Hace poco les decía, queridos lectores, que no tenía mucha idea acerca de dónde estaba parado, pero sí sabía que no era en el lugar adecuado. Puedo decirles ahora que de alguna manera tengo clara la cuestión del lugar: estoy en Eslogania.

Probablemente "me" o "se" pregunten ustedes qué, dónde, o incluso "cuándo" queda eso (hay sitios que quedan en determinada época: Argentina, por ejemplo). Pues bien, es complicado de definir, ya que no es un lugar físico, pero sí; no es un territorio políticamente definido, pero también; no es un momento histórico, pero masomenos; no es un delirio alucinatorio, pero se le parece un poco, ya que a la mayoría de sus habitantes se les dice cariñosamente "Alienados".

Eslogania no debe ser confundida con "Eslavonia", "Eslovenia" o "Eslovaquia", aunque no puedo asegurarles que esos territorios no pertenezcan, eventualmente, a la tierra en cuestión. Si la buscan en Google no la van a encontrar, ni aunque intenten con "Slogany", en ¿inglés? Y como sospecho que ya están empezando a preguntarse qué tomé o qué fumé, les aseguro que nada, y que quizás al final de esta columna muchos de ustedes sientan que me están acompañando en esta topología.

Digamos que Eslogania fue llamada así porque su forma de gobierno no es la república democrática ni la dictadura del proletariado ni el mercado salvaje, sino… el "eslogan". O sea, "una frase corta que busca representar una marca para promover la rápida identificación y memorización de sus productos y servicios por los consumidores", según se establece en su Constitución, también conocida como Wikipedia.

Esas frases cortas, convincentes y contundentes, gobiernan. Quienes las obedecen están "adentro", y quienes no las obedecen están "afuera". Estar adentro, como todos se podrán imaginar, otorga privilegios, que, como todos ya se están imaginando, son imaginarios.

"¡No hay plata!", "¡Viva la libertad ( de mercado), carajo!", "¡Lo personal es político!", "¡Mi anticuerpo, mi decisión!", "Confío en la Justicia", "Las estadísticas dicen que…", y tantas otras frases, son repetidas por los y las habitantes cual loros (los loros podrían excusarse alegando no entender el contenido de alguna de las frases, pero lo no hacen; los habitantes de Eslogania sí lo entienden, pero se excusan).

Y también se usan como contraseñas para reconocerse. Por ejemplo, si esta semana el "eslogan de necesidad y urgencia" que rige es "se dobadon todo", cuando una persona dice "se dobadon todo" y otra, a manera de "amén", le responde "un pebeí", ya saben que están "adentro" y que pueden creer cualquier eslogan que diga el otro.

A veces, la gente de "afuera" trata de estar adentro, o de crear otro adentro, que quede afuera. Entonces, hace circular otras frases que no son las "establecidas", pero de todas maneras no dejan de ser eslóganes, o sea, sirven pa vender ilusiones, pero no para crecer en serio. Y a veces terminan militando con firmeza por el verdor de la lechuga o por el derecho de llamar "Pene" a alguien cuyo nombre de pila fuera Penélope.

Si el Poder Ejecutivo de Eslogania son los eslóganes, el Poder Judicial son las redes sociales. Son las que con "Likes", "Dislikes" o "Biznikes" deciden la culpabilidad de un sujeto o sujeta, independientemente de si aquello por lo cual lo o la acusa constituye o no delito. La pena también es imaginaria y consiste en "cancelar" al culpable (o al inocente) en cuestión, y a todo aquel o aquella que diga: "¿No será mucho?".

En realidad, la "cancelación" también es un eslogan, porque nadie sabe del todo en qué consiste. Por ejemplo, hay quien piensa que es "no dar bola"; pero, en tal caso, ¿cómo podría alguien cancelar "no dándole bola" a alguien a quien tampoco le daba bola antes? ¿O tendría primero que darle bola para después dejar de hacerlo?

Otros piensan que "cancelar" es "ignorar" a alguien, pero en tal caso, ya estaría yo mismo, por ejemplo, cancelado por un montonazo de personas que me ignoran porque, razonablemente, ni saben quién soy ni tienen por qué saberlo. Allí los influencers (que en Eslogania vendrían a ser el equivalente a la Corte Suprema) acuñaron el concepto de "Ignorancia Activa", que también es difícil de definir.

La mejor inversión en Eslogania es el prejuicio, ya que cuanto más invertís, más tenés, y se multiplican geométricamente. Hay prejuicios para todos los gustos y presupuestos. Y si no te gustan los que tenés, los podés cambiar rápidamente por otros. Se sabe que hay reuniones sociales donde las personas intercambian prejuicios que tal vez tenían repetidos por otros nuevos.

No crean que en Eslogania no hay expresión popular. El pueblo de Eslogania se suele expresar organizando marchas a las que concurre masivamente, y en cuyo transcurso se van enterando de si es "a favor" o "en contra", y "a favor o en contra de qué". Pero a veces una marcha termina siendo "a favor" y "en contra" de lo mismo, o de cosas diferentes, o de nada. De hecho, algunas de las marchas son convocadas por vendedores de eslóganes, banderines, pósters diversos, sándwiches de sapo (plato nacional) o "nada concreto". A los Alienados les encanta comprar "nada concreto" y lo pagan muy bien, siempre que esté de moda.

La pelea por imponer uno u otro eslogan suele ser rica en matices y da de comer a medios de incomunicación, profesionales y docentes que forman a sus alumnos en el difícil arte de "hablar como si supieran" basándose en la ciencia oficial de Eslogania, que es la estadística. Si un Alienado dice: "Se necesitan 200 dólares para no ser pobre según el último dato estadístico", todos lo toman por cierto, tanto si se trata de una persona que vive sola, es propietaria y no tiene gasto alguno además de comida, como si se trata una familia con cuatro integrantes, alquiler que pagar todos los meses y escolaridades diversas.

Para un Alienado es fundamental pertenecer a la mayoría. Por eso mismo, se la pasan inventando mayorías, cosa de que nadie quede afuera, y que si no estás en una, estés en otra. Escuché a uno decir: "Yo no estoy en la mayoría; es más, son muy poquitos los que están en la mayoría, la mayoría no lo está".

La Estadística no es solamente la ciencia oficial, también es la religión mayoritaria. Pues si no lo fuera, nadie creería que lo es.

La Historia de Eslogania es muy interesante. Mejor dicho: sería muy interesante si alguien se tomara al trabajo de estudiarla. Pero de un tiempo a esta parte, las plataformas de Internet y la Inteligencia Artificial les ahorran esa tarea a los Alienados, ya que basta con hacer clic o formular la pregunta adecuada para que les llegue "el conocimiento", o sea "lo que hay que saber", según marca la estadística que está de moda.

En cuanto al Poder Legislativo, es un Coro que repite con bellas armonías lo que les manda el Poder Ejecutivo (eslóganes) para evitar caer bajo el Poder Judicial (cancelación).

Bueno, querido lector, habría más, pero de acuerdo al último eslogan de necesidad y urgencia, "lo bueno, si breve, dos veces bueno", así que… ya está.

Sugiero acompañar esta columna con el video de Rudy-Sanz “Hipopcresía”, versión del popularísimo tema de Rubén Blades.