Bajar los decibeles. Autoconocerse. Manejar la autoconciencia. Regularse. Dominar las decisiones. Motivarse para lograr metas. Tener mentalidad proactiva y un proyecto de vida. No es una fórmula de couching ontológico, ni de técnicas para management, ni de capacitaciones emprendeduristas: se trata de la educación socioemocional, uno de los ejes principales del Plan Estratégico Buenos Aires Aprende 2024-2027, del Gobierno de la Ciudad, que podría poner en riesgo nada menos que los contenidos de la Educación Sexual Integral (ESI).

“El bienestar socioemocional aparece en la currícula como marco de un programa educativo con recetas vinculadas a la meditación, a la respiración y la visualización, para armonizar el ecosistema escolar. Lo complejo es la superposición de dos paradigmas totalmente diferentes. La ESI no pedagogiza las emociones ni la afectividad, las tramita con una visión integral, colectiva y transformadora, mientras que la educación emocional (EE) es una herramienta individualizante y de disciplinamiento en un contexto social muy brutal”, sostiene la doctora en Educación por la Facultad de Filosofía y Letras (UBA), investigadora y docente universitaria, Paula Fainsod, integrante del Movimiento Federal xmás ESI, que emitió una carta a la docencia argentina, en defensa de la ESI como política pública y “como el marco legítimo para trabajar la afectividad en nuestras aulas”.

Desde su título, “¿Alojar o gestionar las emociones?”, el documento reflexiona sobre las implicancias político-pedagógicas de la educación emocional. “Entendemos que cobra auge porque responde a una subjetividad epocal que promueve el individualismo y la autogestión; ofrece respuestas rápidas y simplificadas en un mundo cada vez más convulsionado; es atractiva por su enfoque pragmático y descontextualizado, y refuerza la idea de la escuela como empresa, alineada con el discurso neoliberal.”

¿Si ése es el tanque educativo de acá a 2027, la ESI pende de un hilo?

--No, el costo político sería enorme. Además, son muchísimas las instituciones educativas que entienden de qué manera la ESI aloja la afectividad. El peligro convivencial de los dos espacios es que llegue a argumentarse que se da ESI, pero en realidad se esté impartiendo educación emocional, fundamentada en el paradigma de la psicología positiva, la inteligencia emocional y el eficientismo pedagógico -advierte Fainsod.

La investigadora señala que las perspectivas de la EE están ligadas a la lógica del “management del poder y del emprendedurismo”, junto con el control y la gestión de las emociones laborales y sociales, “que implican una fuerte exclusión, y estas vertientes están muy presentes en el ámbito empresarial, de gestión y autocontrol. Para que haya un buen clima de trabajo, hay que ser empático y proactivo”.

¿Cuándo entran a jugar estos contenidos en las escuelas?

--En los últimos años, en un contexto de fuerte desborde social por muchas de las cuestiones que atraviesan las escuelas, y sobre todo a partir de la pandemia y de lo que implicó el Aislamiento Social Preventivo Obligatorio (ASPO), que en el marco del encierro desenlazó transformaciones subjetivas de sufrimiento. En un momento social difícil como el que vivimos, aparece el programa de educación emocional, que propone resolver problemas sin un análisis de cuáles son los condicionamientos que hacen que padecimientos y transformaciones subjetivas se presenten en la escuela, y con qué tienen que ver.

Hay algo del mandato de la felicidad del que habla Sara Ahmed.

--Significa gestionar el clima escolar, con la perspectiva específica de hacer agradable lo que denominan el ecosistema escolar. La reforma curricular que se plantea en la formación docente de Ciudad, concibe a lxs educadores como técnicxs administradorxs de ese programa, que se ocupa de que cada quien autogestione sus emociones, lo que no implica pensar qué le pasa al otrx y cómo lx ayudo. Empatizar, en este caso, es que lx otrx no sea un obstáculo para el logro de mis objetivos, por lo que, más que empatizar, es manipulación del otrx. La educación emocional tiene que ver con una perspectiva ahistórica, individualizante, y el peligro es lo culpabilizante, ya que si lx alumnx no se adecúa, el problema es suyo. Aparecen entonces la patologización y la medicalización frente a realidades que se escapan de lo posible de gestionar. No se trata de desconocer la dimensión de las neurociencias ni de la psicología, el problema es el uso que se hace de esto para justificar cuestiones que hacen al sufrimiento social, como si fueran patológicas.

Autogestión y autocontrol lleva a pensar en un disciplinamiento para que banques la que te toque.

--El chico o la chica puede sufrir violencia intrafamiliar, tener dificultades para comer, no poder cargar la sube, pero debe estar bien porque eso posibilita que todxs aprendan y que él o ella pueda salir adelante. Es un arma de disciplinamiento en un escenario socioeconómico tremendo, que interpela fuertemente porque da una receta ilusoria de las cosas que hay que hacer para bajar el malestar en un grupo. Claro que hay cantidad de organizaciones y empresas con programas y enlatados de educación emocional, que venden a estados y gobiernos. Puede ser que mejore el clima emocional si nos ponemos a respirar como en las prácticas de yoga o de meditación, pero si ésa es la estrategia pedagógica para abordar el sufrimiento, estamos en un problema.

