En 2022 Maitena mostró el trabajo de toda su vida en una gran muestra en las salas del Centro Cultural Kirchner. Se llamó Las mujeres de mi vida y fue un recorrido por sus grandes éxitos: desde Mujeres alteradas, Superadas, pasando por Curvas Peligrosas y por sus trabajos más actuales, pero también se mostraban sus originales, bocetos y piezas inéditas.
Ahora Sudamericana sacó a la venta un libro, con el mismo nombre de la muestra, que recoge toda su obra. “Genio femenino del humor, socióloga de la vida cotidiana, alta exponente de la historieta latinoamericana, pionera y madre de dibujantas. Estos son algunos de los títulos que le han otorgado los millones de lectores y lectoras alrededor del mundo. Por primera vez, Maitena abre su monumental archivo que contiene más de tres décadas de trabajo explorando lo más gracioso de lo más tremendo”, dice Liliana Viola (que fue curadora de la muestra) en el prólogo de Las mujeres de mi vida.
¿Quiénes son las mujeres de tu vida?
--Entre las mujeres de mi vida, por supuesto, están las lectoras que a mí me cambiaron la vida. Yo era una colaboradora de 17 revistas y me convertí, gracias a ellas, en una autora vendedora de millones de libros. Hablaba de cosas que las lectoras me decían ‘a mí me pasa lo mismo’ y eso me animaba a contar más cosas.
¿Te sigue pasando eso?
--Sí, me sigue pasando, el otro día me encontré en el banco con un señor que me lee en Clarín y me dijo ‘somos mi mujer y yo’, me encantó: tengo prendida la mecha todavía.
En el texto introductorio del libro hablás de las amigas y la descripción que hacés son las amigas que todas tenemos...
--Creo que sí, que son las amigas de todas, porque está esa cosa medio ñoña de creer que la amistad es perfecta, pero pasan cosas tremendas con las amigas, hay rupturas y vueltas a encontrarnos; hay rupturas con amigas que duelen más que las rupturas de pareja, que son muy duras. Hay amigas que son geniales y que las adorás, pero hay otras hay amigas que son geniales y las querés matar, que te tiran mala onda o te dicen algo choto y bueno, son tus amigas igual. La amistad se compone de otra cosa que no es solo el amor, se compone de acompañarse, de las vivencias. A mí lo que me gusta mucho también de la amistad es que las amigas, las de muchos años como tengo yo (tengo amigas de hace 40 años) conocen toda tu vida y vos conocés toda la vida de ellas. Tengo una amiga en Uruguay que siempre me dice algo que yo no había pensado, te hacen ver cosas tuyas que vos no estabas viendo. Te hacen acordar de cosas que vos tenías olvidadas y a veces tienen más memoria de lo que nos pasó que nosotras mismas. Me gusta mucho pensar a las amigas como testigos de una vida, porque nos vieron en todas: diciendo algo en un momento, y en otro, diciendo todo lo contrario. Nos vieron con gente que por ahí queremos olvidar, nos vieron con ropa que no quisimos volver a ponernos nunca más.
Y también están las amigas que acompañan algún momento específico como la maternidad, por ejemplo
--Claro, las amigas de la plaza: charlábamos dos o tres horas todas las tardes sobre cosas que solo nos interesaban a nosotras. Fueron testigos de toda esa revolución que es ser madre donde dejás de lado tantas cosas de tu vida y estás todo el día hablando de qué pañales: con quién vas a hablar que no sea con otra que está pasando por lo mismo, porque no le interesa a nadie más ese tema. Después están las amigas del trabajo, las amigas de las salidas, las amigas de gimnasio o de algún deporte, o de yoga, el grupo de mamis. Sin las amigas la vida sería una lucha sin descanso porque siempre te dan ese pie para reírte de algo, de la tragedia y bajar a la tierra y decir bueno, nos pasa todas, no es el fin del mundo.
¿Cómo es tu proceso creativo actual? porque contás en el libro que antes escribías a la noche, cuando tus hijes estaban durmiendo y la casa estaba en silencio, con una lucecita de la calculadora.
--Ahora es completamente distinto: primero que no dibujo de noche porque veo mal, o sea, me cansa mucho la vista dibujar de noche y además porque cambié de vida y a la noche o salgo o duermo. Antes lo hacía de noche porque era cuando todes dormían y me concentraba mejor, sin timbres, sin tener que ir a hacer las compras, cocinar, o atender a las necesidades de mis hijes. Ahora, cuando estoy en Uruguay, como vivo sola y estoy ahí en una casa, en un pueblo muy chiquito frente al mar, trabajo a las 3 de la tarde y es como la noche en el sentido de estar desconectada del mundo y me gusta, me gusta trabajar de día ahora más que en la noche. Cuando tengo que trabajar de noche me cansa más, me quiero dormir, pero bueno, cuando era joven no quería dormir, pensaba que era hacer nada, una pérdida de tiempo.
Hay otra sección en el libro que se llama Acá no hay chiste, ¿nos podés contar sobre eso?
