Nieve que no llega a derretirse. Eso significa el seudónimo de la escritora china Can Xue, una de las “candidatas” favoritas, según los sitios de apuestas, al Premio Nobel de Literatura, que se anunciará este jueves en Estocolmo a las ocho de la mañana hora argentina. La obra experimental de la autora china, quien podría suceder al anterior Nobel, el narrador y dramaturgo noruego Jon Fosse, ha sido reconocida internacionalmente por su complejidad y profundidad. A los nombres en danza para quedarse con el cotizado galardón, dotado de US$ 1,1 millones, que entrega la Academia Sueca todos los años, se suman el australiano Gerald Murnane, el rumano Mircea Cartarescu, la canadiense Anne Carson, la rusa Liudmila Ulítskaya, el estadounidense Thomas Pynchon, el prolífico escritor argentino César Aira, el keniata Ngigu Wa Thiong’o, el francés Michel Houellebecq y el poeta chileno Raúl Zurita.

La vanguardia china

Can Xue, seudónimo de Deng Xiaohua, nacida en 1953, es considerada una de las autoras más representativas del movimiento de vanguardia de finales de los 80 y principios de los 90. En 1957, su padre fue expulsado de su trabajo como editor del New Hunan Daily News por el régimen de Mao y enviado a un campo de trabajo. Su madre y dos de sus hermanos fueron enviados a un campo de reeducación. Ella vivió con su abuela en condiciones de pobreza, en habitaciones insalubres. Trabajó en una fábrica como metalúrgica hasta que tuvo su primer hijo; luego abrió una sastrería junto a su marido. En 1983 publicó su primer libro de relatos y siguió escribiendo y publicando desde entonces, influida por el trabajo de Kafka, Borges e Italo Calvino.

Hay cuatro libros de Can Xue traducidos y publicados por dos editoriales españolas: Al otro lado, una colección de relatos que fue finalista del Booker Prize 2021, traducidos por Teresa I. Tejeda y Tyra Diez, y Hojas rojas, también una colección de cuentos en versión de Belén Cuadra Mora, ambos publicados por Aristas Martínez. La nouvelle Nubes flotantes ya envejecidas cuenta con la traducción de Blas Piñero, el mismo traductor de La frontera, ambas publicadas por Hermida Editores. Los dos libros que se consiguen acá son Nubes flotantes ya envejecidas y La frontera, lo tienen librerías como Hernández y Eterna Cadencia: el primero está un poco más de 50 mil pesos, y el otro cerca de 80 mil pesos. “Los europeos tienen muchos conceptos erróneos sobre China, lo cual es inevitable”, aseguró Can Xue en una entrevista con un medio español.

Si como planteó Ricardo Piglia, “todo escritor tiene un mito de origen, una ficción personal donde cuenta la entrada en la literatura”, el australiano Gerald Murnane (Melbourne, 1939) ha establecido el principio de su vocación literaria en cómo las carreras de caballos y todo lo relacionado con ese mundo le permitió acceder a la literatura. Como se puede comprobar en Una vida en las carreras, publicado por la editorial española Minúscula, en traducción de Carles Andreu, el mismo traductor de Las llanuras, también por Minúscula. Los dos libros se consiguen en Argentina a casi 35 mil el primero y un poco más de 24 mil pesos el segundo. En un artículo en The New York Times, Murnane fue calificado como “el más grande escritor vivo en lengua inglesa del que la mayoría no ha oído hablar”.

Nadie sacude el corazón de los lectores argentinos como Mircea Cartarescu. Línea tras línea, página tras página, libro tras libro, el escritor rumano explora el alma humana como si fuera un niño temblando en el umbral de la vida. El autor de la trilogía Cegador y Solenoide, entre otras novelas traducidas por esa especie de hada madrina llamada Marian Ochoa de Eribe para la editorial española Impedimenta, logra que la mayoría de los personajes que pueblan su narrativa sean como “parábolas vivas”. El autor de Theodoros, novela que acaba de publicar por Impedimenta, estuvo en Buenos Aires en 2023, invitado por el Festival Internacional de Literatura Filba. “No sé si el comité del Nobel sabe que yo existo en este mundo. No tengo idea, la verdad, entonces no tengo por qué pensar en este premio. En lo único que pienso todos los días es en mi escritura”, dijo Cartarescu en una entrevista con Página/12.

