Unos pocos le robaron el futuro a muchos. Legisladores de La Libertad Avanza, el PRO y un puñado más de obsecuentes del poder, volvieron a mostrarse alejados de las necesidades de la población aprobando el veto presidencial a la Ley de Financiamiento Universitario que proponía la actualización por inflación del presupuesto dedicado a las casas de estudio.

Un golpe al mentón de toda la sociedad. Si bien hemos perdido una batalla importante, fuimos más de un millón los que marchamos en todo el país en apoyo a la ley. Quienes han hecho oídos sordos al reclamo de los compatriotas que sueñan con acceder a la educación universitaria para tener un futuro mejor, seguramente serán juzgados por el juez más imparcial de todos: el tiempo. Porque es así, la historia los pondrá en el lugar que merecen, sólo se necesita tiempo, aunque la confirmación del veto nos sumerja en una mezcla de sensaciones que van desde la decepción hasta la tristeza, pasando por la impotencia.

“La utopía está en el horizonte”. Así decía Eduardo Galeano: “camino dos pasos, se aleja dos pasos”. Es momento de contrarrestar estos sentimientos con la esperanza y la certeza de que la universidad pública sobrevivirá a este embate y continuará siendo uno de los pilares que promueven la movilidad social ascendente. Porque como decía el escritor uruguayo: “la utopía sirve para caminar”, nuestro motor es el deseo de una Argentina mejor, aunque hoy parezca un poco más lejana, nunca vamos a claudicar.

“Para el pueblo lo que es del pueblo”. Resuenan en la mente esas estrofas de Piero en los años ‘80, las mismas que empezaban: “Libertad era un asunto mal manejado por tres”. Tal vez hoy no sean tres, pero tampoco son la mayoría. Este veto tiene mucha crueldad, carece de inteligencia y empatía y es una falta de respeto a los sueños de los argentinos y las argentinas. Un pueblo se merece la oportunidad de acceder a la educación superior para mejorar en todos los aspectos, tanto económicos como sociales y hasta emocionales. Por eso, es importante que todos los argentinos apoyemos la causa de los alumnos, docentes y no docentes universitarios.

Dios aprieta, pero no ahorca. Es claro que quieren desfinanciar la universidad pública para asfixiarla hasta que ya no funcione y desaparezca. Todo el sector universitario está pasando un momento gravísimo que no tiene precedentes. El histórico ajuste que están haciendo es tan brutal que hay docentes y no docentes que tienen salarios en niveles de indigencia. Nunca antes había pasado algo así. Sin embargo, no lo van a lograr, por más que aprieten, no nos van a ahorcar.

Para atrás ni para tomar impulso. Hoy es un día triste, es verdad. Pero no vamos a retroceder, seguiremos con nuestro reclamo y nuestro apoyo incondicional a las universidades públicas. La sociedad se manifestó en las calles y dio un mensaje claro. Será necesario preparar nuevas acciones para hacer escuchar nuestra voz. La única lucha que se pierde es aquella que se abandona, y el conjunto del pueblo argentino no va a dejar que le quiten su educación. Seguiremos adelante y el triunfo, tarde o temprano, va a ser nuestro.

* Secretario Adjunto de la Federación Argentina de Trabajadores de las Universidades Nacionales (Fatun)