Llego a un barrio desconocido que parece salido de un cuento de hadas, una casita color pastel pegada a la otra, balcones que piden serenatas, altillos con pequeñas ventanas, frentes estallados en hortensias que tientan a cortar una flor. Un silencio de campo. La casa de Marcelo Iripino es blanca como sus dientes que saludan triunfantes, en pose de danza, cada vez sonríe con toda la cara. Ames u odies la televisión, todo el mundo sabe quién es Marcelo Iripino. El chico de los pelos parados que supo brillar bailando al lado de un auto 0km o dirigiendo un multitudinario musical en el Estadio de Quilmes. Iripino se convirtió en el bailarín de la TV de los 90, ángel guardián de Susana Giménez y embajador de las coreografías en cámara rápida. Un cuerpo electrificado que genera tornados a su alrededor cuando da un giro, un temporal de alegría contagiosa, una fiesta hecha persona.

Nacido en el barrio de Floresta, criado como el hijo del medio por una madre dulce ama de casa y un padre de pocas palabras que trabajaba en un frigorífico, el bailarín y coreógrafo abandonó la casa familiar a los quince años para vivir con una amiga en su departamento de Almagro. “No soportaba más las peleas de mis padres, tenía que irme o desaparecer”. Antes de ser elegido por Susana Giménez, Iripino trabajó con Violeta Rivas, cantó vestido de marinero con un grupo que no vendió ni un solo disco en el estudio de Xuxa y en La noche del domingo

Y en todo ese recorrido tuvo al lado al hombre con quien comparte hasta el nombre. Marcelo, su marido y pareja desde hace 37 años, cubre desde otra habitación los agujeros en la memoria de Iripino. Completa su historia porque él forma parte.

En exclusiva para el Suplemento SOY, Marcelo Iripino narra la importancia de Michael Jackson en su profesión, los recuerdos de dirigir a Nelson de la Rosa, cómo fue elegido en ese casting que le cambió la vida, el temor a perder trabajos cuando se casó con su marido y qué le dijo Susana Gimenez al momento de contarle que era gay.

¿Cómo fue tu infancia?

-Fue una infancia bastante complicada, de chico en la primaria sufrí mucho. Me hacían bullying, yo de niño era muy prolijo. Las zapatillas tenían que estar muy blancas, el guardapolvos muy blanco. Y mis compañeros me escupían las zapatillas, me manchaban todo el guardapolvos. Yo miraba y admiraba a las mujeres, porque siempre estaban impecables, de pelo, de uñas, todo. Tenía una cosa más femenina, de hecho jugaba con mis compañeras y no con los chicos. Entonces me cargaban, me gritaban ‘’Ahi va el maricón!”. Y yo no tenía defensa, mi única defensa era largarme a llorar. Mis padres han tenido que ir muchas veces a hablar al colegio porque yo no quería volver. -No quería hablar, no quería salir, lo que provocaba eso en mí era esconderme, no querer tener conexión con nadie. Me cuidaban mis compañeras de colegio, mis amigas.

 

¿De qué manera te cuidaban?

-Me hablaban, me decían que no les de bolilla. Era un diálogo más naif, pero me cuidaban mucho. Recién en sexto grado logré ignorar a los compañeros que me agredían. Me armé una coraza para no sufrir. Porque en esa época que te digan maricón no era como ahora. También recuerdo que tenía un compañero que era recontra femenino, pero recontra, y yo lo veía cómo no le importaba nada

¿Nunca hablaste con él del tema?

-No, nunca hablamos de lo que estaba sufriendo, pero yo observaba su carácter tan maravilloso y me preguntaba por qué yo no podía ser así. Solo me recluía. Mi infancia fue difícil por el colegio pero también por lo que pasaba en mi casa. Mis viejos no se llevaban bien, se peleaban mucho y yo padecía todo eso, a diferencia de mis hermanos. Era la clásica pelota de ping pong, siempre estaba en el medio.

¿Te daba miedo cuando discutían tus padres?

