El Grupo de Curas en Opción por los Pobres (COPP) emitió ayer su vigésima carta, en este caso dirigida “a cuantos quieran leerla”, en la cual hacen una evaluación del primer año gestión de la Alianza Cambiemos. El colectivo, integrado por 150 sacerdotes y diáconos de todo el país que trabajan con sectores populares, sostiene que “el balance que hemos realizado es sumamente negativo y desalentador” porque “el cambio que se prometía sobre la base de mantener lo conseguido, resolviendo errores y problemáticas pendientes, fue una mentira”, dado que “la verdadera intención fue restaurar el modelo económico neoliberal, y la matriz social y cultural de un conservadurismo nocivo y anacrónico que ya conocíamos pero que nos ha sorprendido en su capacidad de ignorar las necesidades de la población que da la sensación de estar de más en su foto”. Y frente al modo de proceder del Gobierno los sacerdotes advierten que “esta película ya la vimos; este modelo ‘no cierra’ sin represión”.

Los curas que “al comenzar este gobierno y constatar el cerco informativo” decidieron “entregar al Pueblo de Dios y a todos los varones y mujeres de buena voluntad una carta periódica que dejara al descubierto la realidad negada por los medios” anunciaron ahora su decisión de discontinuar con estos pronunciamientos entendiendo que se trata de “un ciclo cumplido” si bien “seguiremos del lado del pueblo, que en la historia argentina y latinoamericana siempre ha buscado las formas de superar los ciclos injustos y opresivos como éste”.

En su crítico balance de la gestión encabezada por Mauricio Macri el grupo de sacerdotes católicos sostiene que se trata de “un gobierno sin política, sin historia y sin verdad”, que está generando “la destrucción de la economía y del país”, cuyas decisiones impactan en la vida de los pobres, los trabajadores y el campo popular porque “la salud, el trabajo, la educación han dejado de ser entendidos como derechos y se convierten en áreas de explotación comercial”, apoyados en “la mentira de una justicia independiente” y en un “ambiente persecutorio y de democracia de baja calidad”.

Al señalar las “complicidades” con las que cuenta el gobierno, los COPP apuntan al “sindicalismo de ficción”, a los “multimedios de incomunicación”, a “una amigable oposición parlamentaria” y a “una Iglesia que olvidó el Evangelio”. Advierten también que “los derechos humanos y el proceso de memoria, verdad y justicia (están) en peligro”. 

En su documento los sacerdotes sostienen que a partir de la asunción de Macri “comenzó un proceso implacable, acelerado y sistemático de destrucción operativa y simbólica de todo lo construido en 12 años de gobierno del Frente para la Victoria” mientras se iniciaba “la instalación compulsiva de una matriz económica y cultural conservadora, represiva y autoritaria que convirtió en tierra arrasada muchos logros y reivindicaciones históricas para la masa popular de trabajadores y que una buena parte de los votantes del Gobierno creyeron -porque así se les había dicho- que se iban a mantener”. Dicen también que “ese proceso persecutorio y destructor vino decorado en un envase de frivolidad y alegría, de progresismo pedante, de ‘paz y administración’, de nueva moral y presuntos nuevos aires frente a una ciudadanía que ellos mismos instalaron como ‘agotada de la política’ “. 

Según los COPP,”no había duda que muchos temas de la agenda nacional necesitaban ser abordados, reconfigurados, o estaban pendientes de resolución” pero “arrasar con todo lo construido reveló más un espíritu de revanchismo conservador que de continuidad democrática”. 

A lo anterior, agregan los firmantes del documento, se suma lo que ellos mismos denominan como “el estilo Cambiemos”. Un modo de actuar caracterizado por su “mentalidad conservadora” y expresión de la “anti-política”, que manifiesta un “permanente desprecio por las instituciones democráticas, el Estado, la militancia política, la democracia, la patria, el pueblo, la cultura latinoamericana, la historia y sus próceres, los proyectos colectivos y populares” y que comenzó a “inyectarse en los brevísimos discursos, conferencias o declaraciones del Presidente y sus funcionarios”.

