La Facultad de Farmacia y Bioquímica (FFyB) de la Universidad de Buenos Aires (UBA) dio un paso significativo en la lucha contra los mosquitos con su nuevo repelente de insectos, diseñado especialmente para prevenir enfermedades como el dengue y el zika. Este proyecto, impulsado por la Cátedra de Tecnología Farmacéutica I, no solo aborda la problemática de salud pública, sino que también busca crear un producto accesible para todos los bolsillos.

A pesar de los problemas de financiamiento para conseguir el ingrediente principal, el DEET, y el aumento diario de los costos, un grupo de profesionales de la FFyB comenzó la producción de este repelente en su laboratorio. 

En solo un día, lograron envasar las primeras 800 unidades de un total de más de 5.000 que se prevé distribuir durante la temporada de dengue. El esfuerzo no solo busca satisfacer la demanda de este producto, sino también ofrecer una alternativa accesible a la comunidad.

La iniciativa se lanzará oficialmente tras una charla informativa programada para el 10 de octubre en la Plaza Houssay. Durante este encuentro, se abordarán temas cruciales como la vacunación, los síntomas del dengue y las señales de alerta a tener en cuenta. Este enfoque educativo es fundamental para reducir el riesgo de una epidemia como la que afectó al país en 2023-2024.

Un equipo comprometido

El proceso de producción está liderado por Silvia Lucangioli, profesora titular de Tecnología Farmacéutica I. Junto a sus colegas Oriana Boscolo, Sabrina Flor, Cecilia Dobrecky y la estudiante de doctorado Camila Olivera. Todas trabajan para garantizar que el repelente sea efectivo y seguro. En sus manos, la fórmula magistral, que contiene un 7% de DEET, se mezcla con alcohol y glicerina, creando un producto que se puede reaplicar cada dos o tres horas.

Las especialistas estiman que el costo de los repelentes en las góndolas será significativamente más económico que el de los conocidos productos comerciales.

Falta de financiamiento

Sin embargo, la producción no está exenta de dificultades. Si bien la Anmat autorizó la importación de repelentes para asegurar el abastecimiento, la enorme demanda de DEET multiplicó su costo. En agosto, un bidón de 5 litros costaba $100.000, y ahora asciende a casi $250.000. Esto hace que, muchas veces, la producción se haya visto paralizada, por falta de insumos ante la conocida limitación del presupuesto universitario. De igual forma, las profesionales continúan con su labor para poder brindar a la sociedad un producto confiable, y sobre todo accesible.

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