Los organizadores calculan que más de un millón de peregrinos caminó hasta la Basílica de Luján, en la quincuagésima edición de la tradicional peregrinación juvenil, que constituye el evento religioso más importante y masivo del país. 

Una señora que integra la parroquia San Francisco de Asís, de la localidad de Tigre, en el conurbano norte, comentó que “siempre viene mucha gente, pero esta vez somos más. En parte por los cincuenta años, porque el número redondo convoca, pero sobre todo por la mala situación económica y social que estamos viviendo. No es sólo lo material. La gente tiene mucha necesidad de escucha y en la parroquia la encuentra. Nuestro sacerdote es muy bueno para eso”.

Para los voluntarios de las parroquias, el fin de semana de la peregrinación es la coronación de un trabajo que lleva todo el año. Durante meses, prepararon espiritual y psicológicamente a sus fieles, recaudaron fondos a través de rifas y choripaneadas para hacer la excursión más accesible y previeron cada detalle logístico.

Ocurre que el dinero, este año, era un tema importante: de alguna manera, hay que cubrir o conseguir el transporte y la alimentación, y las empresas que donan habitualmente a las parroquias tienen números muy ajustados.

El objetivo es que la experiencia sea satisfactoria y el que vino, además de volver, traiga a los que tiene cerca, para que el grupo siga creciendo año a año. Así lo explica Daniel, de la parroquia San Juan Bosco de Lomas del Mirador, partido de La Matanza, al comando de un pequeño campamento, entre ollas de mate cocido y de sopa y área de descanso, que incluye hasta tres sillas de ruedas para los que no dan más y una masajista.

“Vinimos durante los noventa, estuvimos más de quince años sin venir y recomenzamos hace tres. La explicación es simple. Nosotros éramos el grupo de jóvenes, nos hicimos grandes, nos alejamos y no hubo trasvasamiento generacional. Volvimos para resolver eso, para volver a poner en marcha a los pibes”, dice con entusiasmo este cuarentón, rodeado de sus amigos cuarentones y de los hijos adolescentes, fatigados por el camino.

Religiosidad popular

Gente de todas las provincias se acercó a suelo bonaerense para orar, pedir y agradecer a la santa patrona de Argentina en este momento crítico. El Estado provincial, a través de sus distintas agencias, se hizo cargo del operativo.

Si la sociedad argentina tiene, aunque hoy amenazadas, una salud y una educación públicas de las que todavía se enorgullece y la distinguen en la región, el fervor y la masividad de su religiosidad popular la igualan con el resto de los países latinoamericanos.

Eso es lo que se vio, sintió y palpó, desde las primeras horas de la noche del sábado y durante toda la madrugada del domingo, a medida que los peregrinos que habían partido a pie desde Liniers, llegaban al acceso a la Basílica de Luján, para ver y honrar a la virgen.

La arquitectura colonial del centro de la ciudad, la enorme cantidad de gente, de todas las edades y clases sociales, aunque con mayoría de extracción popular, la multiplicación de micros y combis preparados para emprender el regreso y los voluntarios que, con banderas y estandartes, megáfono en mano, voceaban los nombres de sus parroquias para reconstruir sus grupos, que se habían ido desgranando a lo largo de la jornada, por los distintos ritmos de caminata: todo eso compuso una postal profundamente latinoamericana y, sobre todo, marechaliana.

La plaza principal era el epicentro de la actividad. En un escenario propio de un festival de rock, los sacerdotes se turnaron para celebrar varias misas consecutivas, para que ningún caminante se quedara afuera. A pocos metros de allí, entre los puestos que vendían artículos de santería, recuerdos de la virgen y fotos del papa Francisco, había cierto enojo con Marcos Galperín: “A nivel comercial, es el día más importante del año para nosotros. Justo hoy no anda bien Mercado Pago”, se lamentaban. 

Desde los puentes que cruzan el río, se veían las máquinas que este lunes retomarán los trabajos de construcción de la costanera. Los peregrinos habituales comentaban entre ellos la evolución de esas obras.

Muchas parroquias tienen el hábito de llevar una “caja de intenciones”, una especie de urna en la que sus fieles colocan papelitos con sus pedidos, que después quedan junto a la imagen de la virgen. Hay pedidos de trabajo, de salud, de familia y también hubo otros más particulares. 

Ataviados con sus colores, los hinchas de Racing fueron a pedir la copa Sudamericana. Casi una imitación de su técnico Gustavo Costas, que besa obsesivamente la medalla de la virgen colgada de su cuello. Los de Gimnasia fueron a agradecer la permanencia en primera división, tras unos años de sufrimiento sostenido.

