Desde Londres
En sus primeros 100 días de gobierno Keir Starmer hizo mucho, casi todo mal. Los escándalos por donaciones y prebendas enchastraron su reputación de incorruptible. El recorte de los subsidios energéticos para el 80 % de la población y el anuncio de ajustes en el gasto social y la inversión pública pusieron fin a sus promesas preelectorales de terminar con 14 años de austeridad conservadora.