Andrea Calamari es doctora en Comunicación por la Universidad Nacional de Rosario, donde es docente e investigadora. Publicó este año el libro Volver para contarlo, una historia literaria del viaje: de Ulises y Marco Polo a la carrera espacial (Editorial Paidós). Allí hay viajes de aventura, de conquista, de peregrinación, de exilio, comercio y placer. Es un libro sobre cómo se contaron los viajes, sobre literatura de esos viajes. No es una historia cronológica, aunque se atraviesan todas las etapas reflexionando acerca del origen del viaje a partir del hombre que salió de la caverna para irse de caza, pasando por La Epopeya de Gilgamesh con los asirios escribiendo la primera crónica de la historia, aunque se trate de una ficción. La autora santafecina arranca analizando el paisaje que tiene más a mano: La Pampa Húmeda. Después y retrocede al antiguo Egipto y la Grecia homérica para saltar a los viajes aeroespaciales y la caminata legendaria del cineasta Werner Herzog por Europa, y textos de Kafka, Kapuscinski, Borges y Gombrowicz.

--En su libro escribe que los primeros homo-sapiens estaban cómodos en la caverna, calentitos y seguros, salían a buscar comida y volvían. Un día, además de las cosas ordinarias, vieron las extraordinarias que les despertaron sensaciones nuevas. Así salieron también para conocer y volvieron para contarlo. Vieron el mundo e intentaron descifrarlo, dibujaron en las paredes, inventaron símbolos y los plasmaron en tablillas de arcilla, papiros y papeles. Crearon el lenguaje y notaron que eran capaces de irse siempre más lejos. La crónica de viaje nace oral en la caverna y en sus paredes, relatada en los dibujos de la cueva Leang Bulu Sipong en la isla de Sulawesi --Indonesia-- donde se ve la secuencia de una caza de hace 44.000 años. Este sería uno de los relatos más antiguos de la historia: no está escrito sino dibujado.

--No solo la crónica, lo que nace es la literatura. Cesar Aira dice que podemos imaginar a los narradores primitivos saliendo de la caverna, quienes no tenían idea sobre cómo se narraba, pero el viaje les dio forma narrativa a sus relatos: implicaban una partida, un recorrido y un regreso. Si uno piensa en los relatos más antiguos, son La Epopeya de Gilgamesh --un texto sumerio--, La Historia del Marinero Náufrago --un relato egipcio-- y La Odisea de Homero. Son relatos de viajes de aventura.

--En las paredes de la caverna nace el simbolismo.

--Exactamente. Hay un relato ficcional de Vicente Batista, quien escenifica a los Neandertales en su cueva saliendo a cazar. Cuando volvían, todos contaban sus hazañas de cacería y uno que no cazó nada, se inventó una historia. Y exageró cosas que le habían pasado. Batista dice “así nació la literatura”, contando una experiencia de viaje pero también mintiendo. La pregunta por la verdad y la mentira es muy nueva para la humanidad: en el pasado no se preguntaban si algo era verdad o mentira. Heródoto en su libro La Historia dice que no va a contar más que lo que ve y lo que escucha. Pero él solo hablaba su dialecto griego: es imposible pensar qué es lo que escuchó; habla de la India y está probado que jamás llegó allí. Heródoto es considerado el primer geógrafo, el primer historiador y el primer periodista. Pensá todo lo que deriva de esto. Heródoto dijo “me voy a limitar a la verdad”. Entonces marcó el destino de tres profesiones. Ryzard Kapuscinski, a fines del siglo XX, escribió sus libros de crónica enamorado de Heródoto y al igual que el inventor de la historia, el polaco fue cuestionado en su labor periodística por las mismas razones: le dijeron que las coloreaba. Lo mismo le sucedió a Bruce Chatwin. Todos los que acusan a esos escritores de mentirosos los están acusando de hacer literatura.