-Ay, un miedo fatal. Eran muy heavys las peleas, yo me iba al parque solo, esperaba que pase la pelea para volver. Hasta que un día no soporté más y me fui de casa para no regresar. A los quince me mudé al departamento de una amiga en Almagro.

¿Y qué pasó cuando te fuiste de tu casa? ¿Cambió la relación con tus padres?

-Con mi papá empecé a tener mejor vínculo cuando me fui. Lo empecé a conocer de verdad, pude decirle todas las cosas que no le dije antes, la razón por la que me fui de la casa. Él me escuchó, lo tomó bien porque por primera vez me veía contento. Mis padres nunca se separaron, mi papá falleció primero a los 53 y después mi mamá con 62.

 

 

¿Cómo fue vivir con una amiga a los quince años? ¿Quién era ella?

-En esa época yo iba a todos los castings de Canal 9, y de todos los canales, y conocí a esa amiga en un casting de Pimpinela. Hablando descubrí que vivía a 5 cuadras del hogar de mis padres, y me fui quedando a dormir en su casa hasta que un día le dije que me quería ir de mi casa. Fue un momento de amistad tan hermoso porque ella me cedió su lugar, me cedió su casa. Viví ahí un par de años con mi amiga, hasta que apareció Marcelo, mi marido hoy.

Nunca viviste solo...

-Nunca, no me asusta vivir solo tampoco. Pero no se dio la situación

¿Y fueron elegidos en ese casting de Pimpinela?

-No, no quedamos. Yo recién empezaba, era muy chico, me mandaba a todos lados porque no me importaba nada. Después hice de todo, limpié baños en una oficina, laburé en un pool donde había que cocinar. Con eso me fui pagando mis estudios. También fui kiosquero y en los 80 preparé sandwiches. Yo venía de una niñez muy opaca, con pocos amigos por miedo a que me carguen, y esos primeros trabajos me abrieron puertas mentales para conocer otras personas.

¿Cómo fue ese encuentro de adulto con quienes fueron tus bullies?

-Uno se llama Miguel, el otro Hugo. Los encontré por separado, pero a los dos en Almagro, donde vivía. Yo ya era conocido porque trabajaba en la tele. Recuerdo que Hugo me reconoció y me dijo como si nada ‘’Marce, cómo andás”. Lo miré, y lo abracé, esa fue mi devolución a lo que me hizo: no rechazarlo. Con los dos me pasó exactamente lo mismo. Fue mi forma de perdonarlos.

PROFECÍA AUTOCUMPLIDA

¿Qué relación tenías de niño con la TV? ¿Qué programas veías?

-Susana Giménez, solo veía su programa. Te lo juro. Miraba Canal 7, ATC en ese momento. En esa época Susana tenía un montón de susanos, como diez. Y yo le decía a mi mamá “¿Algún día estaré yo ahí?”

¿Vos desde chiquito soñabas con ser un susano?

-Sí, eso es lo que quería, ser un susano. El susano bailaba, estaba al lado de una estrella, salía todos los días en televisión, la gente lo reconocía. Para mí eso era como tocar el cielo con las manos.

¿Y por qué te gustaba tanto Susana Gimenez?

-Apenas la vi, vi una persona simple, sencilla. Y eso me daba confianza, y la esperanza de que en algún momento me la iba a encontrar en algún lado.

¿Veías el programa con tu mamá?

-No, lo veía solo. Era una cosa mía, a veces mi mamá se sentaba conmigo y yo le decía ‘Un dia voy a ser un susano’

¿Y ella cómo reaccionaba ante tu afirmación y esa seguridad que mostrabas?

-No me tomaba en serio, creía que estaba muy lejos de todo eso. Viste cómo son las madres…

¿Qué pasó cuando, muchos años después, le informaste a tu mamá que te habían elegido como susano?