En la introducción del documento marco del Programa Buenos Aires aprende, el jefe de Gobierno, Jorge Macri, explica que la política educativa de bienestar socioemocional “busca generar ecosistemas escolares –entendidos como espacios sistemáticos y articulados para el desarrollo de las habilidades socioemocionales– a través de los programas y proyectos de fortalecimiento institucional, que prioricen el bienestar de los y las estudiantes como condición fundamental y necesaria para su aprendizaje en ambientes seguros y confiables”. Como contrapartida, el texto del Movimiento Federal xmás ESI cuestiona las intencionalidades pedagógicas.

“La ESI nos invita a pensar la afectividad desde el paradigma de la convivencia y el respeto por los derechos, mientras que la educación emocional tiende a enfocarse en la regulación, control individual de las emociones, priorizando el control mecanicista por sobre la comprensión de las mismas”, subraya el escrito de la organización, para agregar que parten de diferentes enfoques “porque poseen intencionalidades o sentidos distintos: la EE propone verbos como ´gestionar´, ´controlar´, ´regular´, ´autoobservar´ y ´dominar´. La ESI, en cambio, nos invita a ´dar lugar´, ´escuchar´, ´respetar´, ´alojar´ y ´reflexionar´, abordando las emociones desde paradigmas situados.”

El eje central de la ESI es la perspectiva de géneros, y lee la construcción de afectividades en el marco de las relaciones sociales.

--Pensar la afectividad desde la ESI permite interpelar y cuestionar los mandatos de género, que establecen cuáles son las emociones adecuadas para varones y mujeres; propone respetar la diversidad sexual, alojando las múltiples emociones que generan las diferencias; reflexionar sobre los modelos corporales hegemónicos que influyen sobre nuestras percepciones, y ayuda a ejercer nuestros derechos, en tanto fomenta que se expresen los afectos relacionados con el consentimiento, el maltrato y la construcción de relaciones respetuosas, como plantea el documento.

La Carta a la Docencia Argentina surge en momentos de una disputa de sentidos desde el propio Gobierno y de un fuerte avance de las derechas.

--Es importante que haya surgido del Movimiento Federal xmás ESI, porque registra lo que pasa en las diferentes jurisdicciones del país. El avance de las derechas en cada territorio tiene su particularidad, que se singulariza en lo cotidiano y en las leyes, y en las disputas y las formas que toma lo educativo en un presente ultra fragmentado y de desfinanciamiento de las provincias. En muchos territorios aparecen esos discursos traducidos en proyectos parlamentarios y en la efectivización de leyes amenazantes para la ESI. La derecha en el poder tiene herramientas de construcción de sentidos que mezclan todo y los grupos antiderechos con lobbys en las provincias, se metieron en la educación con infinidad de formas. Ya no van en contra de la ESI, hacen capacitaciones en ESI con otro contenido, y se montan hábilmente en un trabajo de décadas. Estamos dando la batalla cultural para dejar sentado qué es ESI y qué no lo es. La ESI trabaja las afectividades para que cada quien pueda vivir la vida digna que desee, con respeto por lxs otrxs y por los derechos humanos. Esa concepción está en las antípodas de discursos adoctrinantes, que insisten en normativizar y disciplinar las emociones.

Discursos que bajan sobre todo desde el Gobierno nacional, que carga con virulencia sobre los feminismos, las disidencias y la perspectiva de género.

--Judith Butler dice que los gobiernos de derecha ponen en el feminismo la responsabilidad de todos los males. Esos discursos se proponen como neutrales, por fuera de ideología, biologicistas y sustentados científicamente, en oposición a lo que va en contra de la naturaleza como justificante del orden social, o sea la perspectiva de género, los transfeminismos. Es un discurso efectivo que, como dije antes, se intensificó en pandemia y pos pandemia, los caldos de cultivo de una situación de enojo creciente, y el sufrimiento social se tramitó a través del odio hacia aquellos espacios que buscamos vivir más dignamente. Pero también sucedió en una coyuntura que no supimos leer. Hubo cosas que no estábamos viendo y que eran parte del malestar colectivo y de la desigualdad que vivían muchxs. Entre toda esta complejidad, el discurso simplificador de las emociones es un programa que vende una solución preocupante, que también moviliza y pone en alerta a lxs docentes de la Ciudad.

Sin embargo el Ejecutivo porteño se mantiene firme en esta línea.

--Es un momento de disputa. Debemos alcanzar mejores diagnósticos, construidos con lxs docencias, las familias y las instituciones. Es importante ser muy cautas en nuestros diagnósticos, en cómo generar estrategias de diálogo con otros y otras, pero sin perder de vista cuando la ESI se empieza a borrar, desde lo que la ley establece que debe garantizar. Hay que explicitar y dejar claro que gestión del clima escolar y toda su perspectiva van a contrapelo de lo que la ESI plantea, y resguardar esto que costó mucho conseguir y que es un proyecto de justicia sexual y de justicia social. La ESI hace a las instituciones educativas más justas y más dignas. Me genera cierta sospecha que la educación emocional pueda lograr lo mismo.