La muerte del pequeño John causó una enorme tristeza en su familia. De apenas doce años, era un niño alegre, presto a las travesuras, que su madre Mary soportaba con estoica paciencia. Luego, a pocos metros de la morada del pequeño John, falleció el viejo George, hábil carpintero aunque huraño vecino. Casi sin solución de continuidad, los muertos se fueron sumando de a decenas, y dramáticamente de a centenas, hasta alcanzar en el plazo de diez días, el sombrío número de quinientos. Se está consumando, en el Londres de 1854, uno de los brotes más terribles de cólera.

Los casos se concentraban alrededor de la calle Broad. Las causas de la enfermedad y el modo de trasmisión estaban en debate. Según Jaime Cerda y Gonzalo Valdivia en “John Snow, la epidemia de cólera y el nacimiento de la epidemiología moderna”. había dos corrientes relevantes, una la de los llamados “contagionistas” quienes sostenían que el cólera se adquiría por el contacto con el enfermo o sus pertenencias. No ahondaban en las causas, si en la solución al contagio. Proponían medidas sanitarias drásticas, encierro de enfermos en lazaretos, cuarentenas en buques. Otros sostenían la llamada teoría “miasmática”. El eje era que ciertas condiciones atmosféricas, en especial los vientos, transmitían los “miasmas”, vapores tóxicos emitidos por materia en descomposición.

John Snow, quien había obtenido el grado de doctor en medicina por la Universidad de Londres, se había particularmente interesado por las cuestiones respiratorias, así como por el comportamiento físico y químico de los gases, con especial interés en los anestésicos. Snow diseñó un dispositivo de administración de éter que transformó la administración anestésica, tarea hasta allí muy peligrosa.

Snow era uno de los más notorios científicos que rechazaba las teorías sobre el cólera, en particular la teoría miasmática. Su razonamiento era sencillo. Si la trasmisión fuera por aire, los pacientes deberían sufrir síntomas respiratorios, producto de la inhalación de las "miasmas”, y no del carácter diarreico agudo presente en el cólera. Snow tenía otra teoría que lo llevó a una pormenorizada investigación. Corría con una ventaja porque como vecino del área epidémica llamada “Golden Square”, sabía que la mayoría de los residentes extraían agua de la bomba de Broad Street. El propio Snow. en “El Cólera de Golden Square”, nos cuenta que “examinando el área encontré que casi todas las muertes habían ocurrido en las casas cercanas al pozo de la calle Broad… Al revisar las muertes ocurridas en los alrededores del pozo Broad, me informaron que 61 de los que murieron tomaban agua del referido pozo, de una manera constante… La investigación demostró que no hubo aumento u otros casos de cólera en esta parte de Londres, excepto las personas que tenían el habito de tomar agua del pozo mencionado”.

El médico entonces propuso a las autoridades inhabilitar la bomba de Broad Street. Si bien la medida del cierre del pozo no fue bien tomada por los habitantes que se abastecían de ella, por desconocer las causas que vinculaban el agua con la enfermedad. Snow finalmente llegó a la conclusión de que “lo más probable es que el agua del pozo Broad se contaminó con las evacuaciones de enfermos de cólera… no hay otra circunstancia que explique mas ampliamente lo sucedido, aun cuando puedan adoptarse varias hipótesis sobre la naturaleza y causas de la enfermedad”.

Investigaciones posteriores confirmaron que el pozo que suministraba agua a la bomba de Broad Street se había construido a centímetros de una fosa séptica infectada de cólera… En Inglaterra hoy en día, el Estado exige una serie de requisitos a fin de que el agua no se contamine por su cercanía a un pozo ciego. Fue el Estado el que ordenó cerrar en 1854 la bomba de Broad Street, y es el Estado hoy el que impone requisitos.

Este pequeño ejemplo nos permite advertir un rol indelegable que tiene el Estado en la prevención de la salud pública, como también en la educación pública. Hoy el patrimonio de una sociedad está determinado por el desarrollo cognitivo de sus niños, como por la inversión en investigación científica. Advirtiendo lo expuesto, es crucial como debemos pararnos frente al Presidente Javier Milei.

El veto al financiamiento universitario, las amenazas y aprietes al Hospital Bonaparte, como la noventista amenaza de trasladar el sistema de salud a las provincias (que previa y sostenidamente se las desfinancia) son solo una muestra de la crueldad del pensamiento y la acción de Milei. Vayamos primero a revisar lo que el Presidente articula como herramientas “metodológicas” de gobierno. Ahí para entender el veto mileísta, resulta útil revisar el pensamiento de uno de sus economistas de cabecera. Friedrich Von Hayek, en “The Dethronement of Politics”, asevera que “hoy en día los únicos poseedores de poder sin freno de ninguna Ley que los obligue y que son guiados por las necesidades políticas de una maquina voluntariosa, son los así llamados legisladores. Pero esta forma predominante de democracia es en última instancia autodestructiva, porque impone sobre los gobiernos tareas sobre las cuales una opinión acordada por la mayoría no existe ni puede existir. Es necesario restringir estos poderes para proteger a la democracia respecto de si misma”. Cristalino como el agua. 

Aquí la base teórica del veto y la insistencia en los decretos de necesidad y urgencia. En apoyo a Milei, encontramos a quien considera su fuente de inspiración al economista norteamericano Murray Rothbard, quien en su extenso artículo “Anatomía del Estado”, entiende que el Estado “proporciona un canal legal, ordenado y sistemático para la depredación de la propiedad privada”. Partiendo de ese concepto entiende que el Estado es “un problema”. Con pesar advierte que el reinado del Estado impide o lesiona el desarrollo de una sociedad libre. Recordemos que Rothbard, en la “Ética de la Libertad”, sostiene que la propiedad privada es el eje organizacional de la sociedad y todo intento de menoscabarla es un ataque contra la libertad. En el centro del pensamiento de Milei, esta la centralidad del mercado, de lo individual por sobre lo solidario, por sobre el interés público. Por ende, el concepto de Estado es del Estado mínimo. La esencia es la rentabilidad, por ende el sector privado debe responder y abordar todas las áreas económicas y sociales retirando/eliminando al Estado como agente económico y social. El ataque hacia la salud y la educación pública debe comprenderse en este clivaje ideológico. Es mas profundo (aunque lo contiene un tema fiscal), es la consumación de un modelo social, que no admite medias tintas, porque al decir de Huerta de Soto, el Estado es una creación del maligno… por ende hay que destruirlo.

Millones de argentinos todavía no tienen cloacas y agua potable, cuestión mínima en el siglo XXI. Expuestos a la contaminación por el agua que consumen, deben sufrir, sobre todo los niños, serios problemas gastrointestinales. Debería ser una obra pública inexcusable y prioritaria brindarles estos servicios. Sin embargo el parate de la obra pública por no adecuarse, a criterios de rentabilidad, los condena de por vida.

Millones de argentinos que sufren la incertidumbre para llegar a fin de mes, ven cómo la salud y la educación pública son cotos de caza para Milei.

Más temprano que tarde, anhelarán una respuesta política a este desmadre social. Ojalá la oposición real entienda el reclamo, le de forma política y propuesta alternativa. De no hacerlo, es como si la bomba de Broad Street siguiera bombeando agua contaminada.