--Heródoto pensó antes que nadie la idea de que hay perspectivas sobre los hechos, los cuales serían relativos según el cristal. Fue un precursor de la antropología. Se dio cuenta de que no tenía forma de saber si lo que le decían era la verdad de los hechos o la verdad de cada quien. O simples construcciones ficcionales interesadas. Y fue el primero que viajó para escribir, uno de los intelectuales más vanguardistas de la historia: se planteó cuestiones inconcebibles en su época. Fue el primero que viajó para contarla.

--Exactamente, con ese objetivo. Los otros volvieron y se pusieron a contarlo. Pero Heródoto viajó para eso. Fue el primer “enviado especial”. Inventó una profesión. Además fue el primero que escribió en prosa: hasta ese momento se escribía en verso. Antes primaba la oralidad y lo de Heródoto era para ser leído. Al no ser el suyo un discurso oral, ¿a quién le estaba contando su Historia? ¡Se la estaba contando a la posteridad!

--La introducción de su libro lo dice hablando de sí mismo: “Heródoto de Halicarnaso va a presentar aquí los frutos de sus investigaciones realizadas para impedir que el tiempo borre la memoria de la historia de la humanidad”. Kapuscinski en su libro Viajes con Heródoto observa eso: “qué osadía la suya, cuán convencido de su misión e importancia tiene que estar un hombre para decir que hace algo de lo que depende la memoria de la historia de la humanidad. ¿Cómo podía saber que existía tal cosa? Su predecesor, Homero, había descrito la historia de una guerra concreta, la de Troya; y luego las aventuras de un viajero solitario, Ulises. Pero ¿de ahí a la historia de la humanidad? Estamos ante una nueva noción, un nuevo horizonte, una nueva manera de pensar”.

--Y vaya si pasó a la posteridad... Si te toca viajar al inframundo, buscalo para contarle lo que pasó con él. Te lo digo en chiste, porque en esta literatura donde los personajes bajan el inframundo, lo que hacen es contarle a los muertos cómo siguió el mundo después de ellos.

--Un siglo después de Heródoto, las aventuras de Alejandro de Macedonia fueron narradas. Es un viaje real y de conquista. Magno fue perspicaz. Quería ser Aquiles, Ulises y Hércules. Y se ocupó de que lo supiera el mundo. Para documentarlo tuvo otra idea inconcebible: se llevó un escriba. Y fue Ulises y Aquiles juntos. Creó el imperio más extenso hasta ese entonces.

--Alejandro es un personaje fascinante. Se lo llevó a Calístenes como cronista, quien tenía mala pluma. Alejandro murió joven. Esa crónica no enganchó a nadie, por más que las historias eran increíbles. Alejandro sí llegó a la India y fue el primer viajero globalizado. Adonde iba, estaba con mujeres, vestía ropa local y abrazaba las costumbres, hacía fiestas, se distraía. Pero mucho tiempo después en la Edad Media, uno que se hizo llamar Pseudo-Calístenes, escribió La Novela de Alejandro, que tiene errores históricos pero es lo que tenemos como “relato histórico” de la vida de Alejandro. Y esta versión fue un éxito. Pero no era el relato del cronista de Alejandro. El hecho es que Alejandro se había llevado un jefe de prensa para construir el relato, la narrativa de él mismo como héroe. Quería ser por sobre todo Aquiles antes que Ulises, porque aquel era el más fuerte. No solo estaba proyectando su vida, sino su posteridad.

--Pero la primera crónica de la historia es mucho más antigua: La Epopeya de Gilgamesh de autor anónimo, escrita hace 3.800 años en Mesopotamia. Es un relato de un viaje ficcional.

--George Smith descifró el código del idioma sumerio en el siglo XIX y alcanzó el éxtasis al darse cuenta que acababa de descubrir una historia en las tablillas de Gilgamesh, porque todas las que había estudiado antes, solo contaban las cosas ordinarias del mundo: cantidad de vacas, cabras y trigo de una comunidad. Eran asientos contables y en medio de ellos, alguien encontró una historia. La Epopeya de Gilgamesh cuenta sobre un tirano en Uruk; la gente lo odiaba; y él decide salir a recorrer el mundo. Pero los dioses lo quieren castigar y le envían a Enkidu para que lo pelee. Pero se hacen amigos y salen juntos a explorar el mundo. De golpe caen en el inframundo y Gilgamesh busca el secreto de la inmortalidad. Ese dúo se toma más atribuciones de las que corresponden a los humanos, irrespetando el espacio de los dioses: desafían su autoridad queriendo llegar más lejos para entrar a lugares vedados a los mortales. Los dioses castigan a Gilgamesh matándole a su amigo Enkidu y ahí es cuando él se cuestiona su propia muerte. Se dice: “si él se murió, yo también podría morir”. Y comienza a buscar la inmortalidad. Encuentra su secreto pero lo pierde: es un héroe que fracasa, no es el típico relato del héroe. Pero de su viaje vuelve más sabio.

