Todo el mundo recuerda la primera vez que eliminaron su serie favorita. La mía fue Sugar Rush, el drama lésbico adolescente de mediados de los noventa protagonizado por Lenora Crichlow y un Andrew Garfield antes de la gran fama. Cuando se canceló en 2006, supuestamente porque Channel 4 tenía que compensar los 180 millones de libras que había pagado por los derechos de cuatro años más de Gran Hermano, muchos se dejaron ganar por la furia. Pero lamentar el abrupto final de un programa de televisión  tambiés es una especie de moderno rito de iniciación.

Hoy en día, sin embargo, la cancelación de una nueva serie tiende a ser recibida con gritos ilógicos de gente que debería entenderlo mejor. Por ejemplo, Kaos, el giro satírico de Netflix sobre la mitología griega, que se estrenó en agosto. No importa que recibiera críticas muy positivas -y que contara con estrellas como Jeff Goldblum, Janet McTeer y David Thewlis-, esta semana se puso fin al proyecto tras solo una temporada. Como es lógico, sus fans se enojaron. Mucho. "¿Me están tomando el pelo?", preguntaba uno de ellos en un tuit viral. "Esta serie era brillante y terminó con un enorme cliffhanger". Se han lanzado peticiones para rescatarla, mientras que otros se han comprometido a suspender sus suscripciones a Netflix en señal de protesta.

Pero a pesar del ruido, las cifras de audiencia publicadas esta semana también sugieren que muy poca gente estaba viendo realmente Kaos. En su primera semana de emisión se vieron 825 millones de minutos, cifra que se redujo un 52% en la segunda. Compárese con la audiencia de la serie de misterio de Nicole Kidman La pareja perfecta, que se estrenó al mismo tiempo que Kaos: 1.910 millones de minutos vistos en su primera semana, seguidos de 1.970 millones en la segunda. ¿Se entiende?

Hay muchos problemas con este resultado. Kaos era ingeniosa y entrañablemente tonta, con mucho espacio para crecer creativamente. La pareja perfecta estaba llena de malas pelucas, acentos indescifrables y una cantidad inexplicable de Meghan Trainor en la banda sonora. Que lo hiciera significativamente mejor en términos de números es deprimente. Las series pueden salirse con la suya sin que casi nadie las vea -sólo hay que fijarse en Mad Men o Succession, que tuvieron sus problemas de audiencia-, pero necesitan un gran prestigio mediático y una ristra de premios para compensarlo. Kaos no tuvo una gran repercusión en la prensa, más allá de alguna que otra reseña o entrevista, y tampoco parecía que fuera a recibir ningún Emmy. Lo que más necesitaba eran ojos sobre ella.

Fundamentalmente, la cancelación de la serie pone de manifiesto lo poco que suelen traducirse los rumores en Internet en éxito real, y que una base de fans ruidosa, aunque no especialmente amplia, puede enmascarar lo que, en realidad, no es una serie de televisión. Esta confusión puede deberse simplemente al tiempo que se tarda en recopilar datos en la era del streaming. Desde su creación, Netflix ha volcado temporadas enteras de televisión guionada a la vez, acelerando el acto de consumo por parte del espectador. Si una serie se estrena un viernes, lo más probable es que el lunes por la mañana ya hayas visto gran parte de la temporada y hayas decidido si te gusta o no.

Las cifras de audiencia de Netflix, sin embargo, tardan en recopilarse (las de Kaos se publicaron un mes después de que la serie llegara a la plataforma de streaming), lo que deja a las audiencias reales en una especie de burbuja televisiva herméticamente cerrada. Puede que la gente hable de la serie en las redes sociales. Puede que incluso hable de ella con otras personas en la realidad. Pero hay poca sensación de que haya sido bien recibida fuera del propio ámbito.

Esto es algo especialmente exclusivo del streaming. Las cifras de rating de la televisión tradicional llegan un día después de la emisión del programa. Las ventas de discos tardan unos seis días en contabilizarse. Una película se considera un éxito o un fracaso el fin de semana de su estreno. De hecho, la semana pasada, la secuela Joker: Folie à Deux fue declarada -a través de los ingresos diarios de taquilla- dudosa el jueves por la noche, en problemas el viernes por la noche y prácticamente muerta el domingo por la tarde. Con las formas tradicionales de entretenimiento, se sabe rápidamente a qué atenerse.

Pero con una serie como Kaos, todo, excepto los números, se adelanta: la serie se ve con rapidez, se crea una base de fans con rapidez y se anuncia la cancelación con rapidez. Y como la paranoia desquiciada es la respuesta actual por defecto de la sociedad ante cualquier pequeña alteración del status quo -desde los tornados hasta Diddy-, abundan las teorías conspiratorias. ¿No confiaba Netflix en Kaos desde el primer día? ¿Querían cancelarla? ¿No hicieron nada deliberadamente para promocionarla?

Pero no: era porque no la veía suficiente gente. De la misma manera que, para un grupo de ejecutivos de Netflix, es más rentable producir ocho temporadas de un reality show como Vendiendo puestas de sol que una gran extravagancia de ciencia ficción. Y la razón por la que Lonely Planet, la nueva comedia romántica de Laura Dern al estilo de Bajo el sol de la Toscana, no se promociona en mi página de inicio de Netflix es que, demográficamente hablando, uno es un hombre de treinta y tantos años y no una madre de mediana edad. A veces una pipa es sólo una pipa, una elaborada conspiración no está en marcha, y un programa de televisión cancelado es sólo un programa de televisión cancelado. 

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.

La reacción de Charlie Covell

Charlie Covell, creadora de Kaos, publicó un mensaje en la cuenta de Instagram de su productora en el que expresa su angustia por no poder seguir con el proyecto, pero subraya el orgullo que siente por lo que se consiguió con la primera temporada. "No quiero que esta noticia eclipse lo que sí hicimos", señala la showrunner, reconocida por su trabajo en la notable The End of the F***ing World. "Por supuesto que me siento destrozada por no poder hacer más Kaos, pero tengo mucha suerte de haber trabajado con un elenco y un equipo tan excepcional, y tengo mucho orgullo por nuestro programa. Gracias a absolutamente todos los involucrados: fue un esfuerzo de equipo hercúleo y un gran privilegio trabajar con todos ustedes", publicó.

El público, por su parte, también dio a conocer una reacción. La campaña en Change.org para salvar el programa llegó el primer día a las 11 mil firmas: "Estoy harto de que cancelen buenos programas de Netflix; ¿por qué molestarse en ver algo en Netflix cuando simplemente cancelan todo lo que es realmente bueno y te quedás con eterno suspenso?", señala un comentario.