El Gobierno celebra la baja de los dólares financieros, del riesgo país y una disminución de la inflación -aunque sigue en niveles muy elevados- a fuerza de la caída del consumo, la producción y el aumento del desempleo. Los costos del ajuste fiscal y del programa de "estabilización" macroeconómica son insoportables para las mayorías populares y marcan huellas de atraso estructural con el desfinanciamiento de la educación y la investigación científica. Los jubilados son carne de cañón del plan regresivo de Javier Milei y Luis Caputo. Pero el Presidente y el ministro de Economía están de fiesta, con el veranito financiero que les proporciona el blanqueo de capitales de la evasión perenne.

El debate que se abre a partir de esto es si los pasos que va dando el Gobierno están en camino de resolver problemas de fondo que permitirán recuperar -en términos agregados, no individuales, porque quien no come hoy no se recupera comiendo más mañana- las enormes pérdidas causadas en diez meses de gestión o si, por el contrario, llevarán a una crisis más profunda.

En el oficialismo reina la euforia, sin asumir en lo más mínimo la responsabilidad por tanto sufrimiento provocado. Milei y Caputo se autosatisfacen en las redes sociales como lo hacen los poderosos sin escrúpulos.

Sin embargo, los interrogantes sobre la viabilidad del proceso en marcha se multiplican. Tanto en términos de la economía real, es decir, de desarrollo productivo, generación de puestos de trabajo, suba de ingresos y mejora de la calidad de vida de la población, que por ahora solo han retrocedido, como también en el plano cambiario y financiero. 

Porque en este último aspecto, que tiene tan excitados a los funcionarios, asoman riesgos de cataclismos como los que se vivieron en el macrismo o en el final de la convertibilidad en 2001.

Disociación

"Como era de esperar, el blanqueo de capitales generó una suerte de veranito en el sistema financiero, con la caída de la brecha cambiaria y la disminución del riesgo país. La reducción de la tasa de interés de Estados Unidos y el inicio de la moratoria para el pago de Bienes Personales también habrían contribuido a reforzar el achicamiento de la brecha", analiza respecto a esta cuestión la Fundación de Investigaciones para el Desarrollo (FIDE), que dirige la ex presidenta del Banco Central, Mercedes Marcó del Pont.

"Más allá del alivio generado por el ingreso de dólares del blanqueo -advierte-, las condiciones estructurales del sector externo siguen siendo delicadas y el futuro inmediato, desafiante". Esto conlleva el peligro de repetir experiencias que se vivieron en otros gobiernos neoliberales, con la conformación de burbujas especulativas de corto plazo que cuando explotan arrasan con todo.

"Como ya ha ocurrido en otras etapas del pasado no tan lejano, se asiste a una suerte de disociación entre la dinámica de las principales variables financieras y las condiciones estructurales del sector externo. Mientras sube el precio de los bonos y las acciones y cae la brecha cambiaria, el tipo de cambio real continúa apreciándose y el saldo de la cuenta corriente se torna cada vez más deficitario, principalmente por el aumento del pago de importaciones y el sostenimiento del blend exportador", agrega el documento de FIDE.

En resumen, una estabilización con pies de barro, porque lo que marcará si el plan económico se consolida o vuela por los aires es la solidez del frente externo, con un tipo de cambio que no se atrase y genere la disponibilidad de divisas suficiente para los múltiples requerimientos de la economía -pago de importaciones, deudas, viajes al exterior-, mientras se sigue lidiando con el problema de fondo de la economía bimonetaria, con la sociedad que ahorra en dólares y fija precios en esa moneda.

Si no ocurre, si el frente externo trastabilla, la brecha cambiaria, el riesgo país y las cotizaciones de bonos y acciones se arruinarán más rápido y más profundamente de lo que mejoraron, como se ha visto tantas veces.

Blend, atraso y viajes al exterior

En este contexto, se han encendido varias luces de alarma para la estabilización del frente externo. Una de ellas es por la continuidad del dólar "blend" para los exportadores, que les permite liquidar el 20 por ciento de sus envíos al exterior en el mercado alternativo del dólar contado con liquidación. Esa operatoria fue habilitada en el gobierno anterior y sostenida hasta la actualidad para compensar en parte el atraso del tipo de cambio. 

Pero el costo en la actual administración se hizo cada vez más grande y ya equivale a más de 13 mil millones de dólares que el Banco Central no pudo sumar a las reservas. Es un esquema que parece insostenible mucho tiempo más, según alertan al unísono economistas heterodoxos, como los de FIDE, u ortodoxos, como Carlos Melconian o Marina Dal Poggetto. Si el BCRA no suma reservas en cantidad, todo el andamiaje se puede venir en banda. 

Economistas, industriales y ruralistas también apuntan a la cuestión de fondo de la apreciación cambiaria, que agudiza los problemas.

"La apreciación cambiaria continúa resintiendo la rentabilidad de las exportaciones del agro que, pese a la reciente suba de los precios internacionales, se mantiene entre un 10 y un 21 por ciento por debajo del promedio de los últimos 15 años, dependiendo del cultivo", ejemplifica el documento de FIDE. "En septiembre el sector agropecuario liquidó 2480 millones de dólares, valor que, comparado con la sequía de 2023, supone un aumento del 21 por ciento, pero cuando se lo referencia al año 2022, en plena vigencia del dólar soja, se verifica una caída del 69 por ciento en el monto liquidado", refuerza.

Otra cara de la misma moneda es la sangría de divisas por viajes turísticos al exterior. Las escapadas a Chile, Brasil y otros países limítrofes para realizar compras de los más diversos productos es la evidencia más directa del atraso cambiario y el encarecimiento del país en moneda dura.

"El déficit de turismo viene ampliándose aceleradamente", marca FIDE. "Entre diciembre de 2023 y abril de 2024, tal desequilibrio alcanzó los 268 millones de dólares mensuales, nivel que más que se duplicó entre mayo y agosto, promediando 573 millones por mes. Los egresos por viajes al exterior representan más del 50 por ciento de la salida de divisas en concepto de servicios. A modo de referencia, en el año 2017, con un tipo de cambio similar al actual y sin brecha cambiaria, el déficit de turismo orilló los 900 millones de dólares por mes", precisa.

Mientras el Gobierno sigue de fiesta por el blanqueo, que oxigenó el corto plazo, el drenaje de dólares se multiplica de manera estructural.

Importaciones y deuda

"El plano comercial, que fue fundamental para acumular reservas en los primeros meses, jugará un rol contrario en lo que resta del año", indica el informe. Esto es porque el Gobierno tomó medidas para promover las importaciones, amplificando el gasto de dólares que escasean.

"El abaratamiento de las importaciones que supone la combinación de la apreciación cambiaria, la reducción del impuesto PAIS, la baja de aranceles y la mayor liberalización también incidirá inevitablemente sobre la dinámica del sector externo", subraya. "La apertura comercial es una decisión de política económica que, además de favorecer el desplazamiento de producción nacional por oferta importada, con sus impactos negativos sobre las decisiones de inversión y producción de las empresas domésticas, viene a agudizar los problemas de restricción externa, principal condicionante para la estabilización macroeconómica y los espacios de crecimiento futuro", completa.

Con ello, sin fuentes de financiamiento para asumir los compromisos de deuda, crecen las especulaciones sobre una reestructuración favorable al mercado en 2025, que estire los plazos de un programa económico que genera fiestas financieras y burbujas de corto plazo, al tiempo que acumula tensiones y riesgos de estallidos a la vuelta de la esquina.