El sujeto político del artículo 75, inciso 17, de la Constitución Nacional, las comunidades indígenas de toda la Argentina no sólo participaron de modo intenso y definitorio durante los debates de los convencionales en 1994 sino que ese momento, bisagra, abrió una etapa de creciente protagonismo de los líderes de cada pueblo en la defensa de sus existencias y futuros.

Referentes (pocos) de los originarios recordaron para Salta/12 las expectativas de esas definitorias jornadas en Santa Fe a la vez que analizaron las consecuencias en los hechos y los desafíos actuales tras el cambio en el vínculo jurídico con el Estado argentino.

Jorge Nawel, werken (vocero) de la Confederación Mapuche de Neuquén viajó entonces a Santa Fe junto a Roberto Ñancucheo a tratar de incidir en esos debates y hoy a 30 años detallaó: “fuimos a cuestionar la injerencia que tenía la Iglesia en esa reforma. Nosotros estábamos en la autonomía, la libre determinación, cuestionar la política de Estado, la descolonización de los 500 años del Vaticano y la corona española”.

“Aparece la reforma constitucional y había que tirar a la basura eso de 'convertir a los indios al catolicismo' y, de pronto vemos a la Iglesia (la Pastoral Aborigen) invirtiendo esfuerzos, recursos, logística, llevan más de 200 de indígenas a Santa Fe. Y dijimos '¿otra vez la Iglesia?'. Eso nos cayó muy mal así que fuimos nada más que a denunciar eso y a pelear por que la cuestión indígena quede dentro de la parte dogmática de la Constitución”, recordó el referente mapuche.

Y agregó en tono autocrítico: “aunque hablamos ardientemente, los indígenas del norte nos miraban, nos escuchaban, pero miraron para otro lado. Con el tiempo yo asumo que por suerte estuvo la Iglesia, porque hubiera sido imposible semejante movida logística y haber permanecido allí sin el apoyo del ENDEPA, que fue una corriente de pensamiento dentro de la Iglesia muy piola de reivindicación”.

Nawel se refería a la Pastoral Aborigen, institución de la Iglesia Católica con una presencia relevante en el apoyo a las luchas por los derechos de las comunidades principalmente en el reclamo por tierras y, también para llevar a Buenos Aires sus problemas, sensibilizar organismos y legisladores en el marco de un desconocimiento de su existencia estructural en la sociedad.

Para Mercedes Velárdez, joven vocera de los Tolombones (habitan ancestralmente la zona de Trancas, norte tucumano), el cambio constitucional permitió que la provincia de Tucumán “adhiera con el artículo 149 en la Carta Magna provincial, lo que marca un antes y un después en el reconocimiento de nuestra preexistencia. Estas reformas jurídicas nos brindan herramientas para la defensa de nuestra identidad territorial, pese al sistema jurídico colonial y patriarcal y que el acceso a la justicia para el Pueblo Tolombón es una preocupación de todos los días”.

Aunque destacó las herramientas con que cuentan las comunidades indígenas, la joven mencionó la desigualdad en la contienda al puntualizar “el costo económico que implica poder defendernos de los ataques de persecución y hostigamiento de los supuestos terratenientes usurpadores que nos inventan causas para amedrentarnos y que desistamos al reclamo de nuestros derechos colectivos”.

En tanto, Roberto Aramayo, del Pueblo Nación Diaguita, la reforma constitucional de 1994 apuntó a la relación Estado-Pueblos Originarios y el rol de los gobiernos y los políticos en ese vínculo.

“A más de 30 años de la reforma constitucional y más de 200 años de relación, creo que el saldo es poco positivo porque el Estado argentino no tuvo la voluntad política de llevar políticas de reconocimiento histórico a poblaciones milenarias”, indicó.

Y reclamó “un gran cambio, voluntad política de los gobiernos de turno, que reconozcan la biodiversidad, que la monocultura no es bueno, el pensamiento único no es bueno, creo que la alternativa de estos tiempos es la diversidad cultural porque así nos enriquecemos todos, que podamos trabajar de manera intercultural y no en una cultura hegemónica como la que hoy rige en el Estado argentino”.

“Necesitamos voluntad política del Estado argentino, de los gobiernos, de las provincias y de los municipios. Necesitamos transformar esta realidad con un Estado más justo, más equitativo y armonioso, siempre respetando a nuestra madre naturaleza que hoy está en riesgo por el monocultivo, la megaminería y el extractivismo despiadado y cruel de los bienes naturales”, concluyó el referente diaguita.

Las leyes surgen de las luchas de los pueblos y los colectivos -trabajadores, mujeres, estudiantes, afrodescendientes, LGTB- pero una vez establecidas, comienza otra etapa, el día a día (en este caso) de las comunidades es la verdadera batalla. De esto también da cuenta Orlando Carriqueo, werken (vocero) del Parlamento Mapuche Tehuelche de Río Negro, le dijo a Salta/12, que la vida cotidiana de las comunidades que representa se desenvuelve entre desalojos, audiencias, conflictos territoriales y hasta “fusilamientos de peñis (hermanos) esposados por parte de la policía”.

Para Carriqueo, el artículo 75, inciso 17, “no se aplica ni en los Tribunales, ni en la Legislatura, ni en los Poderes Ejecutivos, con lo cual, más allá de que está redactado y los convenios internacionales que esa misma Constitución suma al plexo normativo, ejercer ese derecho en la Argentina en estos años ha sido casi imposible y ni hablar con gobiernos de derecha que están marcando un retroceso para la democracia en sí”.

Por su parte, el experimentado excacique de los Quilmes Francisco “Pancho” Chaile no ocultó su frustración por la falta de aplicación de la normativa y al advertir el peligro que se cierne sobre las comunidades si la Ley 26160 (impide desalojos de las tierras ocupadas por indígenas) no es prorrogada; llamó a “repensar nuestra situación y hay un camino, que es salir a la calle a protestar. Hay gente que está sembrando miedo, metiéndonos 'en cana', así que yo creo que es un momento muy difícil de mucha incertidumbre y de esperanzas perdidas. Tenemos que pensar que Dios, la Pachamama no se han muerto, hay que tener fe en nuestra espiritualidad”.

Y agregó: “tenemos que juntarnos y reforzarnos espiritualmente. Algún camino para salir habrá, si la Pacha nos permite, nos ayuda, nos da fuerza. Creo que son momentos de unidad, de pensamiento. La ambición de esta gente, de los empresarios, de los gobiernos, la corrupción tan grande que hay, entonces vemos que la única fuerza somos nosotros mismos, nuestros hermanos para defender nuestra tierra”, concluyó el diaguita.