-Nadie podía creerlo, ni mi papá ni mi mamá, ni nadie. Yo tenía 24 años, mi papá 54, y apenas empecé como susano él falleció. Me pudo ver dos o tres programas nada más. Me acuerdo que yo me había sacado una foto con un personaje, y mi papá llevó esa foto a su trabajo, y se la mostró a los dueños y a todos los empleados del frigorífico. Antes de conocerla a Susana yo canté muchos años folklore con mi papá, de bastante chiquito, a los ocho años. Él tocaba la guitarra y yo cantaba, íbamos a todas las cantinas, a esos lugares donde estaban los banderines, las lucecitas de colores colgantes tipo guirnaldas. 

DESCUBRIR LA DANZA A TRAVÉS LOS ZOMBIS

¿De qué manera descubriste la danza? ¿Cuál es el primer recuerdo que tenés de cuando decidís que vas a ser bailarín?

-Cuando vi a Michael Jackson en el videoclip de Thriller. Ahí me chiflé y dije ‘quiero bailar esto’. Yo venía de mirar las danzas clásicas, porque uno tiene que aprender danza clásica para poder hacer un montón de cosas. Pero eso no era lo que anhelaba hacer, me aburría. Pero cuando vi la coreografía de Thriller me volví loco, loco. Mi viejo me decía ‘Vos llegás a dejar de cantar conmigo y te reviento con la guitarra'. Entonces decidí ponerme a estudiar en serio, me anoté en escuelas de danza, fui becado y me pusieron dentro del ballet. Estuve en esa compañía mucho tiempo, y después estudié todos los estilos: contemporáneo, jazz, todo. Necesita aprender, no sabía ni como se giraba.

¿Cuándo fue que empezaste a aprender a bailar el estilo que vos querías, el pop de Michael Jackson?

-Aprendí solo eso. Empecé a crear, jugaba con mis manos, con mi cabeza, con mi torso, con mi cintura, y descubrí cosas para armar que estaban buenísimas. Por eso después yo creaba coreografías y la gente se asustaba, decía ‘Ay, no, justo con Iripino que va a los pedos’

¿Y cómo pasaste de ser bailarín a trabajar como coreógrafo? ¿Era tu deseo ese?

-Al quinto año que trabajé con Susana me llamó Luis Cela, que fue el productor de Susana Giménez muchos años. Me citó en su oficina del canal, yo pensé que me iban a echar. Luis me dijo ‘Te voy a proponer algo. Quiero que seas el coreógrafo del programa. Te doy cinco minutos para que lo pienses’. Se fue a un bar de la esquina y yo me quedé solo en su oficina mientras sentía que las paredes se iban achicando.Estaba aterrado pero pensé ‘si yo hago esto, me cambia la vida’.

¿Qué recordás de ese primer musical que tuviste que crear en un oficio nuevo para vos?

-Tuve la suerte de tenerlo Alejandro Stoessel, el papá de Tini. Él era el director del programa de Susana, y me ayudó muchísimo a armar el primer musical. En esa canción Susana cuenta que ella es abuela, habla de la primera nieta que tenía. La letra la hizo China Zorrilla. Fue maravilloso.

¿Lo llegaste a conocer a tu ídolo, Michael Jackson?

-Fui a verlo a River cuando vino a la Argentina. La Monada me llevó a la primera fila, viste cuando arman el pogo y lo tuve frente a frente a Michael Jackson. Yo no lo podía creer. Michael Jackson es una parte muy importante de mi vida, porque me cambió la cabeza. 

DE LIZA MINNELLI A NELSON DE LA ROSA

¿A qué artista conociste trabajando en la Susana que te costaba creer que fuera cierto?

Liza Minnelli! En esa época Susana trabajaba en un estudio en Luis Saenz Peña, era un estudio chico. Y de repente llega una limusina atrás mío. Y entonces baja del auto Liza Minnelli, con esa sonrisa, y empieza a saludar a todos con la mano. Yo le abría la puerta y ella entraba, es lo que hacía un Susano.

¿No sabías que iba a ir al programa Liza Minelli?

-Nadie sabía, era una sorpresa. Es de esas personas que salen y brillan. Después le di la mano porque ella entraba con los bailarines. Y terminé sacándome fotos con ella que aún conservo. Tampoco pude creer el día que vino Shirley MacLaine, pero en el programa de Susana era así, te daban vuelta y aparecía Mickey Rourke.

