Cuando Osvaldo Baigorria regresó a la Argentina después de una experiencia nómade por América y Europa, su padre le contó que había sido un croto. Ese descubrimiento cambió notablemente la percepción que tenía sobre él y sobre el vínculo con su madre. "Durante más de quince años conocí en carne propia la trashumancia, la venta de artesanías y bisuterías en plazas y calles de muchas ciudades, las cosechas de manzanas, peras y ciruelas, las changas temporarias en la siembra de árboles, los trabajos ocasionales como bombero en incendios forestales. Así que naturalmente me atrajo leer y conocer más sobre la vida linyera de principios del siglo XX", cuenta el autor de En Pampa y la vía (Blatt & Ríos) a Página/12.

Este volumen reúne las historias olvidadas de crotos, trotamundos, linyeras y buscavidas que recorrieron el vasto territorio argentino a principios del siglo XX. Baigorria recupera esas andanzas marginales y explora la subcultura de la resistencia, el espíritu nómade que impulsaba a ciertos sujetos a dejar las obligaciones impuestas y lanzarse "a la vía". El proceso de investigación fue muy artesanal, propio de la era analógica: el autor recorría bibliotecas y llamaba por teléfono de línea para concertar encuentros presenciales. Hoy probablemente sería muy distinto. Según Baigorria, esa metodología "aportó tiempo de reflexión, elaboración y preparación de las entrevistas, aunque sin duda era lento y fastidioso tener que contactar, por ejemplo, a personas empleadas en los archivos de distintos diarios que me dejaran buscar y fotocopiar recortes de notas sobre crotos y linyeras, o recorrer bibliotecas populares donde podía quedarme horas leyendo y anotando en un cuaderno". "Bueno, así se trabajaba en los años 90", recuerda.

–En este libro aparece tu voz como entrevistador. Muchos de los entrevistados fueron crotos en su juventud y luego "sentaron cabeza". ¿Cómo fue la experiencia de entrevistar a tus propios padres sobre aquella época?

–Más que entrevistas, eran diálogos que tenía cuando iba a almorzar a casa de mis padres y les contaba cómo iba mi investigación sobre los crotos. Allí mi viejo me preguntaba qué había averiguado y hacía sus propias acotaciones e intervenciones sobre los testimonios de los diversos entrevistados. Transmitía su propia vivencia, con anécdotas personales, sobre la vida y costumbres de los crotos de campo que él había conocido.

–Entre esas comunidades circulaban discursos fervorosos sobre la libertad, cierta reivindicación del acto de deserción frente a un sistema muy instalado que gira en torno a las obligaciones del trabajo y la familia. En el capítulo 2 señalás que hubo un secuestro del término "libertario" por parte de los neoliberales de ultraderecha. ¿Cómo pensás esa reapropiación en el presente?

–Se dice que ya en el siglo XVIII existía el término inglés "libertarian" como forma peyorativa de referirse a los partidarios del libre albedrío. Pero los anarquistas fueron los primeros en usarlo en forma positiva. En 1857 y 58, el anarquista francés Joseph Dejacque lo utiliza por primera vez en sus panfletos y en el nombre de su periódico El libertario. Desde ese momento y hasta hace poco esa palabra fue sinónimo de anarquista, aunque ya en las últimas décadas del siglo XX comenzó a circular en Estados Unidos un libertarismo que, si bien coincidía con el anarquismo en su cuestionamiento al Estado, defendió a ultranza la propiedad privada frente a la injerencia estatal. Mientras tanto, decaía la influencia anarquista en los movimientos sociales, y los progresismos y las centro izquierdas abandonaron el discurso sobre la libertad para centrarse en la defensa de un Estado que regula, tutela y controla la vida pública y personal, además de que las izquierdas autoritarias en todo el mundo siguieron siendo profundamente liberticidas. Pero el mito de la libertad sobrevivió en el imaginario y es allí donde la ultraderecha encontró lo que podríamos llamar un significante vacío para proponer otra hegemonía.

"Cuándo yo era chico, el croto era un trashumante que venía a contar algo de lo que pasaba en otros lados", escribe Baigorria. Los crotos eran portadores de historias y noticias, había un vínculo estrecho entre la vida nómade y la transmisión oral de narraciones. Sobre ese fenómeno, el autor reflexiona: "Parece que hay una devaluación de la experiencia del relato personal, cara a cara, sobre hechos lejanos en tiempo y espacio. Casi todo hoy nos llega a través de pantallas y a pantallazos, fragmentado, y supongo que mucha gente debe creer que es lo mismo leer o mirar una historia en video que escucharla en persona de quien la ha vivido. Es parte de la enajenación y la angustia que provoca encontrarse con el cuerpo del otro en el mundo alienado en el que vivimos, que por cierto se agudizó a partir del aislamiento social durante la pandemia".

En su obra hay una suerte de hilo conductor que une varias de las exploraciones literarias en las que se ha embarcado a partir de ideas centrales como la deserción, el nomadismo, el tiempo libre y el tiempo productivo. Por mencionar dos casos: Sobre Sánchez recupera de manera fragmentada la biografía del escritor vagabundo Néstor Sánchez; su extraordinaria antología titulada Con el sudor de tu frente reúne varios textos que problematizan las nociones de trabajo y ocio. Cuando se le pregunta por qué le interesan esos temas, responde: "Me atraen las figuras de quienes huyen y rechazan todo lo que la sociedad les ofrece aunque puedan perder la comodidad, la salud y a veces hasta la vida. Con diferentes intensidades y duraciones, tenemos en la literatura los gestos de Rimbaud, Reinaldo Arenas, Néstor Sánchez, Kerouac y otros, incluido el coronel Manuel Baigorria que se fugó a los ranqueles y sin duda el personaje del gaucho matrero que como Martín Fierro se refugiaba en las tolderías indígenas. No sé, será por herencia paterna, por esos modos misteriosos en que funciona el inconsciente".