calle sin salida. No volvió nunca más”, resumió Lázaro Aleksoski cuando le tocó testimoniar esta mañana. Antes, entre sollozos de tristeza y bronca, Zivana insistió en que Saravia Day “lo entregó, lo mandó a que dejara su actividad y vaya a hacer esa diligencia para que se lo llevaran”.

Saravia Day escuchó desde su casa, donde cumple arresto domiciliario desde julio de 2014, cuando fue detenido. Había permanecido prófugo durante tres años hasta que fue localizado por la Policía Aeroportuaria en San Salvador de Jujuy. La Justicia de La Plata había ordenado su captura por el secuestro y las torturas impartidas contra Aleksoski y otros dos soldados conscriptos que sobrevivieron. Éste es el primer juicio de lesa humanidad que enfrenta, aunque declaró en 1999 en los juicios por la verdad.

Lázaro, Zivana y la familia de José David conocieron los detalles del secuestro de su hermano menor en el marco de la búsqueda incansable que emprendieron desde que el joven desapareció. Supieron de su ausencia el domingo posterior al secuestro, cuando la novia de José David, Nora, llamó por teléfono a la casa familiar en Bahía Blanca. La habían llamado desde el Regimiento para averiguar si el joven, al que señalaron como “desertor”, estaba con ella. Lázaro fue quien primero se hizo cargo de la búsqueda, al viajar seguido a La Plata. Luego se fueron sumando Zivana, el otro hermano, la mamá, el papá. “Mi papá falleció de tristeza, estaba contento de que se iba por fin a reencontrar con José”, testimonió Zivana.

Las confirmaciones

“Entre enero y febrero del 77”,  señaló el hermano mayor de José David en referencia a la visita de otros dos personas que habían compartido servicio y cautiverio con el joven desaparecido: Juan Ignacio Araujo y Roberto Campos. “Ellos se habían hecho amigos durante las guardias en Olivos”. Le contaron lo que había ocurrido porque él mismo se los había confiado mientras compartieron encierro en Comisaría 5ta: fue a cumplir la dirigencia de Saravia Day, lo interceptaron tres autos, le pidieron identificación, lo subieron a uno y se lo llevaron, lo torturaron mucho y lo obligaron a dar nombres, dio los de ellos dos.

“Ya ni sé a cuánta gente fuimos a ver para saber qué había ocurrido con mi hermano”, advirtió Lázaro durante su testimonio. Pudo recordar algunos nombres, como el del Coronel Weber, el del padre Emilio Graselli y el de Saravia Day. “Nos recibió varias veces”, remarcó el hermano mayor de José David. La última vez fue cuando le blanqueó que sabía que su hermano estaba encerrado en Comisaría 5ta. 

Lázaro también se juntó con Graselli en más de una oportunidad. La última fue cuando el cura le dijo que lo lamentaba, pero que su hermano “se fue al cielo”. Lázaro le reclamó los restos. “Imposible, no me lo pida a eso porque no voy a poder dárselo”, fue la respuesta del religioso, que a pesar de las decenas de testimonios que lo ubican como interlocutor de los represores genocidas, jamás fue procesado ni mucho menos juzgado.