Los mundos virtuales existen en gran cantidad, sobre todo en el sector de los video-juegos, donde el jugador crea un personaje, un avatar, y a través de distintas formas de conexión se introduce en una realidad virtual. Allí encontramos la definición de metaverso, considerada una realidad interactiva donde los usuarios compiten en tiempo real con otros en una realidad virtual donde los avatares se relacionan entre sí, conviven en ciudades virtuales creadas con entornos urbanos, con interacción en tiempo real entre los avatares.

Second Life es un mundo virtual en línea creado en 2003. En la actualidad tiene más de 60 millones de cuentas registradas, con 50.000 usuarios concurrentes en línea. En Second Life existen Linden Dólares, una moneda virtual y si bien no cuentan con un gobierno centralizado tradicional, existen mecanismos que permiten a los usuarios crear un Consejo de Residentes elegidos por ellos mismos para representar los intereses de la comunidad virtual. En Second Life no hay una policía tradicional, Linden Lab, la empresa que lo opera, tiene un equipo de moderadores que monitorean el mundo virtual, pudiendo suspender o eliminar la cuenta de los usuarios considerados infractores.

Compitiendo en popularidad está Word Of Warcraft, donde los usuarios crean su propio personaje y “viven” en el mundo virtual de Azeroth. El objetivo es completar misiones, luchar contra enemigos, mejorando las habilidades del usuario. Los habitantes de Azeroth, al jugar obtienen premios y objetos virtuales que fortalecen su potencialidad. Y aquí el mundo real, metió sus garras. Jugadores chinos, auténticos “trabajadores” de Azeroth dedican más horas de tiempo que los jugadores occidentales, por lo tanto obtienen más trofeos. Como estos son objetos de compra-venta en transacciones directas no virtuales, varios usuarios occidentales reclamaron por considerarlo una práctica injusta, que no permite una competencia en igualdad de condiciones. Tal vez, lo que no lo hicieron, deberían comprender que el tiempo de “trabajo” que los chinos le dedican tiene un valor, y que este está vinculado históricamente desde Smith-Ricardo y centralmente a Marx, al precio de las cosas…

Volvamos un poco atrás, a donde nació el término metaverso. Surge de Snow Crash, una novela de 1992. Su autor, Neal Stephenson, imagina una Los Ángeles futurista donde el gobierno ha cedido la mayor parte de sus atribuciones y funciones a organizaciones privadas. El territorio es cedido a enclaves soberanos administrados por distintas franquicias. En el caso de la pizza, su venta es monopolizada por la mafia. Allí Hiro, el personaje central, se gana la vida repartiendo pizzas en un mundo convulsionado y atroz. Es repartidor en el mundo real, sin embargo en el mundo virtual es un feroz guerrero, un terrible hacker. En determinadas circunstancias descubre que Snow Crash es una droga que no solo afecta al ordenador en donde se conecta al mundo virtual, sino al propio usuario. Este mundo distópico es considerado, con el posterior libro de Stephenson, “La era del diamante”, una muestra del llamado anarco-capitalismo por cuanto la propia tecnología crea comunidades descentralizadas, mercado libre, rechazo a la autoridad estatal, planteando que lo individual debe prevalecer sobre los valores solidarios o comunes.

En el acto de Parque Lezama del 26 de septiembre, el Presidente Javier Milei calificó a su gobierno “como el mejor de la historia”. Para ello sigue exhibiendo como en sus otras intervenciones públicas más inmediatas, la disciplina fiscal como su mayor virtud. Es de allí que considera, que por ser el mayor ajustador está en el top ten de los gobiernos.

Algunos podrían pensar que Milei está inmerso en algún juego o realidad virtual. Al no observar, por ejemplo, el informe de Orlando Ferreres del 27 de septiembre. Ferreres es alguien no reconocido justamente como un economista heterodoxo, pero resalta que la inversión interna mensual registró una caída interanual del 25,8 por ciento, acumulando para los primeros ocho meses una contracción del 21,5. La inversión en maquinarias y equipos tuvo una baja del 23,7 por ciento anual y en el sector de la construcción una contracción del 27,6. El informe no observa el consumo, por ejemplo en supermercados, que según el informe del Indec del 25 de septiembre tuvo una caída en julio del 12,3 por ciento respecto a julio de 2023, y una caída acumulada del 11,7. Complementariamente a los datos de Ferreres, el último informe del Centro de Estudios de la UIA indica una caída interanual entre agosto de 2024 y agosto de 2023 del 26,5 por ciento en el despacho de cemento y del 18,6 en la producción de autos.

¿Puede ser que el Presidente Milei no ve estos datos? ¿Se confirmaría la tesis de que es un avatar en mundo virtual? Creemos que no. Es un dogmático ajustador serial, inmerso en la teoría de la austeridad como disciplina social. Michael Roberts en “¿Revertir la austeridad acabara con la depresión?” nos dice que “las políticas de austeridad tienen un motivo ideológico: debilitar el Estado y reducir su interferencia en el capital”.

Vamos a volver a traer a esta columna a Clara Mattei, quien en “The capital Order” analizó las características y consecuencias de las políticas de austeridad. Gary Mongiovi en “La austeridad es una estrategia anti-democrática para impulsar el capital”, haciendo propios conceptos de Mattei, señala que “el evangelio de la austeridad sostiene que, el crecimiento económico no está impulsado por la actividad productiva y el gasto de los trabajadores, sino por la abstinencia virtuosa de los capitalistas cuyos ahorros eran transformados en acumulación de capital por la mano invisible del mercado”. Para consolidar esta idea, hay que producir una transferencia de renta de los trabajadores hacia los capitalistas. La brutal devaluación de diciembre 2023 es una señal inexcusable de esta transferencia. La liberación de precios y tarifas, sumada al cepo a los aumentos salariales demuele el “verso de la libertad”, por cuanto hay un precio, el salario, que está achatado y no se permite su actualización. El salario de los estatales nacionales es una cruel demostración. 

Para Mattei, la austeridad no es solo una cuestión coyuntural para sus cultores “austeristas” sino una cuestión crucial para mantener los fundamentos de la economía capitalista: si queremos capitalismo tenemos que aceptar la austeridad. En otras palabras, siguiendo este razonamiento la austeridad es estructural para sostener el sistema. Cuando Milei dice que más allá de resultados económicos su eje central es el déficit cero y que nada puede impedir el pago de la deuda externa, está afirmando la Biblia de la austeridad. Mattei lo describe como la Trinidad de la Austeridad: reducir el gasto público, fiscalidad regresiva con un sistema tributario afín y austeridad monetaria  que restringe el acceso a la liquidez. Es un modelo de sociedad, en donde la supremacía del mercado es absoluta, ciertamente parecido al futuro distópico escrito por Stephenson tanto en Snow Crash como en La era del diamante.

Sin embargo, a no confundirse, Milei no “juega” en un mundo virtual. Muy por el contrario, es su modelo de sociedad real. Una visión social donde la comunidad está al servicio de la economía y no, como dijera un viejo general, la economía al servicio de la comunidad.

Millones de argentinos marcharon el dos de octubre para oponerse a considerar la educación pública una mercancía, como la piensa Milei. Es tarea de esos y otros millones, junto a dirigentes con real vocación de poder, construir una oposición firme y solidaria edificando una alternativa real.

Si no, una Argentina distópica no será virtual, sino triste y fatal presente, condicionando el futuro.