--El Libro de los muertos de los faraones muestra un viaje al inframundo en una barca. Además los egipcios tienen su primer relato de viaje: La Historia del Marinero Náufrago.

--Es un papiro encontrado en una biblioteca de San Petersburgo. Es solo un fragmento de la historia de un príncipe que se va de viaje y alguien que lo acompaña, le cuenta una historia de otro viaje en el que hubo un náufrago. Navegan y el acompañante le cuenta un viaje de pesadilla con un naufragio donde los atacan las serpientes. Son esos temores de la humanidad por lo desconocido, por lo que está del otro lado. Casi todos los relatos de la Antigüedad tienen cosas en común: La Biblia, La Epopeya de Gilgamesh y textos egipcios y griegos, reflejan similares episodios en distintos contextos como el diluvio universal y la pelea contra los gigantes. En distintos lugares, sin conocerse entre sí, las inquietudes eran las mismas.

--Una de las formas del viaje es el éxodo y el más célebre es liderado por Moisés, quien no sabemos si existió. Además lo mataron justo antes de llegar a destino.

--A Moisés lo pienso como una especie de guía turístico llevando a todo un pueblo a un lugar a donde él tampoco estaba muy convencido de ir, pero tenía la orden de Dios de conducir a los judíos a la Tierra Prometida, de la cual no se sabía nada. Moisés eligió el camino más difícil que implicaba cruzar el Mar Rojo caminando. La Biblia es el gran best seller histórico.

--Las dos novelas de Homero son relatos de viaje de aventuras acaso inventados en su totalidad, donde incluso el autor sería un personaje de ficción.

--La Ilíada es un relato bélico: diez días de la Guerra de Troya. Y La Odisea sería la secuela, el intento de Ulises por volver a Ítaca después de diez años en Troya. Ese viaje le llevará diez años más, aunque tendría que haber sido muy corto. Tarda tanto porque Poseidón, dios del mar, está enojado. Los dioses griegos eran bastante viscerales y antropomórficos. Poseidón castiga a Ulises rompiendo su nave para que no pueda volver: va de isla en isla. A Ulises lo pienso como un héroe bastante ambiguo y raro para la época; es un tipo dudoso y turbio en sus elecciones éticas y morales. Creo que se debatía entre volver o seguir de joda, porque en cada isla que llega, encuentra algo que le gusta; de hecho tuvo mujer e hijos en distintos lugares, amoríos y aventuras. Se hizo célebre por la riqueza del personaje; en cambio Gilgamesh es un personaje más plano. Además Homero inaugura los ardides de la literatura. Esto es lo impresionante: La Ilíada y La Odisea son absolutamente cinematográficas. Tienen primeros planos y detalles, pasan de una escena de guerra a un héroe cavilando con su carpa sobre qué hacer de su vida. Lo vemos a Aquiles enojado porque le robaron la mujer que le correspondía. Entonces se niega a pelear. Después se pone furioso porque le matan a su amigo Patroclo, que era su amante.

--Son libros con un ritmo propio del cine, hay un montaje de escenas muy visuales. Son humanos heroicos y no dioses. No tienen poderes sobrehumanos sino su valentía, destreza e inteligencia. Adorno y Horkheimer en Dialéctica del Iluminismo ubican en Ulises al origen más remoto de la Ilustración. La Odisea con todos sus ardides que apelan a la inteligencia para sortear obstáculos, sería el primer viaje racional en la historia de la literatura. Tom Cruise como el agente 007 bajando en rappel del Burj Khalifa en Dubái es un Ulises posmoderno. No así Superman que tiene poderes sobrehumanos.