Dentro del mismo “estilo” denuncian también la práctica de la “posverdad” entendida como mentira, porque “este Gobierno ha mentido ya desde antes de asumir, porque hizo todo lo contrario de lo que había afirmado que iba a hacer (...) estafando a sus votantes”. Pero, agregan los curas, “no hay duda que este Gobierno ha sabido -a través de sus sofisticados y onerosos equipos comunicacionales- utilizar con eficacia el poder de la mentira para convencer”. Subrayan que “la hipocresía, el cinismo, la falsedad en el Presidente, ministros y funcionarios son un verdadero maltrato institucional cotidiano al pueblo argentino”.

Más adelante se afirma que la conjunción de “funcionarios incompatibles” por su actuación anterior como CEO’s o gerentes en el sector privado) y de “corrupción estructural” dada la ubicación de estas personas para “manejar las mismas áreas donde trabajaron” o porque se coloca “a procesados por lavado de dinero al frente del organismo que controla el lavado de dinero”, deja en evidencia conflictos de intereses e incompatibilidades. Sin embargo, acotan los curas, “para el Gobierno y sus aliados la corrupción se conjuga exclusivamente en el pasado”, denunciando que “la persecución de presuntos corruptos del pasado es una operación mediática encaminada a dar la impresión de que se combate la corrupción, mientras tanto saquean el Estado quitando regulaciones u otorgando negocios que benefician a privados, amigos, empresas y parientes sin ningún escrúpulo”. En una de sus afirmaciones más categóricas los sacerdotes católicos afirman que “los ministros del gabinete actual son mercaderes del dinero público y lo reparten entre sus amigos”.

En el texto se denuncia también que “los principales multimedios pintan el escenario que más le conviene al relato oficial escondiendo la realidad y forzando los temas de tapas y columnas para que parezca que pasa lo que les conviene que la gente crea que pasa” mientras las redes sociales están “invadidas por equipos de perseguidores (trolls) rentados para desanimar, hostigar, acosar a cuantos piensen u opinen distinto a lo que se quiera imponer”. Se refieren también a “los (ex) periodistas que antes informaban y ahora hacen lo que se les pide que hagan, los que antes querían preguntar y ahora no tienen más preguntas, (y que hoy) están escribiendo las peores páginas de la historia de la comunicación en Argentina”.

Respecto de la economía sintetizan los curas que “todos los datos con los que podríamos pulsar la vitalidad económica están mucho peor que hace un año atrás” dando como resultado un “modelo de hambre y pobreza, de desigualdad y concentración de la riqueza, de desindustrialización y destrucción del empleo, de primarización de la economía y pérdida de la soberanía, de minimización del Estado y absolutización del mercado, de destrucción del consumo y la producción, de endeudamiento desenfrenado para cubrir la fuga de capitales”.

Tras denunciar “la mentira de una justicia independiente” y apoyar su afirmación en una serie de hechos, también en base a situaciones concretas los curas advierten  que “se han multiplicado las intervenciones represivas violentas de las fuerzas de seguridad frente a gente desarmada y frágil”, que “se intenta demonizar la manifestación popular en las calles y criminalizar la protesta social”, que “se ha impedido a la población ocupar legítimamente el espacio público en actos patrios volcando una desmesurada cantidad de efectivos policiales o de Gendarmería para instalar una atmósfera de miedo y pérdida de libertad que no experimentábamos hace muchos años” y que “se han producido confusos ataques a locales de partidos políticos” mientras “se quiere generar una atmósfera de miedo y encierro para avanzar con el saqueo del país”.

En un párrafo destinado a la Iglesia los curas dicen que “no es la primera vez en nuestra historia que muchos sectores del Episcopado parecen más preocupados en no molestar o incomodar a los poderosos que en quedar del lado de los pobres”. Señalan entonces que “si los obispos están más interesados en evitar conflictos sociales, sin preocuparse por las causas que los provocan y de este modo evitar tomar posición a favor de los pobres, esa actitud no nos parece que sea demasiado coherente con la praxis de Jesús de Nazaret ni con los discursos recientes del papa Francisco”. Frente a ello, los COPP afirman que “confiamos en el Dios de la Vida, el Dios de los Pobres que seguramente nos ayudará a abrir los caminos de una democracia más justa e inclusiva”.