¿En dónde está el poder en una sociedad? ¿Quién lo tiene? ¿Acaso el presidente de una Nación es el hombre que mayor autoridad ostenta en un país? ¿Es así realmente, o apenas es la última y más visible instancia de decisión institucional, pero detrás de él hay otras personas que lo trascienden? ¿Qué es lo que pasa en la mente humana cuando se llega al máximo lugar político? ¿El poder mejora a las personas o, por el contrario, las deshumaniza y las vuelve paranoicas? Estos son algunos de los interrogantes que sobrevuelan la trama de La mente del poder, el thriller psicológico en formato serie que el domingo a las 22 estrena TNT, a razón de un episodio por semana, y que desde el lunes estará disponible en forma completa en la plataforma Flow.
La mente del poder bien podría haberse llamado El poder de la mente. Es que a lo largo de sus ocho episodios, la serie agudiza la mirada en los entretelones del poder político, pero para poner de relieve el juego de manipulaciones, acciones y reacciones psicológicas que allí se suceden. En este caso, el thriller psicológico se conjuga en el ámbito político para cuestionar la idea de que el poder es solo de quien lo ejerce institucionalmente, exponiendo -incluso- cómo mentes supuestamente frágiles pueden llegar a influir y hasta digitar actos de gobierno. Una trama a pura intriga en la que tejen sus misterios y fantasmas un presidente recién asumido, su psicólogo de cabecera y una extorsión que tiñe el vínculo hasta límites insospechados.
Dirigida por Mariano Hueter y creada por Nicolás Mellino y Pablo Flores, La mente del poder comienza con un hecho tan normal como desconcertante: tras varios años de terapia, Marcos Dorrego (Diego Vélázquez) le anuncia al recientemente asumido presidente de la Nación Víctor Noriega (Mike Amigorena) que no va a poder seguir analizándolo. Una decisión que pone patas para arriba las seguridades de Noriega, al punto que la tomará como una “traición”, sin entender la crisis personal que atraviesa quien conoce sus más íntimos secretos, que está envuelto en un proceso de autodestrucción desde la muerte de su esposa. En el medio de ese distanciamiento, una paciente de Dorrego (Laurent Gautier, interpretada por Elena Roger) se le descubre como una espía al analista, al que extorsiona y le exige que manipule al presidente si no quiere que ni él ni su hija salgan lastimados. Una situación que lo obligará a retornar las sesiones con el presidente, poniendo en juego su profesionalismo y su sobrevivencia.
“Es una historia sobre el poder, sobre la psicología, pero fundamentalmente sobre las relaciones humanas”, puntualiza Amigorena en la charla con Página/12. “Todo el marco de las profesiones y a qué se dedica cada personaje es una excusa para hablar de los vínculos humanos y la manipulación. Así como en nuestros personajes se ve claramente la cadena de manipulación, también se percibe en el resto de los personajes que componen la serie, que se da en el ámbito político y es la excusa para poder jugar esa acción psicológica al extremo”, se suma Velázquez. “Otra cosa que tiene interesante la serie es que juega con esa cosa de creer que sabemos quién tiene el poder, y que la trama va desechando de a poco”, agrega Roger.
El poder, su ejercicio y las consecuencias que trae forman parte sustancial de la serie en la que también trabajan Eleonora Wexler, Michel Noher, Antonia Bengochea, Carlos Belloso, Rita Cortese, Luis Machín y Carla Pandolfi. Las inseguridades de Noriega al asumir la presidencia, su círculo de confianza y de desconfianza que lo rodea, son una manera de señalar que el poder político nunca logra imponerse a la sensibilidad humana. “El poder -apunta Amigorena- también es saber cederlo, ¿no? Y por lo general unos no lo ceden y algunos no disfrutan del poder de otro, sino que tratan de fagocitarlo, por esa inseguridad, por ese miedo. El vínculo del presidente con su terapeuta y la decisión de este de no seguir atendiéndolo después de 10 años es como una tragedia para mi personaje. Más allá de la exigencia del presidente de que siga siendo su terapeuta, la actitud presidencial demuestra el poder del terapeuta, que lo tiene bajo su dominio. Porque además se trata de un presidente que se siente amenazado todo el tiempo.”
La idea de realizar La mente del poder comenzó a tomar vuelo en 2019, cuando los creadores se contactaron con Amigorena y le presentaron el proyecto. Luego vendría la pandemia y todo se retrasó más de la cuenta. Ese tiempo, sin embargo, lejos de quitarle interés a la trama, le fue sumando cierta actualidad: tanto de la realidad política como de la medio ambiental. Si bien se trata de una ficción, es imposible ver la serie sin que los televidentes/usuarios busquen paralelismos con la realidad argentina y mundial. “Nos reímos mucho de eso porque aunque se escribió hace más de cuatro años, el paralelismo con la realidad está", confiesa Amigorena. "Recuerdo que en 2019 leí en el libreto que Noriega iba a presentar un DNU si no salía la ley y les pregunté a los guionistas qué era eso, y hoy todos sabemos de qué se trata. O el tema del litio, que la serie trata como la ley que el presidente promueve como sea, y que en aquél momento era incipiente”. “Parece que el guión lo escribió alguien que venía del futuro”, subraya Roger, entre risas.
-¿Les causa intriga saber cómo la gente va a asociar personajes y situaciones de la trama con la realidad actual?
Elena Roger: -Tengo intriga de qué le va a pasar a la gente al verla, no simplemente si la va unir o no a la actualidad o a la política del mundo o lo que sea... sino qué le pasa, si realmente lo atrapa lo que ve, más allá de la política. Qué le pasa con la historia en sí misma. Eso es lo que me intriga... Ojalá que atrape esa trama y no tanto lo otro. Lo otro es una nota de color, es el ámbito, es el lugar en que se da la trama.
Mike Amigorena: -Claro, las humanidades de estos personajes, que no tienen una única capa. Fue un gran desafío componer a un presidente que ejerza ese poder y que a la vez sea un ser humano, que no imposte, que se muestre dubitativo y que a su vez sepa dirigirse a su pueblo, a su gabinete.
Diego Velázquez: -La mente del poder no es un thriller político. Es un thriller psicológico y lo más importante es lo que se arma entre los cruces de los personajes. Más allá de que puedas asociar o no algo, hay algo muy claro también: es una fantasía. Porque también es una fantasía este vínculo del psicólogo y del presidente, porque no sabemos nada de los psicólogos y de los presidentes, aunque nos encantaría…. Todo es fantasía, aunque obviamente sucede acá y hay algunas cosas van a resonar.