--Exactamente, solo les faltan los aviones, helicópteros y motos a La Ilíada y La Odisea. Misión imposible es eso: un tipo común que se la banca más que los otros. Y eso son Ulises y Aquiles.

--En el Éxodo, Moisés extendió su mano y se abrió el Mar Rojo. Dios le dio poderes sobrenaturales.

--Odiseo es un héroe tan humano que se permite dudar. No está muy convencido de volver a su casa que está en la isla de Ítaca donde no hay nada. Y en su viaje encontró lugares más lindos, a Circe que era una hechicera, y un gigante de un solo ojo como Polifemo al cual engañó con astucia, mintiendo sobre su nombre diciendo que se llamaba “Nadie”. Y les tapó los oídos con cera a los remeros de su barco para no ceder el encantador llamado de las sirenas, mientras él se dio el gusto de oírlo, pero se hizo atar al mástil para resistir la tentación. Fue el único que escuchó a las sirenas porque era muy curioso y muy astuto.

--Era tan indagador que bajó a los infiernos, una constante en esos libros de viajeros.

--Eso mismo pasaría en La Eneida de Virgilio --siglo I a.C.--, la versión romana de la épica. En el inframundo Ulises se encontró con su padre, quien le dijo que volviese a Ítaca. Pero no resultó ser un lugar infernal: allí tuvo la alegría de ver a sus amigos muertos en Troya. Por todo esto Ulises se ha hecho ilustre: la historia es increíble y el personaje es un hombre en el sentido más humano. Es el primer personaje humano de la literatura. Y se hace la gran pregunta de la humanidad. ¿Qué pasa después de esta vida? No puede ser que esto sea todo. La historia de los viajes está llena de ese querer ir más lejos y encontrar lo imposible. Esos viajeros existen hasta hoy, aquellos que buscan como sea romper límites, hacer algo que otro no haya hecho. En el libro cuento la historia de Roald Amundsen, el primero que llegó al polo sur y terminó muriendo en un avión en el polo norte, sobre el que había volado en Zeppelin. Son viajeros que buscan algo que se les escapa todo el tiempo.

--Su libro subraya la historia de Mary Kingsley, otra que se atrevió a lo que nadie: en 1893 se fue de viaje sola al África.

--Fue una señorita inglesa en el más cabal sentido, obligada. Su madre había sido de clase baja y estaba postrada. Su padre era médico --un cruce que casi nunca se daba-- y viajó como médico a las colonias africanas. La hija se quedaba cuidando a la madre. A la vuelta el padre contaba historias y traía mapas. Mary tenía su destino sellado como mujer, limitado a su casa y la ciudad. Pero en un breve lapso murieron sus padres: ella se encontró libre con una pequeña fortuna a disposición.

--Kingsley me remite a Alexandra David Neel, que a sus 55 años se dijo: “debo marchar o marchitarme”. Abandonó al marido y se fue de viaje por años en 1911. Fue la primera mujer occidental en entrar a Tíbet, disfrazada de hombre.

--Mary Kingsley se subió a un barco hacia África en un entorno donde iban solo hombres. Cargó baúles con vestidos y cosas que fueron incomodísimas de llevar. Así atravesó parte del África negra, se metió en poblaciones chiquitas, siempre con sus vestidos largos y sombrilla. Así escaló montañas. Volvió a Londres y causó sensación con su libro Viajes en el oeste de África. En Europa le preguntaban si le tenía miedo a los negros y ella decía que era al revés: era tan extraño ver a una mujer pálida, que ellos le temían a ella. Volvió dos veces más a África, donde murió. Y justo antes pidió a quienes la cuidaban que no mandaran su cuerpo a Londres, porque esa ya era su tierra.

--Kapuscinski cuenta que en las aldeas africanas los niños lo tocaban y se miraban la mano a ver si se habían manchado de blanco. Lo que usted plantea en su libro no es una historia cronológica: su orden es temático. Mary Kingsley viajó cómoda en vapores por las colonias ingleses. Más difícil la tuvo la monja Egeria.