¿Qué recordás de cuando tuviste que armar el musical con Nelson de la Rosa? Se volvió un momento icónico de la cultura popular.

-Fue tremendo. Yo además no puedo creer que la familia lo haya embalsamado en Santo Domingo, en un museo. Conocí a Nelson de la Rosa de espaldas, estaba montando la coreografía y siento que me golpean atrás de la rodilla. Era Nelson. Le explico por dónde tenía que entrar, qué tenía que hacer, la coreografía. Encima la cámara lo toma a él entrando por atrás cuando era sorpresa su aparición. Uf.

¿Respetó tu coreografía de Thriller?

-Absolutamente nada. Hizo lo que quería, salió todo mal, jaja. Encima Susana le preguntó cuál era el más chico de su familia, al hombre más chiquito del mundo. En un momento Nelson se subió al escritorio de Susana y le revoleó todos los papeles, porque quería sentarse ahí. Susana le tenía mucha paciencia, como le tiene paciencia a todo el mundo.

EL ELEGIDO DE SUSANA

¿Cómo fue que te eligieron en el casting de Susanos?

-Fue en 1994. Yo tenía 22, 23 años. Llego al casting y me doy cuenta de que era muy distinto a los otros chicos anotados, todos estaban bien peinados, bronceados, eran modelos divinos. Yo era el único desubicado, encima fui con un bolso lleno de papeles

¿Por qué tenías un bolso lleno de papeles?

-Porque no tenía plata, ni nada, entonces rellenaba el bolso con papeles. Solo tenía un par de zapatos y un cassette con la música para audicionar, por si me pedían cantar. Al casting llego tarde, re caradura yo, entro, pido perdón no sé cuántas veces, y aparece Susana. Canté una canción en castellano del musical Miss Saigón. Esperamos cinco horas, era desesperante. Eligieron a dos Susanos, y uno de ellos fui yo. Entraba a Telefé con un sueldazo, no podía creerlo. Enseguida pensé que por primera vez iba a poder ahorrar para comprar junto a Marcelo, mi marido, nuestro departamento.

¿Trabajaste con Gerardo Sofovich?

-Sí, teníamos un grupo llamado “Los sobrinos del capitán”, bailábamos y cantábamos vestidos de marineros los domingos a la noche. Teníamos un disco que sacamos y no vendimos ni uno. Con nosotros fue muy amoroso Gerardo. Se divertía conmigo cuando me veía bailar, no podía creer que tuviera tanta energía, hacía el chiste de pedir una ambulancia cada vez que yo bailaba…. Con “Los sobrinos del capitán” hemos bailado también en el programa de Xuxa, está el video en YouTube.

Entonces Susana te había fichado en La noche del domingo, ¿cómo es ese primer encuentro con ella?

-Susana me ve en ese programa y decide que quiere tenerme. En esa época, además, estaba haciendo una obra de teatro con Violeta Rivas. Susana mandó a un productor a verme a la función porque decía “quiero al chico de los pelos parados”. Me buscaba para que hiciera de Molly Brown en el teatro Lola Membrives, donde trabajaba ella. Termina mi función y voy con el productor de Susana al teatro, a verla al camarín. Estaba con su perro. Y ahí me dice que me quiere en su obra y también como Susano. Con todo el dolor del mundo le tuve que decir que no, porque tenía contrato con Violeta Rivas. Ese rechazo Susana me lo recriminó toda la vida, jaja.

SER GAY EN LA TV DE LOS 90

¿Qué es Susana para vos?

-Con Susana trabajé veinte años consecutivos, solo no estuve con ella un año, cuando me fui a trabajar con Bandana. Yo siempre lo dije, fue como una segunda mamá que tuve. De hecho, si bien yo sabía que era gay, y yo sabía que ella sabía que era gay, me costaba decirmelo.

¿Qué recordás de la escena cuando le dijiste ‘Soy gay’?

