La ciudad de Rosario tiene muchas particularidades, mitos y verdades entre paréntesis. El libro “Historia de Rosario: 1689 – 1939” de Juan Álvarez es un clásico que el jurista e historiador publicó en 1943 y se considera el primer estudio sistemático que se propuso relatar los orígenes y la evolución de la ciudad con un enfoque social, económico, urbano, cultural y político. En sus páginas cuenta el espíritu que lo guía y los objetivos que se propone. “Desde el Pago de los Arroyos de la época virreinal, pasando por la Villa ´ilustre y fiel´ posterior a la independencia y El Rosario de Santa Fe durante la organización nacional, hasta la pujante y populosa ciudad-puerto de las primeras décadas del siglo XX, la prosa narrativa de Álvarez, indaga en los distintos períodos históricos las claves para comprender el presente”, se expresa a modo de síntesis en la contratapa del libro de 584 páginas. A veinticuatro años de su segunda publicación,  la UNR Editora y Editorial Municipal de Rosario, presentaron la tercera edición de este libro que, ahora, cuenta con prólogo del especialista en historia, docente e investigador Mario Glück.

 

 

En la biografía intelectual, describe Glück sobre Álvarez, pueden distinguirse 3 etapas. “La primera se extiende de 1898 a 1917 y abarca naturalmente instancias formativas, primeros empleos, primeras publicaciones y el ingreso a distintos ámbitos culturales y profesionales. La segunda (1918 – 1930) señala el momento de su consagración en todos los ámbitos, y la tercera (1931 – 1954), la culminación de su carrera judicial e intelectual y su caída como hombre público”.

A la preocupación por la falta de fundación de la ciudad, un relato y una frase llegaría para llenar ese vacío alumbrando una parte y dejando a oscuras la otra historia: “Rosario es hija de su propio esfuerzo”, se dijo y aún se puede llegar a escuchar, esporádicamente, en la voz de algún dirigente en campaña. Esta frase es a la vez una hipótesis y un mito de origen que el autor desarrolla en todo el libro.

En el libro hay verdades que no fueron refutadas por la historia. Muchos de los conceptos que se vierten en este texto de Rosario, en gran medida, siguen siendo aceptados por cierta comunidad historiográfica. Para Glück, la hipótesis central, “el mito con el que trabaja el autor”, entendiendo mito en tanto creencia socialmente aceptada, “es cuando Álvarez expresa que ´Rosario es hija de su propio esfuerzo´.

“Eso, no te digo que fue desmentido, pero sí que fue puesto entre paréntesis. Pensar que únicamente la burguesía local fue la gran hacedora de la ciudad sin ningún tipo de ayuda del Estado no es totalmente así. Álvarez quiere reflejar eso pero el Estado intervino en la época más liberal de la Argentina y fue una intervención muy fuerte para crear las condiciones de crecimiento económico en esta región que está dedicada al trigo y el puerto de Rosario”, comentó Mario Glück en diálogo con Rosario/12.

La referencia puede haber perdido cierta vigencia en la actualidad pero Álvarez escribió “Historia de Rosario” pensando no solamente en tener el dato preciso sino más que nada la posibilidad de preguntarse qué sucedía en la Argentina en ese momento. “El libro fue publicado en el ´43, se supone -siguió el prologuista- que lo terminó de escribir en el ´38 ó ´39, y era un momento en el que el puerto de Rosario estaba en una situación complicada después de la crisis del ´30. La gran pregunta fue ´qué pasó acá, cómo se puede solucionar´. Y él tiene una respuesta que es volver atrás, que el puerto tiene que seguir siendo el eje de la ciudad. Esa es su preocupación”.

De esta forma, la frase “Rosario es hija de su propio esfuerzo” se convertirá en una hipótesis y un mito de origen que el autor desarrollará a lo largo de las páginas. “Como mito, necesita una continuidad temporal que en este caso está dada por una población esencialmente emprendedora y liberal. Así, encuentra ´pioneers´ (término utilizado por Álvarez) que se dedicaban a la agricultura intensiva ya en la época colonial, es decir en la prehistoria de la ciudad. Estos emprendedores son los verdaderos héroes del relato épico de la ´Historia de Rosario´, que lucharon permanentemente a lo largo de la historia contra las limitaciones que les imponían el Estado y los caprichos de la política”, dirá Glück releyendo a Álvarez en el prólogo a la tercera edición.

Con el fin de construir un sentir colectivo que amalgamase las fuerzas de su tiempo, resuena potente cómo los ´emprendedores` de Álvarez son los verdaderos “héroes del relato épico” de su libro y de qué manera ese concepto se vincula especialmente al de mito. “La historia de Rosario es también una historia de emprendedores. Una de sus grandes referencias en el pensamiento argentino era (Juan Bautista) Alberdi quien escribió un libro que es una biografía de Guillermo Wheelwright, el primer empresario que organizó parte de los primeros ferrocarriles en la Argentina. Alberdi decía, provocando, que Wheelwright era mucho más un héroe patrio que cualquier otro militar, a pesar de ser norteamericano. Y de alguna manera Álvarez sigue ese programa e incluye a los emprendedores, la gente que organiza, que trae capital, que arma empresas, también a los emprendedores culturales y educativos”.