Entre la multitud hubo de todo: jóvenes, adultos mayores, familias completas y personas con movilidad reducida. La Virgen de Luján tiene millones de devotos en Argentina, que en el trayecto hacia ella practican la solidaridad y construyen comunidad. Ella es, para los que caminaron, más allá de cualquier intento de apropiación cultural o discursivo, la verdadera fuerza del cielo, la que conocen, en la que creen.

En primera persona

“Fue mi primera vez, estoy agotada pero feliz”, le dijo a Buenos Aires/12 Patricia, oriunda de Claypole, que anda por sus cuarenta y pico. Habla sin cambiar de posición. La espalda recostada sobre el pasto, los pies hacia arriba, contra una pared, para agilizar la circulación sanguínea y deshinchar las piernas.

“El año pasado mi hijo tuvo un accidente con la moto. Se fracturó los cinco dedos del pie. Antes de que lo operen, yo le pedí a la virgen que no le pusieran clavos. Y fue así. De los cinco dedos, sólo tiene un clavo en uno. Entonces les comenté mi promesa a mis compañeros de la secundaria nocturna donde curso y varios me prometieron sumarse. Pero en los últimos días, por distintos motivos, tuvieron que cancelar. Así que me vine con la Obra de Don Orione”.

Beto maneja, desde hace años, el kiosco y santería "El Milagro", sobre una de las calles laterales. Coincide con el diagnóstico de que "este año vino más gente que nunca" y agrega que "la peregrinación genera un clima muy especial, que el que no lo vive no puede entenderlo". "Vendí todas las gaseosas que traje, las de línea Coca y las de línea Manaos, que valen la mitad", agrega. "Nada de alcohol. Cero."

Si bien el color dominante de la peregrinación es popular,  la multitud es heterogénea en cuanto a su composición social. Los vehículos de apoyo, estacionados sobre las veredas y en cualquier hueco disponible, lo confirman: hay camionetas nuevas, la mayoría no lo son tanto y se observa algún Ford Falcon o Rastrojero que envejece con dignidad. Entre esos vehículos, se encontraba la Traffic ploteada con las leyendas "Parroquia San José" y "ni un pibe menos por la droga". Es la iglesia del Padre "Tano" Angelotti, que días pasados recibió la visita de la ex presidenta Cristina Fernández. 

Ya en la mañana de domingo, el padre Leonardo Silio, cura villero de los Hogares de Cristo, de la zona de Moreno, dialogó unos minutos con Buenos Aires/12 a pesar de haber dormido muy poco. "Creo que el lema fue un acierto, porque la unidad es lo opuesto al egoísmo". 

Silio dice haber visto mucha más gente que en las ediciones anteriores, pero también la notó más sensible, más emocionada. "A lo largo del camino conversé  y escuché a mucha gente. Un pedido reiterado fue por la Patria, por la paz social, por la unidad de nuestro pueblo, algo que no ocurre todos los años".  

También entiende que "hay una percepción generalizada de que algo está muy mal y no sólo en términos económicos. La primera peregrinación, en 1975, fue por la Patria. Hoy, cincuenta años después, es por la unidad, o sea un pedido muy similar". 

"La fe de nuestro pueblo es sencilla: cuando percibe se pone en movimiento", concluyó.

Despliegue

La multitud constituyó, gracias al operativo de la provincia y a los voluntarios de las parroquias, una prolija marea humana que fue copando las inmediaciones de la basílica y todo el centro de Luján y sus alrededores.

El operativo incluyó 1400 policías, 2 helicóperos, 11 ambulancias, 4 unidades sanitarias móviles (trailers), 36 médicos, 52 promotores de salud, 6 postas de hidratación 3 de alimentación, 7 puntos de reciclaje, el escenario para las misas y el operativo vial.

El intendente Leonardo Boto, acompañado por un grupo de funcionarios, alternó entre el Centro Operativo de Emergencias, COE, ubicado en el campus de la Universidad Nacional de Luján y las inmediaciones de la basílica, chequeando los detalles del operativo que encabezó el ministro de Seguridad Javier Alonso. 

Desde su puesto en el COE, la jeda de Asesores, Cristina Álvarez Rodríguez coordinó el trabajo de las distintas agencias públicas provinciales involucradas: Salud, Seguridad, Infraestructura y Desarrollo de la Comunidad. "Para la Provincia es un honor tener la casa de la Patrona de la Argentina, la Virgen de Luján. Esta no es una peregrinación más, es la número 50 y es un aniversario muy especial por la situación que atraviesa nuestro país y las dificultades que tienen las familias", dijo a Buenos Aires/12.

"El lema este año es Madre, bajo tu manto construimos unidad. Como sociedad, es exactamente lo opuesto al sálvese quien pueda. El Papa Francisco nos dijo que el lema del gobierno de Axel tenía que ser amar y ayudar. Para eso estamos, para amar, para ayudar y para poner el cuidado que un Estado tiene que tener”, agregó.