Sumergido en el agua, el muerto más hermoso del mundo guardaba en la memoria la historia de los miles de ahogados en el río, ahogados que habían entrado al agua contra su voluntad, que esperaban la vida no la muerte, dormidos minutos antes de ser devorados por el agua. Estaba vivo cuando se enfrentó con lo más horrible e inesperado en Resistencia de Cushamen, en las orillas del río Chubut, no estaba ahí para la muerte, estaba ahí para la vida, para apoyar una acción de protesta, para solidarizarse con las víctimas del proceso de extranjerización de tierras, de una comunidad mapuche que defendía su porcioncita en una pelea muy desigual, constantemente hostigada a causa de su resistencia.
En su memoria los registros indelebles: el grupo de Cushamen, el silencio roto por los gritos de la fuerza de seguridad, el fuego de las gomas y el humo que borraba las formas que se acercaban y los rodeaban.
Sumergido en el río, su cara que viva transparentaba todas sus intenciones, la que llega atenta al mundo sufriente de los postergados y perseguidos de Cushamen, que se hace presente ahí para acompañar, para unirse al reclamo, aparece setentaisiete días después sumergida en el Chubut. A su solidaridad la entienden los que no son indiferentes, los que las situaciones individuales o colectivas de indefensión y dolor los involucra.
Con el acompañante sumado a la protesta, el grupo de Cushamen alerta sobre la inminencia de otro despojo, las tierras que reclaman las defienden desde hace siglos. Sometidos recién en el siglo XIX, en Chile como en Argentina por respectivas campañas militares: "Pacificación de la Araucanía" en Chile, "Conquista del Desierto" en Argentina, los sobrevivientes a los miles y miles de muertos, a la pérdida de enormes extensiones de tierra, fueron desplazados a las "reservaciones". "Los mapuches, por otra parte, no son 'indios chilenos', sino pueblos preexistentes. Esto significa que vivían en estos territorios antes de que existieran los estados y que había mapuches en lo que hoy es Argentina, así como había tehuelches en lo que hoy es Chile. Si bien las últimas décadas la destrucción de sus territorios intensificó las migraciones, también se da un proceso inverso y algunos deciden volver a la tierra. Este proceso de retorno al que suelen referir como "recuperaciones" pone al descubierto el despojo territorial que vivieron sus mayores, así como los métodos fraudulentos y violentos empleados tanto por privados como por el propio Estado". (Mensaje de los investigadores del Conicet, 15 de enero de 2017).
El Censo Nacional de Población de 2.010 rebeló la existencia de más de 205.000 personas que se autorreconocieron mapuches. Una nueva prórroga de la ley 26.094 conseguida hace pocos días en el Congreso suspende los desalojos hasta junio de 2020.
Alrededor de ochenta días después, cuando se repasaba cada momento de su desaparición, volviendo de la historia los miles de desaparecidos que jamás aparecieron, que ahora arrojaban su sombra sobre el río Chubut, sobre los rastrillajes, sobre el agua una y otra vez investigada en el río enmarañado y poco profundo, sobre la voz oficial jugando al gallito ciego señalando destinos disparatados, el joven desaparecido aparece de golpe en el río Chubut.
El joven que estaba vivo en Cushamen aparece muerto y crece: "Apenas si cabía en la cama, pero pensaron que tal vez la facultad de seguir creciendo después de la muerte estaba en la naturaleza de ciertos ahogados" (Gabriel García Márquez). El que estaba vivo y ahora está muerto creció desde el primer momento, con su muerte su nombre también creció: Santiago Maldonado. El nombre crece junto con su cuerpo muerto y se desparrama y sigue por el mundo, es un crecimiento imparable al que acompañan canciones, flores, dibujos, murales, de autores infinitos, lo que estimula tal reacción es el grado de riesgo que tiene hoy una protesta frente a un poder controlador, por eso en tantas lenguas la misma pregunta, urgente, apremiante: ¿Cómo murió Santiago Maldonado?