Argentina está aislada del mundo y el responsable es el presidente Javier Milei, con su “motosierra”, empecinada en desfinanciar “gastos” que son inversiones. Por primera vez en 62 años ininterrumpidos, el país no tendrá un stand oficial en la Feria Internacional del Libro de Frankfurt, un encuentro clave para la industria editorial porque concentra la mayor parte del negocio de compra y venta de derechos. La 76ª edición de esta Feria, que se realizará del miércoles 16 al domingo 20 de octubre, tendrá a Italia como país Invitado de Honor.

La presencia argentina en Frankfurt, feria que nació en 1949, fue una política estatal a partir de 2010, cuando el país fue Invitado de Honor, en el contexto de las celebraciones del Bicentenario. Entonces viajó una delegación de más de cincuenta narradores, poetas, críticos y ensayistas, encabezada por Griselda Gambaro, María Teresa Andruetto, María Negroni, Osvaldo Bayer, Juan Sasturain, Juan Gelman, Mempo Giardinelli, Claudia Piñeiro, Samanta Schweblin, Martín Kohan, Fabián Casas, Pedro Mairal, Elsa Drucaroff, Ricardo Forster, Guillermo Martínez, Carlos Gamerro, Luisa Valenzuela, Tamara Kamenszain, Leopoldo Brizuela, Ana María Shua, Elvio Gandolfo, María Moreno y Eduardo Sacheri, entre otros.

Las editoriales argentinas siempre estuvieron en Frankfurt en el stand de la Cámara Argentina del Libro (CAL). La Cancillería y la Agencia Argentina de Inversiones y Comercio Internacional financiaban el espacio y difundían la producción editorial a través de diferentes programas y apoyo. La Agencia de Inversiones funcionó dentro de la Cancillería hasta julio, desde entonces pasó a la órbita de la secretaría General de la Presidencia, a cargo de Karina Milei. Al frente de la agencia fue designado el abogado y periodista Diego Sucalesca, quien protagonizó una obra de teatro junto a Javier Milei.

Este año La Libertad Avanza lo hizo: no hubo fondos para el stand ni para que viajaran escritores invitados. No es un tema menor que los escritores no viajen a Frankfurt, como podrían argumentar los cruzados libertarios. Desde hace más de una década, fueron viajando escritoras y escritores argentinos, tanto durante las presidencias kirchneristas como macrista, que participaron en lecturas, paneles y debates, actividades que les permitieron dar a conocer sus trabajos dentro de la Feria como en programas de extensión de universidades alemanas, entre las que se destaca la “Jornada de literatura argentina”, organizada por la argentina Victoria Torres, profesora de la Universidad de Colonia desde 2012, una plataforma en la que los autores argentinos dialogan con estudiantes y académicos acerca de sus obras.

Ante la falta de apoyo del Gobierno nacional, la Cámara Argentina del Libro decidió financiar íntegramente un pequeño stand de apenas 16 metros cuadrados en el que participarán 9 editoriales: Fondo de Cultura Económica, Eudeba, Libros del Zorzal, AZ, Dunken, Del Naranjo, Clacso, Colisión Libros y Tres Olas. En este espacio estará también el desfinanciado Programa Sur de Apoyo a las Traducciones, que busca promover la traducción de obras de autores argentinos para facilitar su edición en lenguas extranjeras. Este año el programa fue reducido drásticamente de 320.000 dólares a menos de 30.000.

Cuando Torres confirmó que no habría delegación oficial en Frankfurt, movió cielo y tierra para organizar alguna actividad autogestionada en la Feria. Se contactó con escritoras y escritores argentinos que están viviendo en Alemania, como Ariel Magnus y Mariana Dimópulos que desde Berlín, donde residen, se pagarán sus pasajes en tren a Franfkurt, lo mismo en el caso de María Negroni, que está desde hace unos meses en Berlín por la Beca DAAD (Servicio Alemán de Intercambio Académico, que en alemán se escribe Deutscher Akademischer Austauschdienst). A ellos se suma Carlos Gamerro, de visita en Alemania, invitado por la Universidad de Colonia. El domingo 20 de octubre a las 16 hora alemana (21 hora argentina) Magnus, Dimópulos, Negroni y Gamerro participarán de “Resistiendo a la realidad”, que tendrá lugar en la Feria del Libro de Frankfuert en el marco del programa “Perspectives on Culture and Politics”, un espacio en donde importantes voces de todo el mundo reflexionan acerca de las cuestiones más acuciantes de la actualidad. “La falta de participación oficial de Argentina obtura muchas de las posibilidades de hacer circular por el mundo el trabajo de numerosos agentes culturales. Lo contrario a lo que alguna vez fue nuestro lema: ‘Argentina, cultura en movimiento”, lamenta Torres al recordar el lema de la participación del país en 2010.

