El país atraviesa una de las crisis sociales y económicas más profundas desde el regreso de la democracia.

Millones de argentinas y argentinos se encuentran en la pobreza o en la indigencia.

Las tarifas de los servicios públicos aumentan permanentemente y se avasallan derechos y conquistas históricas de nuestro movimiento. Cientos de miles de trabajadoras y trabajadores no llegan a fin de mes y otras personas son despedidas por un gobierno que solo piensa en cómo ajustar más a jubiladas y jubilados mientras recorta los presupuestos de salud y educación.

Quienes tenemos responsabilidades de gestión debemos prestar especial atención a las numerosas demandas y necesidades sociales. Hoy más que nunca es el momento para estar junto al pueblo. Nuestra mayor preocupación debe estar centrada en las y los humildes, vulnerables, y en los sectores medios trabajadores y productivos.

Frente a la gravedad de los problemas, nuestra sociedad no tolerará ningún tipo de cuestión que se aparte de esa atención de sus necesidades apremiantes. Cualquier atisbo de discusión “interna” o “partidaria” puede ser interpretada como una enorme falta de sensibilidad social. 

Como decía el general Juan Domingo Perón: “Nuestros adversarios no nos han derrotado, sino que hemos caído víctimas de nuestras propias debilidades internas. O, con mayor rigor de nuestras defecciones, de nuestro aburguesamiento.

Un movimiento político cuyos dirigentes no están dotados de una profunda moral, que no estén persuadidos que esta es una función de sacrificio y no una ganga; que no estén armados de probada abnegación, que no sean hombres humildes y trabajadores; ese movimiento está destinado a morir, a corto o largo plazo. Veo claro que debemos reconstruir nuestro movimiento pero con otra tónica, con otra moral, entonces ahora sólo queda resistir y organizar la vuelta”.

En este sentido, la convocatoria a elecciones internas del Partido Justicialista Nacional debe darse con mecanismos amplios de participación partidaria para que todos los sectores tengan la oportunidad de debatir y participar en el ámbito correspondiente. No es ninguna novedad: el peronismo se encuentra fragmentado y disperso, y una elección interna debe garantizar amplios canales de participación de esa dispersión.

Al margen, también debiera atender las cuestiones básicas de calidad institucional que requiere la sociedad actual: “ficha limpia” para candidatas y candidatos; publicación, transparencia y depuración de padrones (en los que no están compañeras y compañeros que se afiliaron en diversas oportunidades y todavía figuran personas fallecidas); implementación del sistema D´Hondt para la conformación de listas y garantizar la participación plural y equitativa en las juntas electorales y apoderados partidarios, entre otras. Se trata de acuerdos básicos que no admiten discusión en un partido político moderno. 

Normas que, de no cumplirse, transformarían cualquier interna en una especie de simulacro para imponer las posturas de una minoría en detrimento del conjunto. Y, por ende, quien se arrogara la presidencia del Partido Justicialista, carecería de toda legitimidad y representatividad.

Por eso, solicito la postergación de las internas partidarias hasta que las condiciones sociales sean más apropiadas y se adecúen los mecanismos partidarios para una verdadera participación plural, transparente e inclusiva.

Finalmente, una petición a Cristina Fernández de Kirchner.

La hago desde el lugar de haber sido fundador del frente político que la referencia, luego de permanecer en él durante más de 20 años y de no alejarme nunca (ni “medio centímetro”, como sí lo hicieron otras y otros). Después de haber sido dos veces presidenta de la Nación y luego vicepresidenta, ¿qué más le podemos pedir a Cristina?

En esta ocasión, le pido que tenga un gesto de generosidad y permita que el peronismo se renueve totalmente, atendiendo a los nuevos colectivos y las demandas sociales. Necesitamos una renovación total. Así cuando hablemos de “trasvasamiento generacional”, que no sea a “dedo” ni con “lapicera”, sino producto de un verdadero proceso riguroso de formación, capacitación, participación y elección para empoderar a las y los mejores.

Por eso, propongo una necesaria autocrítica que dé lugar a una profunda reflexión de cara a millones de argentinas y argentinos que hace unos meses nos confiaron su voto. Solo así volveremos a ser un movimiento competitivo y una verdadera alternativa a este gobierno para devolverle la felicidad al pueblo argentino.

Cumplo con la obligación de advertir la grave situación del país, a la que no escapa nuestro partido. No voy a mirar para otro lado, ni me haré el distraído. Asumo mis responsabilidades.

La decisión es, en parte, de ella, pero también del conjunto. La historia nos juzgará por igual a todas y todos.