-Fui al camarín de Susana y le dije que le quería contar que estaba saliendo con un chico. Porque en ese momento tenía miedo de que me echaran del laburo por ser gay. Yo le daba vueltas cuando le estaba contando, y la reacción de Susana fue: “¿Y? ¿Cuál es el problema? Sé feliz, viví tu vida”, me dijo. Fue maravilloso. Mi mamá me dijo lo mismo, mi papá nunca se enteró. 

¿Creés que la televisión te ayudó a ser todo lo gay que querías ser, a sacar a la loca que había en vos?

-Me ayudó mucho con la exposición. Porque estaba muy expuesto, y se volvió común o normal ser lo que soy.

¿Cómo conociste a tu marido, Marcelo?

-Con mi marido nos conocimos gracias al Papa, Juan Pablo II. Nosotros nos conocimos en una discoteca con Marcelo. Ese día Marcelo iba a bailar a otro lado. Y se desvía porque había cortes en las calles justamente por la visita del Papa a nuestro país. Por esos cortes Marcelo no puede llegar al boliche que tenía planeado ir y va al boliche donde estaba yo, el boliche Arias.

Seguramente vos estabas bailando

-Pero por supuesto, estaba bailando arriba de un bafle. Fue un flechazo. Rotundo. Nos conocimos esa noche y de estos 37 años, que vamos ya para 38, nos separamos solo quince días. ¿Qué son quince días de 37 años?

ADAPTAR EL CUERPO AL PASO DEL TIEMPO

Hay una idea un poco cruel de ligar la danza con la juventud. ¿Qué le pasa a un bailarín con el paso de los años?

-Mientras el cuerpo y la mente me dé, yo voy a seguir bailando. No me importa lo que diga el resto. No hay edad para eso. Lo que sí pasa es que con el paso del tiempo no tenés la misma elasticidad, y te duele la cintura, te duele el traste, te duele la pierna.

Pero también duele el cuerpo por no moverte

-Es verdad. Y vas adaptando la danza a lo que tu cuerpo te va pidiendo. No hay nadie que conozca mejor tu cuerpo que vos. Yo sé que hay pasos que hacía antes que hoy no los puedo hacer. Porque no me da la elasticidad, o porque no entreno todos los días como lo hacía antes. También está ese tema, el de la disciplina. Hoy también lo que pasa es que están todos con el baile urbano, y eso es algo muy de la juventud en Tik Tok.

¿Y no falta un acercamiento de la danza a la gente más grande de edad?

-Yo creo que ese baile hoy es la zumba. Mucha gente hace zumba que tiene todos los bailes: bailás mambo, bailás salsa, bailás techno. Por eso la zumba se puso de moda.

Y lo que está bueno de una disciplina como la zumba es que obliga a gente grande a conocer hits del momento que no escucharía jamás. Ayuda al desprejuicio, e incluso a que una madre, tía o abuela tenga un tema de conversación con una hija, sobrina o nieta.

-Totalmente, te conecta con lo que está pasando, aunque no lo bailes o lo consumas conocés canciones y artistas.

Contame de tu espectáculo

-Este espectáculo está dirigido y producido por Ángel Caravajal, que es un pedazo de mi vida. La idea es presentarlo acá en Buenos Aires, no sabemos todavía la fecha y el lugar. Y después voy a hacer temporada en Villa Carlos Paz todos los miércoles, en el complejo Malambo. Y de jueves a domingo va otro espectáculo que se llama “Los 20 años con el arte”. El espectáculo cuenta un poco mi vida a través de las canciones, tengo músicos en vivo, coro, bailarines. La verdad que el show es increíble.

¿Cómo te encuentra el regreso con Susana?

 

-Es fuerte, porque yo no esperaba el llamado de Susana para volver a trabajar con ella, pensé que me llamaba para charlar de otra cosa, nosotros hablamos seguido. Y el proponerme, después de 5 años, volver está buenísimo. Lo tomé como un reconocimiento, estamos preparando un musical para más adelante. Siempre digo: si tuviera que volver a nacer y vivir esto, lo viviría nuevamente todo igual.