--Ella vivió a comienzos del Imperio Romano en el siglo IV d.C cuando el emperador Constantino había adoptado al cristianismo como religión oficial. Egeria estaba en un convento en Galicia y como monja tenía el privilegio de poder leer y escribir, cosas que las mujeres comunes no hacían. Quizá se metió a monja para no casarse con alguien impuesto. Y un día salió caminando hacia Tierra Santa. Llevó un diario y casi nada más. Su crónica fue descubierta recién en el siglo XIX. Egeria tenía avidez de conocimiento y de haberse casado, no hubiese podido aprender a leer. Estaba obsesionada con La Biblia y quería ver los lugares santos, el Monte Sinaí, las aguas del Mar Rojo y el lugar de la crucifixión. Gracias a Santa Elena de Constantinopla --madre de Constantino-- se habían reacondicionado aquellos escenarios de la vida de Cristo. Elena dijo haber encontrado la Santa Cruz donde lo habrían matado. Y el peregrinaje a Jerusalén era una industria muy importante, junto con el comercio de reliquias santas. Había que ir a ver esas reliquias, los fragmentos de la Santa Cruz, las limaduras de las cadenas de Jesús y hasta el himen de la Virgen María... todas esas cosas se vendían. A Egeria no le atraían tanto las reliquias como los lugares por donde había estado Jesús. Ella registró todo su viaje y no se sabe cómo terminó, porque el relato se corta de repente. Acaso murió en el camino. Escribía a sus compañeras monjas. Llegó a Jerusalén y siguió hacia Siria y Turquía. Ese es el primer libro de viajes escrito en español y el primero por una mujer. Ella aprovechó los cursus publicus del Imperio Romano, un sistema de caminos y postas muy seguro que el Estado les garantizaba a los súbditos. Ahí podían dormir y comer.

--Su libro aborda la llanura de La Pampa Húmeda como territorio literario, que además es el paisaje donde se crio en Santa Fe. ¿Cómo describió la llanura la literatura de viajes? Se la cree un lugar sin paisaje. Los inmigrantes llegaban a Argentina y preguntaban “¿dónde están las montañas? Pero hay una poética que irradia ese “vacío” monótono que irritó a Darwin, el cual está lleno de historias y micro acontecimientos naturales, matices en primer plano.

--El punto de vista de quien vive en la llanura es distinto. En la llanura argentina los pueblos originarios no eran sedentarios. Desde la Patagonia, pasando por la actual Buenos Aires, Santa Fe y Entre Ríos, no había pueblos sedentarizados. Los charrúas y los mocovíes vivían desplazándose buscando comida y agua entre los pastizales. Pero no viajaban.

--El concepto de viaje surge con la sedentarización. En los lenguajes que se hablaban hace miles de años, difícilmente existiese esa palabra: el viaje era el estado natural y permanente. Había que asentarse antes para que surgiese la idea del viaje y tener que asignarle un sustantivo. Así como las hordas de Genghis Khan no diferenciaban la palabra “hombre” de la de “soldado”: todos eran las dos cosas.

--Exacto, aquello era puro desplazamiento. Y la Pampa Húmeda no le interesaba a los indios ni a los españoles. Era un lugar para pasar de largo hacia el océano, o llegar al Perú a conseguir plata. Pero acá no había nada para hacer. Los que se asentaron en este pastizal fue porque no les quedó otra. Aunque luego se descubrió que era una de las tierras más fértiles del mundo. A simple vista La Pampa parece tan chata como el mapa. Para observar la riqueza visual de la llanura tenés que quedarte quieto y hacer un primerísimo primer plano. La panorámica no te dice nada, un plano medio tampoco. Pero a nivel micro comienzan a aparecer los yuyitos, los bichitos; eso aparece en el desplazamiento mínimo: necesitamos acotar esa inmensidad visual. Y no cabe en la llanura la pregunta que siempre mueve a los viajeros: “¿qué hay del otro lado? Porque no hay imagen del otro lado, como sí la hay frente a la montaña.