Los bonaerenses son quienes peor califican la gestión presidencial de Javier Milei (4,5) mientras que cordobeses y mendocinos son quienes mejor lo ponderan (6,1). El promedio de calificación del gobierno cayó 30 centésimas, de 5,3 a 5, desde la medición anterior en julio pasado.
Los datos surgen de un reciente informe publicado por la consultora Explanans, bajo el título “Hora clave. ¿Cuánto crédito tiene Milei sin mejorar el bolsillo?”, realizado entre el 4 y el 7 de octubre pasado. Lo más relevante del estudio es el tamaño de la muestra, que asciende a 6154 casos, repartidos entre 25 conglomerados urbanos de todo el país, con un error muestral estimado en 1,21 por ciento.
“En estos días, Javier Milei cumplió 300 días de gestión. La primera conclusión es que la imagen presidencial se mantiene alta pero con notorios indicadores de desgaste”, sostiene el párrafo inicial de las conclusiones, ya que se trata de una serie, que mide las mismas variables cada cien días.
La medición anterior, que data de julio pasado, mostraba todavía, aunque mínimo, un diferencial positivo: 50,7 a 49,3. En esta última, en consonancia con lo expuesto Ad Hoc, Reyes Filadoro, Giacobbe y prácticamente todo el mundo de la consultoría, el diferencial cambió de signo, de positivo a negativo y la diferencia se incrementó. Ahora las calificaciones negativas superan a las positivas por 52,6 a 47,4, con un diferencial negativo superior a cinco puntos.
Otro dato que expresa la polarización es la cantidad de encuestados que calificó al gobierno de manera extrema. El 44 por ciento le puso un 1, el 2,9 le puso un 2 y el 2,4 le puso un 3, de manera que prácticamente la mitad de la muestra lo desaprueba. Como contracara, un 20,8 lo calificó con 10, un 10 lo calificó con 9 y un once le puso 8 puntos. Menos del 10 por ciento puntuó al gobierno con números intermedios, entre 4 y 7. Así, las respuestas indicarían que el grueso de la población acepta el juego de la polarización radical que propone el gobierno libertario.
He aquí un indicador de lo que puede sobrevenir en el corto plazo. Hay un 55 por ciento que firma que "ya fue suficiente ajuste". Entre el 45 restante, hay un 24,5 que cree que "falta un poquito" y un 20,5 que cree que "hace falta mucho más ajuste".
La pregunta clave es cuánto es ese "poquito" que toleraría el 24,5 y qué pasaría una vez que se atraviese ese límite de tolerancia. En esa instancia, el gobierno quedaría con una base de apoyo de tan solo 20 puntos, menos del 30 que parecería conformar su núcleo duro.
Consultados por la universidad, el tema central de la agenda de las últimas semanas y de las siguientes, el 71 por ciento de los consultados entiende que esta debe seguir siendo pública y gratuita.
Entre los bonaerenses, este porcentaje sube hasta 75 y es el más alto en la segmentación geográfica. El alter ego de los bonaerenses son los mendocinos: sólo el 61 por ciento coincide con el statu quo actual y un 37 considera que debería ser pública pero paga.
“Las brechas de género, edad y territorio se sostienen firmes. La fortaleza presidencial sigue teniendo su base activa en el segmento de varones jóvenes y en las provincias de Mendoza y Córdoba”, agrega a continuación.
La lectura conjunta de todos estos elementos arroja como resultado una fuerte polarización por género, edad y región geográfica, variables con las que se segmentan las respuestas y un gobierno que pierde apoyos de manera sostenida.
Ese nivel de detalle permite observar, por ejemplo, que las emociones negativas (preocupación, enojo y angustia) son predominantes en el ánimo del 62 por ciento de la población, porcentaje que entre las mujeres sube al 69.
La diferencia de estados de ánimo es atribuible tanto al cierre de las áreas de género y atención a las víctimas por parte del gobierno nacional y al hecho de que en muchos hogares son todavía las mujeres las que administran los recursos de la economía doméstica, cada vez más dañada por la política oficial de licuadora y motosierra.
Un distrito que parece tomar distancia del oficialismo nacional es la Ciudad de Buenos Aires, donde La Libertad Avanza obtuvo una importante cosecha de votos. Sus registros emocionales son muy similares a los bonaerenses. Los índices de preocupación son de 26,8 y 27,3 respectivamente, de uno y otro lado de la General Paz. Los de angustia, casi calcados, son 23,2 y 23.
La Libertad Avanza, a su vez, parece haberse robado la alegría, que durante muchos años fue la principal arma discursiva del PRO. Según el sondeo, apenas el 2,4 de los bonaerenses y el 2,1 de los porteños manifiestan ese sentimiento ante la actualidad nacional.