“Las consecuencias de que no habrá representación oficial en Frankfurt se pueden dividir en dos tipos, una de orden práctico, que es que Argentina tiene una tradición en las letras internacionales y eso se debe, entre otras cosas, a la continuidad de la participación en Frankfurt y la visibilidad que eso trae en el mercado internacional del libro, que permite que escritores argentinos sean traducidos y editados en el extranjero y por supuesto eso repercute en la industria nacional”, explica Dimópulos desde Berlín. “La significación simbólica es una intención efectiva de quitarle legitimación a instancias intelectuales que no sirven o que se pueden ver como una potencial amenaza. No se trata entonces sólo de defenderse ante la destrucción de la cultura, como decía Martín Kohan, sino de poner en evidencia que hay una estrategia y que a largo plazo eso significa poner otras ideas en juego. En el fondo lo que hay de por medio es la construcción de un escenario para no darle lugar a ideas valiosas e imponer otras”.

Magnus, también desde Berlín, le aporta un poco de ironía a un asunto bochornoso. “Ni aunque me invitaran participaría de algo vinculado con este gobierno”, afirma el escritor. “Igual creo que deberían venir y me da pena porque no traen ni escritores libertarios, por lo menos, si es que existen, que traigan a los suyos. La cuestión es que hay que estar en Frankfurt; para la industria editorial es re importante y es un escándalo que no estemos”. El escritor revela que cuando el Consulado argentino se enteró de lo que estaba armando a pulmón Victoria Torres, les ofreció a cada uno de los autores 150 euros y “lo rechazamos con muchísimo entusiasmo”, aclara. “No sé cuánta culpa tiene el consulado de la decisión del gobierno. No estar en Frankfurt es una negligencia total y un desprecio absoluto por la cultura. Y no es que no vayan a ningún lado, porque a Davos fueron. No es una cuestión de plata”.

La decisión oficial de dar de baja el financiamiento para la presencia de Argentina no le sorprende a Negroni. “La gravedad y persistencia de las medidas que el actual gobierno viene impulsando desde que asumió, la hacía previsible. Me parece de absoluta necesidad el apoyo oficial a la educación pública y a la cultura en general. La primera ha constituido siempre una herramienta para progresar individual, económica, y socialmente y la segunda --con el prestigio ganado por los y las creadoras en las diversas áreas artísticas-- una de nuestras mejores cartas de presentación en el exterior. Lamento mucho esta situación y espero que pueda revertirse a la brevedad”.

Gamerro subraya que el hecho de que no haya una delegación oficial en Frankfurt es “otra vergüenza” en el “largo prontuario” del gobierno nacional. “Ya no se trata solamente de desinterés o de ninguneo, sino de una política sistemática de destrucción de todo el ámbito cultural en las más diversas manifestaciones, que es algo que no solo se hace solapadamente, sino que se ostenta, y que claramente pertenece al programa internacional de las nuevas derechas, de las cuales Milei forma parte y es un buen alumno que viaja por el mundo (gastando la plata que no gasta en estas actividades culturales) para que le den letra y le digan qué tiene que hacer y decir. Toda esta idea de convertir la cultura, la educación y la investigación científica y tecnológica en una cosa de ‘zurditos’ es programática”, plantea el escritor y agrega que en ese sentido el desmantelamiento del Programa Sur es “coherente” con esta práctica. “El argumento de que están redireccionando las traducciones a otras lenguas y géneros es una mentira. Reducir lo que eran 120 libros traducidos por año a 8 y proponer eso como una ganancia o un refinamiento del programa es una mentira muy burda”, concluye Gamerro.