Mircea Cartarescu, uno de los eternos candidatos. 


Aira, la luz argentina

El único escritor argentino con chances de ganar el Premio Nobel de Literatura es César Aira, que tiene más de cien libros publicados (novelas, relatos y ensayos), entre los que se destacan Ema, la cautiva, La luz argentina, La liebre, La guerra de los gimnasios, Fragmentos de un diario en Los Alpes, El congreso de literatura, El juego de los mundos, La villa, Yo era una chica moderna y El gran misterio, por mencionar un puñado de títulos que ha editado en distintas editoriales como Blatt & Ríos, Mansalva, Beatriz Viterbo y Literatura Random House. Cuando ganó el Premio Formentor 2021, se convirtió en el cuarto escritor argentino en obtenerlo, después de Jorge Luis Borges, Ricardo Piglia y Alberto Manguel. Una de las principales fans del escritor argentino es Patti Smith. La cantante estadounidense escribió una reseña para The New York Times sobre El cerebro musical, traducido al inglés como The Musical Brain (2015), en la que ponderó que Aira tiene una “mente improvisadora” y un “ojo cubista que ve desde todos ángulos”.

La canadiense Anne Carson también vino al Filba y ganó en el pandémico 2020 el Princesa de Asturias de las Letras. En su primer libro Eros, el dulce-amargo (1985), publicado por la editorial argentina Fiordo con prólogo y traducción de Mirta Rosenberg (1951-2019), explora el concepto griego de Eros –cuyo significado es carencia- y ofrece una bellísima meditación sobre el amor y el deseo. “Me gustaría aprehender por qué razón estas dos actividades, enamorarse y llegar a conocer, me hacen sentir genuinamente viva. Hay en ellas algo electrizante”, señala hacia el final del libro. Ocho novelas (El arco iris de la gravedad, Contraluz y Al límite, entre otras, publicadas por Tusquets) y una colección de cuentos le alcanzaron a Thomas Pynchon para convertirse en uno de los escritores estadounidenses más destacados. Hay pocas fotos de Pynchon, un autor que tiene una aversión manifiesta a los medios de comunicación.

La rusa Liudmila Ulítskaya, muy crítica de Vladimir Putin, tiene tres novelas publicadas por Anagrama: Sóniechka, Mentiras de mujeres y Sinceramente suyo, Shúrik. Del keniata Ngigu Wa Thiong’o se consiguen varios libros en Argentina. Por empezar los cuentos de Minutos de gloria, editado por Empatía, sello argentino independiente especializado en literatura africana. La editorial española Rayo Verde tiene en su catálogo Nace un tejedor de sueños y Desplazar el centro. Debolsillo publicó Descolonizar la mente. 

Ningún otro escritor contemporáneo como Houellebecq logra captar “el pulso del tiempo” desde la ficción. Nihilista, romántico y provocador son calificaciones o acusaciones, según quien las pronuncie, que merodean el asunto principal por el cual es amado y odiado, en una “grieta” literaria que no admite medias tintas. Anagrama ha publicado del escritor francés Ampliación del campo de batalla, Las partículas elementales, El mapa y el territorio y las más recientes Sumisión, Serotonina y Aniquliación. Zurita, gran poeta chileno que fue torturado por la dictadura pinochetista, tiene una obra de una calidad excepcional entre las que se destacan Purgatorio, Anteparaíso, Canto a su amor desaparecido, La vida nueva, El día más blanco y Los países muertos. Habrá que esperar hasta el jueves por la mañana para saber si la “nieve que no llega a derretirse” o “la luz argentina” ganarán la batalla del Nobel.