--Ahí están todas las campañas y los trabajos que hice para apoyar causas que me interesaban desde el HIV, hasta el matrimonio igualitario, el cáncer de mama, la lucha contra las violencias, la granja de cerdos, el aborto. Son cuestiones sobre las que no se puede hacer un chiste o por lo menos yo prefiero no hacerlo. Ahí está también el famoso abrazo a la Estatua de la Libertad por el atentado a las Torres Gemelas, que para mí ya no quiere decir nada porque Estados Unidos ya no quiere decir nada y esa guerra tampoco, pero que fue muy importante para mí porque con ese trabajo llegué a mucha gente que no me leía porque pensaba que yo escribía sobre boludeces. Lo dije con una imagen porque no tenía palabras y no es lo que yo suelo hacer porque yo hago con mucho texto.
¿Cómo es tu trabajo ahora?
--Ahora sigo haciendo un trabajo de menos texto. Mujeres alteradas o Superadas tenían más texto y también tenían más humor. Creo que es mi época de viñetas más graciosas y más divertidas, pero bueno, eso tiene que ver con la edad. Quino decía que el humorista cuando va creciendo se va poniendo menos gracioso y más reflexivo y es verdad porque te pasa ¿viste? y también tiene que ver con que cuando sos joven, todo te da para chiste y tenés como una actitud más jodona y risueña y después te ponés más reflexiva sobre el mismo tema.
¿Estas reflexiones nacieron después de la muestra en el CCK?
--Una cosa que me dio esa muestra fue darme cuenta quién era yo profesionalmente. No tenía claro lo que había pasado con mi trabajo. Lo empecé a vislumbrar en la época de la ley del aborto en la calle cuando se me acercaban las pibas y me decían "vos me hiciste feminista". Yo me quedaba súper emocionada, pensaba, eso es un montón. Y después cuando vino la muestra y vi toda esa cantidad de mujeres y las cosas que me contaban, que me decían que había sido mi trabajo en sus vidas, compartirlo con la familia, la posibilidad de hablar temas de los que no hablaban y cómo guardaban las cosas, me di cuenta que había pasado algo, que lo que había hecho, no lo había dimensionado así y ya cuando me ofrecen dibujar para Clarín me lo tomé muy relajada. Dije ahora no me tengo que comer el mundo ni ganar la cancha ni ser la uno, que tampoco me interesa, confiando en que hay un público al que le gustan mis reflexiones y mi manera de ver el mundo y ya eso me parece muchísimo. Entonces trato de hacer un dibujo que esté bien y tirar ideas, porque la tira diaria es muchísimo también, entonces la exigencia de ser graciosa y brillante todos los días es un montón. En la época en que lo hacía de la otra manera, no tenía mucha vida, vivía para laburar. La diferencia es que ahora tengo una vida que me encanta: mis amigas, mis nietas, estoy enamorada, quiero vivir entonces no quiero estar todo el día trabajando.
Tu manera de ver el mundo es personal pero tiene algo de universal que nos llega a todas
--El humor es dificilísimo. Yo creo que el humor de hacer reír hoy lo tienen los memes que tienen una eficacia que no hay con qué darle, creo que el meme además democratizó el humor. Estoy pensando mucho en estos últimos tiempos en el humor y en qué pasa con él porque también veo gente que no entiende los chistes y creo que lo que se perdió sobre todo es la ironía.
¿Hay una invasión de literalidad?
--Sí, hay mucha literalidad y mi trabajo, si ves Mujeres Alteradas es pura ironía: el globo dice una cosa y la cara dice otra totalmente distinta. Y esto es gravísimo para el humor y para la reflexión porque es una manera muy sesgada de ver las cosas. Tenemos que recuperar la ironía, es una herramienta fundamental sobre todo para vivir una vida en la que entiendas las cosas, porque si no podés captarla es un drama todo. Para mí no hay nada más humillante que explicar un chiste, si no lo entendiste bueno, pero creo que mis chistes son claros, si sé de algo, es justamente de eso: hice entre 4000 y 5000 chistes en toda mi vida.
Te quería preguntar también por tu mamá, a la que nombrás dentro de las mujeres de tu vida ¿Cómo es ella?
--Yo le regalaba un libro mío y no lo veía, no le interesaba, le parecía un arte muy menor el que yo hacía, ella siempre me decía ‘¿cuándo vas a exponer en una galería?’. Por eso cuando recorría las salas del CCK y veía todo eso, decía cómo le hubiera gustado a la vieja ver todo esto. Ella no entendía de lo que yo trabajaba, eran oficios muy raros para ellos. Alto personaje mi madre, yo escribí una novela sobre ella así que imagínate que es un personaje muy central en mi vida. Está en muchas páginas, la dibujé muchísimas veces y no se daba cuenta. Igual yo la entendí a mi vieja, era esa vieja que yo puse en una viñeta que decía: ‘Hola, mamá, cómo estás. Horrible, cómo voy a estar’. Mamá era eso, pero cuando entendí su vida y la comprendí, me paré en sus zapatos y tenía razón. Salió de la pobreza, se hizo arquitecta, se casó con uno un poco más cheto y la llenó de hijos, le hizo un hijo atrás del otro y nunca pudo trabajar y se quedó siempre limpiando, cocinando y atendiendo niños. Ella sostenía todo desde adentro y era brillante, pero bueno, estaba muy golpeada por todo lo que le había pasado.