Al hablar en la basílica de Luján en la homilía de la misa central que cerró la tradicional peregrinación al mayor santuario católico del país, el arzobispo de Buenos Aires, Jorge García Cuerva, hizo un categórico llamado a la unidad de las y los argentinos señalando que “todos vamos para el mismo lado”, sin dejar de advertir que “perdimos justicia, perdimos fuentes laborales, perdimos oportunidades, pero acá estamos” y señalando que “frente a las crisis, los sabios buscan soluciones, los mediocres culpables”.

La peregrinación a pie a Luján, cuya primera edición se hizo en 1975, se convirtió en una de las mayores manifestaciones religiosas del catolicismo en la Argentina y siempre se ha caracterizado por canalizar reclamos vinculados a la realidad social, bajo el lema inspirador de la “justicia social”. Es un evento religioso cultural que –admitido por los propios organizadores- convoca también fuera de los límites estrictos de la feligresía católica.

Siempre en tono de plegaria religiosa y acorde con el lema “Madre, bajo tu mirada, buscamos la unidad” que sirvió de motivo para los miles de peregrinos y peregrinas que caminaron hasta Luján desde la parroquia de San Cayetano, en el capitalino barrio de Liniers, en su alocución frente a los fieles, especialmente jóvenes, reunidos en la plaza frente al santuario de la Virgen patrona del país, García Cuerva insistió desde distintas perspectivas en la necesidad de la unidad.

Al conmemorarse el cincuenta aniversario de la primera peregrinación a pie el arzobispo trajo al presente palabras pronunciadas por los jóvenes caminantes en aquella ocasión en las escalinatas del santuario. “En cada paso que dimos hasta aquí hemos experimentado lo que es ser pueblo que camina unido hacia su ideal de libertad y justicia. Y es por eso que vinimos. Es que los jóvenes estamos comprendiendo cada vez más que tomamos parte de un pueblo, el pueblo de Dios en América Latina, cuyo corazón son los humildes y los trabajadores”, repitió ahora García Cuerva. Y subrayó que “la peregrinación es una marcha con otro” porque “no caminamos solos; aunque quizás haya habido momentos de meditación personal o tramos caminados un poco más a solas, vivimos una experiencia muy profunda: la secreta alegría solidaria de que ‘todos vamos para el mismo lado’ ”.

A lo largo del camino miles de peregrinantes incorporaron, a sus ruegos de corte religioso, solicitudes a la Virgen por temas directamente vinculados con la situación económica, la pobreza y la demanda de justicia social, algo que también quedó reflejado tanto en algunas banderas de quienes caminaban y en otras que portaban los que alentaban desde el borde de la ruta. En la caminata los fieles fueron asistidos con alimentos, agua y una posta sanitaria para quienes lo necesitaran.

En su plegaria a la Virgen el arzobispo le pidió que pose su mirada en “tu pueblo cansado, mira a tu pueblo que está haciendo un gran esfuerzo para sostenerse en la esperanza, para ponerse la Patria al hombro y sobrellevar la crisis que nos atraviesa hace años”.

Pero, de inmediato y en tono de denuncia a la dirigencia pero sin hacer un señalamiento directo a nadie, advirtió que “frente a las crisis, los sabios buscan soluciones, los mediocres culpables”. Y subrayó que “hay muchos mediocres que frente al lacerante y doloroso 52,9% de pobreza se pusieron a buscar culpables”.

“Por favor únanse detrás de dos o tres temas importantes para los todos los argentinos”, pidió García Cuerva. “Pidamos la humildad de trabajar con otros, de generar consensos y acuerdos y de tender puentes porque lo más valiente que podemos hacer es pedir ayuda y eso no es signo de rendirse, es justamente lo contrario, es negar a rendirse”, siguió diciendo el arzobispo.

Con una mirada que se entendió dirigida a la dirigencia política en general pidió también que “no nos rindamos a ser hermanos, a buscar soluciones juntos, a construir una Patria más justa y más fraterna, a liberarnos de prejuicios, odios y enfrentamientos estériles”. Un pedido que había hecho antes al manifestarle a la Virgen que el “decirte Madre no une” porque “allí está el fundamento para empezar a construir la unidad nacional tan anhelada”.

“Como pueblo, todos tan distintos, todos tan iguales”, dijo García Cuerva, “hemos aprendido que solos es más difícil, que nos necesitamos, que aunque distintos, somos la familia de Jesús y de María; por nuestras venas corre la misma sangre, la de hijos de Dios que caminan a la casa de la Madre”.

Y dirigiéndose otra vez a la Virgen en forma de plegaria, el arzobispo le dijo que “nos miras con ternura, sin juzgar ni reprocharnos nada” y “tu imagen parece tener los parpados caídos, como las madres agotadas que por las noches salen a buscar a sus hijos a las calles y pasillos de los barrios atrapados por la droga”, retomando también un tema del que se hizo eco la semana anterior la Comisión de Pastoral Social del episcopado. 

En ese contexto también hubo una referencia directa a “sus hijos enfermos, de sus hijos jóvenes angustiados por no poder concretar sus proyectos de vida, y de sus hijos que no llegan a fin de mes para alimentar a sus familias”. Y elevó su plegaria por el “pueblo que está haciendo un gran esfuerzo para sostenerse en la esperanza, para ponerse la Patria al hombro y sobrellevar la crisis que nos atraviesa hace años, (…) pueblo peregrino, que viene con todas sus intenciones, con sus heridas, y esperanzas”. Necesitamos “ser mirados por tus ojos grandes, claros y azules porque tu mirada no está empañada por prejuicios; con tus ojos nos mirás a todos, sin excluir a nadie”, dijo el arzobispo.

Reiterando lo que fue el eje de toda su homilía García Cuerva volvió a decir que “seguimos buscando, no nos vamos a resignar, porque buscamos de la mano de María”. Y a modo de conclusión de su plegaria se dirigió nuevamente a la Virgen para decir: “Madre, bajo tu mirada, buscamos la unidad: tu manto celeste y blanco nos incentiva a seguir buscando la unidad entre los argentinos, a no resignarnos al enfrentamiento constante, a profundizar las grietas y heridas”.

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