“En Argentina la pérdida anual de ingresos fiscales por las maniobras de las multinacionales asciende a los 21.000 millones de dólares, que son equivalentes al 4,4 por ciento del PIB”, sostiene el economista británico Alex Cobham. La magnitud de los abusos en relación al producto solo es superada por Zambia, Guyana, Chad, Makta, Pakistán, Islas Comoras y Guinea. Las estimaciones realizadas por Tax Justice Network, la ONG especializada en el mundo offshore donde Cobham se desempeña como director ejecutivo, son conservadoras. Durante una entrevista telefónica con PáginaI12, el investigador afirmó que para acabar con los abusos facilitados por el mundo offshore se requieren tres elementos: intercambio automático de información universal que incluya a Estados Unidos, la creación de registros públicos de beneficiarios finales de las empresas offshore y la publicación de informes país por país de las actividades de las multinacionales. “Esas medidas pondrían en jaque a los paraísos fiscales”, asegura el responsable de TJN.
–¿A cuánto ascienden los recursos fiscales que pierden los Estados por las maniobras abusivas de las multinacionales?
–La pérdida global de recursos por el desvío de utilidades que realizan las multinacionales asciende hasta los 500.000 millones de dólares anuales. Determinar el monto del desvío de beneficios para la elusión fiscal no es sencillo porque las compañías multinacionales y sus asesores en las cuatro grandes empresas de asesoría contable saben que si se conoce la magnitud de su éxito crecerá la presión para cambiar su comportamiento y la legislación. Esos son los resultados de estimaciones conservadoras que realizamos en Tax Justice Network con Petr Janský donde también evaluamos el impacto a nivel país.
–¿Cuáles son las cifras para la Argentina?
–En el caso de la Argentina nuestro análisis muestra que la pérdida anual de ingresos fiscales asciende a los 21.000 millones de dólares que son equivalentes al 4,4 por ciento del PIB. La magnitud solo es superada o igualada por Zambia, Guyana, Chad, Lata, Pakistán, Islas Comoras y Guinea. Es una porción enorme de los recursos fiscales que Argentina pierde a manos de los abusos fiscales de las multinacionales y los esquemas montados por sus asesores contables.
–¿Qué herramientas existen para hacer frente a esos abusos?
–Si solo nos enojamos por los abusos de los individuos y las empresas que revelan las megafiltraciones como Panamá Papers o Paradise Papers nos vamos a encontrar en este mismo lugar cuando suceda la próxima filtración dentro de uno o dos años, tenemos que abordar los problemas sistémicos posibilitados por el secreto del mundo offshore. Para hacer frente a los abusos se requiere el intercambio automático de información que sea universal e incluya a Estados Unidos, la creación de registros públicos de beneficiarios finales de las empresas offshore y la publicación de informes país por país de las actividades de las multinacionales. El hecho de que estos temas estén en las distintas agendas del G-20 es un avance pero lo cierto es que todavía no se logró avanzar de manera significativa. Como futuro titular de la presidencia del G-20 el gobierno argentino enfrentará una creciente presión para garantizar que el grupo de países cumpla con lo prometido en materia de lucha contra la evasión y elusión internacional. Sin embargo, para eso hace falta voluntad política.
–¿No le parece improbable que Argentina, uno de los países con menor poder dentro del G-20 cuyo presidente es uno de los cinco mandatarios en funciones que figura en los Panamá Papers, sea el abanderado de acabar con el secreto del mundo offshore?
–Nosotros somos optimistas y creemos que el G-20 está listo para avanzar. Los líderes del grupo son conscientes de que no cumplieron con lo prometido en materia de transparencia del mundo offshore. Es cierto que hubo países más poderosos que cuando estuvieron en la presidencia del G-20 no lo hicieron o como Estados Unidos que se resiste activamente a las medidas para mejorar la transparencia financiera. La ironía de que Macri estuviera en los Panamá Papers y en el mundo offshore no es necesariamente un problema ya que podría utilizar los problemas domésticos que generan esa extendida presencia y mostrarse como el líder de los cambios internacionales. Si la política argentina permiten eso es algo que desconozco. La OCDE y el G-20 no son los únicos espacios donde pueden existir avances. También existen iniciativas importantes en el marco del G-77 y las Naciones Unidas.
–Si a escala local las megafiltraciones muestran cómo se comportan las elites y multinacionales, a nivel global evidenciaron cómo operan los intermediarios, ¿cuál es el rol de esas empresas?
–Las megafiltraciones se concentraron en proveedoras de servicios offshore que nadie conocía antes pero tenemos que empezar a concentrarnos en quién les acerca los negocios a Mossack Fonseca o Appleby. Me refiero a los estudios de abogados, los bancos internacionales y, fundamentalmente, a las cuatro grandes firmas de auditoría y contabilidad. Ellos son quienes impulsan y promocionan estructuras secretas de todo tipo. Al mismo tiempo tienen el poder para incidir sobre las políticas, leyes y regulaciones en materia tributaria y financiera. Están de ambos lados del mostrador. Son los motores del problema sistémico. No son asesores técnicos neutrales sino vendedores que buscan maximizar sus ganancias. Venden secreto y esquemas que minimizan las obligaciones tributarias. No es necesario eliminarlos pero hay que controlarlos.