El pasado jueves, una marcha y un paro docente sacudieron la comunidad educativa de Marcos Paz, luego de que se viralizara un video en el que un grupo de madres golpea a una maestra en la Escuela N° 17 "Maestras Argentinas". El episodio no tardó en copar las portadas de varios medios, que titularon la noticia con frases como “Madres Salvajes” y “Brutal golpiza”. Sin embargo, entre las acusaciones de violencia, los medios mencionaron de manera tangencial lo que parecía ser el verdadero eje del conflicto: las denuncias por maltrato que pesaban sobre la docente. En muchos casos, estas denuncias fueron tratadas con dudas, como meras acusaciones en potencial, o incluso directamente desacreditadas, minimizando la gravedad del asunto. La discusión mediática oscilaba entre preguntas como: "¿Realmente agredió a los chicos?", "¿Los zamarreó?" o "¿Les gritó?".
Ese mismo día, varias de las madres implicadas en el video se presentaron en la puerta del colegio para dar su versión de los hechos. Sin reivindicar la violencia ejercida, explicaron que actuaron impulsadas por la impotencia que sentían ante lo que describieron como un maltrato sistemático por parte de la maestra. Relataron que habían intentado denunciar la situación por las vías formales, sin obtener respuesta. Según estas madres, las quejas por maltrato venían acumulándose desde hacía más de un mes y medio, y sus hijos habían comenzado a rechazar asistir a clases con la docente. Fue otra profesora quien finalmente habilitó un espacio para que los alumnos pudieran expresar lo que estaban viviendo. Los testimonios de los chicos fueron contundentes: la maestra de inglés los maltrataba verbalmente de forma constante, diciéndoles frases como “sos un negro de mierda” y “negros macacos”. En audios que luego circularon, se escuchaba a estudiantes de sexto grado afirmar que la docente les decía “negro black”, y que uno de sus compañeros llegó a ponerse cloro en las manos “para hacerse más blanco”.
Este caso deja en evidencia, una vez más, que el racismo no es un problema "importado" en Argentina, como se intenta hacer creer desde algunos sectores. Las experiencias de discriminación de estos chicos demuestran lo contrario. Pese a esto, muchos periodistas se apresuraron a culpabilizar a las madres, advirtiendo que habían actuado violentamente y que ese era un mal ejemplo para sus hijos. Otros, desde un enfoque punitivista, exigían que la docente fuera sumariada y despedida. Si bien la violencia nunca debe ser el camino para resolver los conflictos, resulta evidente que la falta de respuestas ante las denuncias de racismo en las escuelas es un caldo de cultivo para situaciones de desborde como esta. En un contexto de avance de los discursos de odio, promovidos incluso desde las más altas esferas del gobierno, es urgente un debate serio y acciones concretas contra el racismo institucional.
A la escuela también se acercó el Inspector Distrital, Fabio Ragone, quien anunció que se evaluaría la realización de jornadas de reflexión sobre la violencia. Aunque este tipo de iniciativas son importantes, hasta el momento no se ha mencionado la organización de talleres sobre el racismo que sufrieron los chicos, limitando la respuesta institucional a la viralización del video, sin atender las raíces del conflicto.
Una de las madres, en declaraciones a la prensa frente a la escuela, dijo con orgullo sobre su hijo: “Es morocho como yo, va a ser un morocho hermoso como yo. Es un ‘black’ hermoso”. Sus palabras, lejos de ser una anécdota, reflejan la dignidad de quienes luchan por una infancia libre de violencia y racismo, en un país donde muchas veces se pretende ignorar la existencia del racismo y la desigualdad racial.