Desde que Rivadavia dio inicio a la deuda externa con la Baring Brothers el recorrido del oro ha tenido un solo sentido: de Buenos Aires a Londres. Scalabrini Ortiz denunció que en vez del metálico recibimos papeles de casas comerciales inglesas en Buenos Aires. Los sabiondos financieros se apuran a explicar que esa es la operatoria habitual, que no tiene sentido mover el oro físico, que es un despropósito riesgoso. Ciertamente lo es. Sin embargo, de forma misteriosa, al momento de pagar no hubo problema en mandar el oro físico a Londres. Parece que los Krakens y Leviatanes son mascotas británicas que se calman mansamente a pedido de su majestad.

Tampoco tuvieron inconveniente en transportarlo por mar cuando se robaron el tesoro de Buenos Aires en la primera invasión inglesa. Cabría una indemnización con interés compuesto. Pero Londres no respeta la propiedad privada. De forma unilateral decidió bloquear nuestros saldos comerciales acumulados durante la segunda guerra. Después nos pagaron con nuestros propios trenes viejos, con los cuales al menos, como dijo Scalabrini, “compramos soberanía”.

Londres también ha embargado oro y cuentas de Venezuela y Rusia por motivos políticos. Ante una tercera guerra mundial Argentina volvió a mandar oro a Londres. El gobierno cuenta a viva voz que la operación serviría para obtener un Repo para pagar los vencimientos de enero, y engrupir al FMI con la contabilidad de las reservas. Un diputado preguntó por el oro y la autoridad monetaria respondió con un tono desconocido: “La difusión irresponsable de información, con fines políticos puso en riesgo la seguridad de los activos de todos los argentinos”. El Ministro de Economía Luis Caputo insiste que el oro es inembargable, por la independencia del BCRA. Pero cuenta vanidoso que ofrecer el oro como garantía es una gran idea suya.

Se ha dicho que no se puede embargar por ser unallocated gold. Pero es la forma más habitual de contrato. Unallocated no quiere decir que no se puede localizar (un fondo buitre ya pidió la localización), sino que no tiene asignado un oro físico en particular. Es la diferencia entre una caja de seguridad y una caja de ahorro en oro. Los bancos guardan solo una fracción del metálico, pues no todos los clientes querrán llevarse el elefante; menos al mismo tiempo. Argentina ya no tiene más esos lingotes, tiene un contrato financiero dorado. Como viene la mano, será difícil que se vuelva a entorpecer la caminata por los pasillos del BCRA. No va a haber oro ni pasillos.

Caputo sale por streamming para dar señales a los mercados pero no sabe del oro, cuándo va a sacar el cepo, ni del Repo y los bancos involucrados. Hasta puso en duda acordar con el FMI. Es Jorge Suspenso. Faltan tres meses para que Argentina entre en default y no ha dicho cómo evitarlo.

Por suerte el BCRA no cierra, fue otra mentira de campaña. Cerraron el Museo ferroviario “Scalabrini Ortiz”, hermoso edificio histórico donde quizá pongan un Starbucks, una muestra simbólica de la entrega de la Patria.