En 1989, dos días antes del comienzo del invierno, Blues Motel inició su largo trayecto recitalero, en el Anfiteatro de Tigre. De todos los hitos iniciáticos posibles para conmemorar aniversarios en una banda de rock and roll con semejante historia, Gaba Díaz y Adrián Herrera eligieron este. La suma da 35 años, y ambos –que ya estaban entonces- piensan hacer lo mismo que aquella noche: tocar. El día es mañana a las 20. Y ll lugar, Niceto (Niceto Vega 5510). “Queremos que la gente esté al palo. Que podamos generar eso, que nos vuelva y que se retroalimente. Queremos que la pasen 1000 puntos. Hoy todo esto pasa por ahí”, anhelan ambos guitarristas, que pasarán a los hechos junto a Ariel Herrera –otro histórico- al bajo; Sebastián Voyatjides, en teclados; Nacho Piedrabuena, en guitarra y el baterista Pucho Led. “La verdad es que hoy no la estamos pasando bien como país, y la música nos sigue devolviendo un buen momento. Que salten, que bailen, que canten… que se olviden por dos horas de todo lo malo. Va por ahí la motivación”, aseguran.

Primera motivación zanjada, pues. Segunda: mostrar temas nuevos. Entre ellos, uno que se llama “Sirenas”, otro “Mil lunas”, y un tercero titulado “Seguime la corriente”. “Creo que en ellos hemos encontrado una manera de tocar las canciones en las que no hace falta sobregrabar muchas cosas o meter capas de instrumentos. Es algo que podemos llevar tal cual a un show”, destaca Herrera.

El resto del repertorio que Blues Motel descargará en su tercera incursión del año en Niceto es una apretada síntesis de sus trece discos entre aquel Volumen 1, de 1994, y el reciente Por el aire. Sonarán seguro “Dame magia”, “Brujos”, “Ángel”, “Con vos” y “Hojas vacías”, y otros –menos populares- bajo el pretexto de “sacarse las ganas”. “No es un trabajo de oficina, esto. La cuota de disfrute tiene que estar”, ríen ambos. “El rock como música y como actitud ¿no?, porque el rock es algo que se lleva adentro y no va a desaparecer, más allá de lo que la industria musical o lo que sea indique que son otras cosas las que venden en determinado momento”.

-¿Cuáles son claves musicales y humanas sostuvieron a Blues Motel en el tiempo?
Adrián Herrera: .-La clave pasa más por el lado humano, creo. Durante todo este tiempo buscamos tener afinidad con los integrantes que fuimos incorporando en distintos momentos, más allá de cuál fuera su gusto musical o su forma de tocar.

Gabriel Díaz: .-Y esto hace que disfrutemos de estar juntos. De pasar el rato, incluso muchas veces sin tocar o sin ensayar.

De otra forma no se explica que, entre aquel debut preinvernal del epílogo de los ochenta y hoy, hayan pasado no solo trece discos, sino también una profusa experiencia de autogestión que dio como resultado la mayoría de ellos; una entrevista personal con Mick Jagger en camarines, durante la última visita de los Stones al país (la secuencia quedó registrada en el documental Olé, Olé, Olé!: A Trip Across Latin America), y la instalación –y permanencia- de la banda en un imaginario rocanrolero, de la mejor cepa.

-Por el aire, el último disco que grabaron, aún está fresco. ¿Qué huellas está dejando?

G.D.: -Creemos haber encontrado en él una manera de hacer las canciones, de tocarlas y grabarlas que nos gusta. Creo que más que huellas, el disco sienta un precedente para un próximo. Cómo vamos a ir, cómo vamos a encararlo particularmente por lo que contaba en cuanto a que está sólo lo que tiene que estar. No hay cosas de más. No hay instrumentos de más. Es una frase hecha, pero posta que menos es más. Es cierto.
-¿Qué han logrado con él, que no haya estado en discos precedentes?
A.H.: -Básicamente eso. Decir lo que queremos decir con menos cosas y que todo se entienda. Básicamente, que te pongas a escucharlo y que no tengas que descifrar un montón de instrumentos o de arreglos. 
-¿Se espeja en alguno de sus predecesores?

A.H.: -Obviamente tendrá lazos con canciones anteriores, con la manera de tocarlas. O sea, somos nosotros. Tocamos y nos gustan las mismas cosas que con el tiempo obviamente y con el correr de los discos vas mejorando. Pero me parece que el sonido es mejor. Es más claro.

G.D.: .-Aunque siempre la premisa fue hacer algo diferente. Lo digo más claro: yo, personalmente, terminé un disco y ya estoy pensando a ver qué no hice en este para hacerlo en el próximo. Siempre pienso eso. Estoy buscando eso de que podría haberlo hecho mejor. Y obviamente, eso se vuelca en la próxima grabación. Hay que pensar que cuando la gente descubre una canción, nosotros la escuchamos diez mil veces (risas). 

-Las preocupaciones estéticas y conceptuales seguramente no deben ser las mismas que a fines de los 80 y principios de los 90. ¿Qué cuestiones han cambiado en ambos aspectos –en lo musical, y también en lo que intentan transmitir con las letras- y cuáles creen que se mantienen?
-G.D.: -A ver, nunca fuimos una banda que le diera gran importancia a todo eso. Obviamente, cuando empezamos, el tema estético y lo conceptual en cuanto a los diseños, a la ropa, el sonido, los logos y demás tenían que ver, porque siempre nos gustó ese rock de los sesentas, de los setentas, y al principio tratamos de recrear eso. Pero después te vas dando cuenta de que no es lo más importante. Vas puliendo tu identidad y pasa algo similar con las letras. Sos como una esponja. Yo estoy mirando, pero estoy mirando más allá. Y estoy mirando una situación que pasa y estoy pensando cómo puedo volcar eso en una canción. Cómo lo puedo transmitir o cómo lo puedo resignificar.

A.H.: -Y mantenemos obviamente todo lo que absorbimos de toda esa cultura rock, de todo lo que fue, todo lo que es y es algo que nos gusta y que queremos que se mantenga.
-Pregunta a menudo infumable: ¿Qué fue lo mejor y qué lo peor que han atravesado en todos estos años de rock and roll?
A.H: .- (risas) Lo peor... Creo que peor no hay nada. Por ahí cosas de que no hemos estado al 100% muchas veces y que es algo que nos hubiera gustado. Decisiones que por ahí no fueron las mejores, pero ahí vamos a lo mejor, que fue justamente sobreponernos a cualquier palo en la rueda que se nos pusiera, que nos frenara, de la mejor manera. O por lo menos intentarlo. No quedarnos en eso, sino mirar y darle siempre para adelante.