El bar de Osvaldo ofrece, desde las pizarras que cuelgan de sus paredes, pizzas de todos los tamaños y variedades. Hay chicas, grandes y de algunos gustos que no vi en otros lugares. Me sorprende tanto empeño en anunciarlas y no puedo con mi curiosidad:
–Buen día Osvaldo. ¿Qué onda, piensa competir con Güerrín o con El Cuartito?, le pregunto a mi mozo favorito.
–Me extraña su pregunta Don Hugo, porque con las pizzas que amasa Olga, mi señora, ninguna se puede comparar. Pero sí. Voy a competir. Y si le sacó algunos clientes a ese Cuartito gorila, me doy por satisfecho. De Güerrín ni hablemos porque sólo le queda la fama, la pizza de ahí cada vez se parece más a la de Kentucky, con gusto a cartón y a muzzarella de goma.
–Bue, se agrandó Chacarita, la pizza es sobre todo para los domingos a la noche, y este barsucho ese día está cerrado.
–Dios mío, usted como todos los periodistas, se equivoca casi siempre. Tira nueve de diez afuera. El día que pruebe la pizza de Olga va a comprarla para guardar en el freezer y comerla cuando se le dé la gana. Le confieso que nosotros íbamos al Cuartito un domingo por mes con el Beto, mi hijo, Olguita y Luciana, mi nuera. Íbamos temprano para no tener que hacer la cola que se forma en la puerta a partir de las ocho de la noche. Hasta elegíamos mesa. Los pibes se tomaban un par de birras y mi señora y yo unos Moscatos bien berretas. Porque el Moscato cuanto más ordinario es, mejor gusto tiene. Los mozos nos conocían y no sabe cuánto disfrutábamos el encuentro. Después le entrábamos al flan: uno solo con cuatro cucharitas nos alcanzaba. Luego de comer las pizzas con fainá y doble muzza, no nos cabía nada más. Olga siempre decía que su pizza era mejor, y los chicos la cargaban porque nunca había hecho ninguna. Pero de repente se pudrió todo y decidimos no ir más.
–Ya adiviné Osvaldo, se enojaron por la chupada de medias que le hicieron a la vicepresidenta.
–¡Y qué le parece Don Hugo, como para no enojarse! Yo entiendo que a esta mujer la votó la gente y no me parece mal que la atiendan como lo que es. Pero de ahí a armar todo ese circo que armaron con una persona que defiende a genocidas hay una gran distancia. La aplaudían esos mismos mozos que nos atendían a nosotros y que se hacían los peronistas. Yo no sé si lo hacían de cholulos o de boludos que son, nomás. Le regalaron una remera, la llevaron a la cocina, le hicieron cortar una fugazzeta como si se tratara de un arte exquisito, y se sacaban fotos como si la mina fuese Taylor Swift. Unos amigos del Beto que estaban ahí le contaron que la poca gente que había no les dio pelota a ella ni a su comitiva. Pero que los empleados se baboseaban casi todos.
¿Quién puede discutir la pizza del Cuartito, jefe? Nadie. Pero Luciana y el Beto le hicieron la cruz y la verdad que tienen razón. No les pedían tanto, che. El Cuartito, cancelado, como dicen ahora cuando quieren repudiar algo. Así que Olguita se puso a amasar y ahora nos juntamos en casa. Al final supimos que era cierto: la pizza de mi señora es la mejor del mundo. Pasar de la mesa familiar a amasar pizzas para este boliche fue solamente un paso. Y no sabe lo bien que la estamos vendiendo. Tres tamaños: individual, chica y grande. Y por ahora cinco opciones como figura en las pizarras, pero Olga va a ir sumando variedades porque cuando agarra el palo le amasa hasta las ideas. Y eso que no tenemos delivery, pero en cualquier momento traigo un par de pibes del barrio y les presto mi bicicleta para que repartan por la zona. La próxima creación va a ser la grande de muzzarella a la Iker.
–¿La pizza Iker? ¿Por qué Iker, Osvaldo?
–¿Pero usted en qué país vive Don Hugo? Me extraña araña, Iker Muniain, el nuevo ídolo azulgrana. El vasco que es hincha de River y que el muñeco Gallardo no quiso contratar. El tipo se venía desde Bilbao porque quería terminar su carrera con la banda roja. Es lo único malo que tiene el Iker, es gallina hasta los huesos. Pero ustedes lo dejaron pasar para pagar doce millones de dólares por Villagra, que en Talleres la rompía pero en River se para en la mitad de la cancha para mirar el partido desde una posición privilegiada. O Fonseca, que mostró algo más pero que alterna buenas y malas. Y no hablemos de Kranevitter que siempre tuvo buena prensa pero a mí nunca terminó de convencerme. Además que se lesiona demasiado seguido y pierde continuidad. Agregue que fueron ingratos con Zuculini, que hizo varios goles importantes y dejaba el alma en la cancha.
–Mire Osvaldo, le doy la derecha en casi todo, pero creo que el Muñeco al final lo va a hacer jugar a Villagra y volverá a ser lo que era. Lo mismo con Fonseca. La gente es impaciente pero Gallardo ya va encontrando el equipo. Hasta Lanzini viene rindiendo más desde su llegada. Y como si fuera poco le sigue haciendo goles a Boca. Eso garpa todo. Además al nuevo ídolo de ustedes habrá que verlo en más partidos, porque hasta ahora jugó un ratito nomás.
–Ok Don Hugo, pero nosotros estábamos deprimidos y la llegada del Iker nos devolvió la esperanza. Cada vez que entra se cae la cancha de la ovación. Es como cuando Cristina entra a los actos en el “conurba”. La hinchada se enloquece y se esperanza. Y la Jefa parece decidida a recuperar protagonismo y ese rol que tanto y tantos le reclamaban. El Beto y Luciana no se la pierden nunca. A veces van a los actos y cuando no pueden la ven por la televisión. Pero siempre están. El miércoles fueron a la marcha por la Universidad. El Beto solamente terminó la secundaria, eso sí, también en la escuela pública, pero la piba tiene títulos universitarios, en Letras y en Historia. En cualquier momento lo convence a mi pibe y me lo hace seguir estudiando, que es lo que siempre quisimos Olguita y yo. El año que viene hay elecciones y tenemos que tener una opción para derrotar al Peluca. Todo está cada vez peor y, si después del aumento enloquecido de las tarifas, en el verano llegan los cortes de luz, este país va a ser invivible. Por ahora Cristina y Axel nos encienden la llamita. Sueño con que sean el “uno para el otro”. Como el Iker Muniain y San Lorenzo. Porque Muniain será muy vasco, pero ahora, además, es un nuevo “gaucho de Boedo”. Y ustedes se lo perdieron Don Hugo. ¡Se lo perdieron!