No es una sorpresa que la voz de Ken Boothe, pionero y héroe fundacional de la Era Dorada de la música jamaiquina, resulte dulce y amable en el celular. Pero sí lo es que, en poco más de media hora de conversación, un entrevistado encuentre siempre una excusa para ponerse a cantar, tanto un tema suyo, otro por la mención de su contemporáneo Alton Ellis o incluso porque se lo llama desde la Argentina: “Nunca estuve en la Argentina, pero me encanta el nombre: ‘Don Cry For Me Argentinaaa’, canta Boothe, se ríe. Finalmente se dará el gustó: hoy a las 20 se presentará en Niceto, Niceto Vega 5510.
Lejos de las toses y los ronquidos, incluso con una pronunciación curiosamente clara comparado con otros músicos jamaiquinos, la voz de Ken Boothe suena como en sus discos: nítida, grave y sobria. “La voz nunca envejece, pero también tenés que cuidarla. Y también hay que cuidarse de lo que uno dice y cuidar su corazón. La música es información, por eso creo que, tanto a la música como lo periodismo son actividades muy compatibles, ¿no te parece?”, inquiere el cantante.
Las crónicas periodísticas y los libros de historia coinciden en señalar que este hombre, nacido en 1948 empezó su carrera cuando firmó para Studio One, del mítico sello de Clement “Coxsone” Dodd. Apenas un año después se fue de gira al Reino Unido con Alton Ellis (por entonces el otro cantante estelar de la isla), ambos acompañados por los Soul Vendors, que no eran otros que los magníficos (y aún en actividad) miembros de The Skatalites, como el gran Jackie Mitto. Si el estilo de Alton Ellis estaba más cerca del de James Brown, a Boothe –al que alguna vez llamaron “el Wilson Pickett jamaiquino” y que ahora mismo está produciendo un disco de soul clásico que va a dar mucho que hablar, acompañado por algunos exmúsicos de James Brown– se lo conoce también por el seudónimo que le puso Clement “Coxsone’ Dodd: Mr Rocksteady. Pero Boothe había arrancado muchísimo antes: desde fines de los ‘50, su vecino Stranger Cole se había animado a armar con él en el dúo Stranger & Ken. Su éxito fue prácticamente inmediato. “Eramos vecinos y mientras él cantaba en su casa siempre escuchaba que de la casa de al lado alguien le hacía armonías, así que me invitó a su casa, y después empezamos a grabar. Stranger me abrió muchas puertas, pero yo empecé a cantar a los 7 años. Mi mami cantaba, ella era una verdadera rasta: era una persona muy consciente, me hizo saber de Marcus Garvey de niño, además de que cantaba realmente muy bien”.
A su mamá le debe este hombre el oficio, entonces, pero también en gran medida la inspiración en su mayor éxito: fue justamente con “Everything I Own”, una canción escrita por David Gates para su madre que el bueno de Boothe logró trascender internacionalmente. Desde que ese tema llegó al número uno en el ranking del Reino Unido, logró meter una decena de hits como interprete. “Yo no compuse esa canción, pero nunca me cansé de cantarla”, afirma el cantante. “¿Sabías que Gates se la hizo a su madre? La música es un viaje; no siempre tiene porque ser placentero ni fácil el viaje, pero es mejor verlo de ese modo. Yo solo trato de que se conozca a su majestad, Haile Selassie: amo sus enseñanzas”, dice este cantante que, a pesar del carácter melodioso de su repertorio supo grabar la versión más conocida de “It’s Because I’m Black” (compuesta por Sly Johnson y que probablemente interprete en Niceto) y “Black, Orange & Green” (que son los colores de la bandera de Etiopía).
“Este año estuve cantando en Bélgica, en Francia, en Suiza y en Australia, y la gente siempre me entiende. La música no tiene color ni raza, no es ni blanca ni negra, sino que trata sobre todos nosotros: de alma a alma. Yo siempre, desde muy joven, sentí que la música tiene un poder enorme para liberar por un momento la mente de las personas y hacerlos olvidar de sus problemas: por eso trato de tener buenas expresiones, buenos sentimientos. Y por eso me encantan las canciones de amor, porque hablan del hombre y de la mujer. Canto canciones sobre amantes. El hombre es un dios y la música es una diosa. Somos partes del universo y, como te decía antes, la música es información, entonces uno no debería estar brindándole a la gente mala información”.
Esa forma de pensar y ese estilo siempre elegante y melodioso llevaron Boothe a tener que emigrar de Jamaica cuando los ‘80 trajeron nuevos aires y temáticas: el dancehall marcó la escena mundial y fue influencia clave del reggaetón. Hasta que, en 1987, a Boy George se le ocurrió volver a grabar “Everything I Own” en una versión casi calcada de la Boothe para su primer disco solista y la carrera del jamaiquino reverdeció. Lo mismo sucedió con la versión que hizo Shaggy de “The Train Is Coming”, que Boothe había grabado en su momento acompañado nada menos que por The Wailers.
A hora de su primera visita al país, la obra de este magnífico interprete impacta no solo por su calidad sino por su coherencia: “La verdad es que estoy muy contento por ir a conocer la Argentina; sé que ahí nació un revolucionario como el Che Guevara, aunque no es la política lo que me interesa, sino la cultura. Hoy a la mañana hablé con el trompetista Hugo Lobo (su banda lo acompañará en el show). ¡Tengo que componer una canción sobre la Argentina!”. Dicho y hecho: hace apenas un par de días después de esta entrevista, Boothe estuvo en los estudios Afro grabando una canción que le compuso al país para el disco que Hernán Sforzini está produciendo junto a Roots Radics y Sly & Robbie. De Denham Town a Lanús City: la música es información.