La evolución política e ideológica de Juan Álvarez mutó desde el reformismo liberal en sus comienzos hasta el conservadurismo del último tiempo donde las tendencias conservadoras se profundizaron y le llevó a dictar fallos, como juez, en los que, por ejemplo, consideraba que los comunistas debían ser expulsados del país. “En esa etapa de su vida es cada vez más conservador desde el punto de vista social. Está muy preocupado por una posible guerra civil en la Argentina y por el crecimiento del comunismo, dicho como cosa genérica, o de las cuestiones subversivas. Había quedado atrás la etapa en la que se lo consideraba una liberal reformista sensible a la cuestión social y preocupado por eso. En esta etapa él está preocupadísimo, está asustado”, contó Glück.

Álvarez proponía una representación política restringida y en ese sentido se pondría en contra del cogobierno de las universidades, de la elección de autoridades por parte de los analfabetos, y la participación pública de las personas que no fueran de una elite. Aspectos que trazan una paralelismo con autores como Ortega y Gasset cuando escribe “La Rebelión de las Masas”, sobre todo relativo a la moralidad, el liberalismo y el `hombre-masa`. Consultado por sí fuera posible que Álvarez tomara aspectos de aquel filósofo español durante ese período más conservador de su vida, para Mario Glück tal hipótesis “sería muy probable”.

“Ortega y Gasset -continuó el docente e investigador- es un caso particular porque tuvo una posición progresista con respecto a la guerra civil española, estaba con la República. De todos modos no era el único que pensaba así, y Álvarez era un gran lector y lo hacía en varios idiomas. Así que puede ser perfectamente posible que haya leído esa obra o que lo haya sacado de otros. Era un gran lector, sumamente inteligente. Y es eso lo que tiene de valioso este libro. Acá no se trata de que uno coincida con él ideológicamente sino que es alguien que vale la pena leer porque es un observador bastante lúcido de la realidad”.

Retomando dos libros “Las guerras civiles” y “El problema de Buenos Aires en la República Argentina”, en “Historia de Rosario”, Álvarez volverá a plantear su posición federalista haciendo una propuesta para limitar el crecimiento desproporcionado de la Capital Federal y generar un desarrollo más equitativo en todo el país. “La obsesión que lo atraviesa desde que se recibió de abogado, es la cuestión del federalismo, pero no como algo solamente jurídico, sino también económico y político. La preocupación de él -dirá Mario Glück durante la conversación con este medio- es la desproporción que hay entre el crecimiento de Buenos Aires con su puerto y el resto del país. Propondrá un sistema en el cual Buenos Aires no tenga el monopolio de la exportación de materias primas sino que se distribuya entre otros lugares”.

-Comentabas sobre el mito que significaba la creencia, socialmente aceptada, de que “Rosario es hija de su propio esfuerzo”. ¿Existía cierta preocupación por encontrar ese mito en esa época?

-Si. O por lo menos buscar un anclaje, buscar una identidad. En esa época se escribió una novela, una de las primeras que tiene como escenario a Rosario, que es de Mateo Booz, del 38, que se llamó “La ciudad cambió la voz” y ahí cuenta la trayectoria y decadencia de un prototipo de burgués local que, en realidad venía de España, había sido inmigrante, empezó como empleado y terminó siendo un señor muy rico pero que después termina mal. Trata de recorrer esa historia desde lo cotidiano y del mundo de la elite, del mundo empresarial, intelectual. Es una búsqueda, y en ese libro está “la hija de su propio esfuerzo” como idea. También Fausto Hernández escribió una biografía de Rosario y dice que hay que construir un mito de la ciudad. Él busca ese mito en Francisco de Godoy. Es largo de explicar pero está dando vuelta el tema. Bastante tiempo después, en el 50, Ángel Guido escribe una novela horrible desde el punto de vista literario pero muy divertida e interesante por lo que plantea, que se llama “La ciudad del puerto petrificado”. Y el personaje central es alguien que pierde personalidad, tiene varias y no sabe con cual quedarse. Es una cosa rarísima que escribió como ficción. Desde el punto de vista de creación de lo simbólico es la búsqueda de esa identidad. Y hay alguien que también publica en 1943 una novela centrada en Rosario que es Rosa Wernicke. Ella dice: “Acá hay algo más”.

-Hablamos de “Las colinas del hambre” y un señalamiento muy importante sobre esa otra realidad...

 

-Dice varias cosas pero una es: “Acá está extramuro”. Tanto Álvarez como Mateo Booz, piensan en función de lo que en una época se llamaba “intramuros”, hoy sería intra-bulevares, y no hacia afuera. Los sectores populares también están y acá hay pobreza diría la escritora. Y se va al barrio de Ayolas (hoy Bajo Ayolas) que era un chiquero y escribe la novela ahí con dibujos de Julio Vanzo que era su pareja.