Las noticias de la televisión son cada vez un poco más breves (en promedio, de 1 minuto 56 segundos), recurren a menos voces y están cada vez un poco más dedicadas a buscar el impacto o conmover, más allá de la información que brinden o los datos que permitan comprenderlas. La afirmación surge de los datos del “Monitoreo de programas noticiosos de canales de aire de la Ciudad de Buenos Aires” realizado por la Defensoría del Público de Servicios de Comunicación Audiovisual tras relevar 558 horas de noticias emitidas televisivamente. El estudio, que registra también algunos cambios respecto de lo que las producciones noticiosas televisivas habían emitido un año antes, trabajó sobre monitoreos realizados sobre el material televisado en la primera semana de febrero, abril, junio, agosto, octubre y diciembre de 2016. Los resultados fueron presentados ayer con el seminario “Construcción de agenda, representaciones información en los noticieros de la televisión abierta”, realizado en la Universidad Di Tella.
El estudio relevó las noticias emitidas por los noticieros de los canales de televisión abierta, de gestión privada y pública, de la Ciudad de Buenos Aires, y consideró información cuantitativa y cualitativa. “En cada mes de 2016 monitoreado se relevaron los primeros días hábiles continuos de la primera semana completa del mes” y el relevamiento incluyó “todos los programas noticiosos emitidos en las cuatro franjas horarias (mañana, mediodía, noche y medianoche)” por América, Canal 9, Canal 13, Telefe y la Televisión Pública.
De las 17.197 noticias analizadas, el 82 por ciento tuvo una o ninguna fuente, es decir que la información que proveyeron no fue atribuida a ninguna voz o autoridad en particular. El porcentaje, sin embargo, varía de acuerdo con los temas que abordaron las distintas producciones. El 35 por ciento de las 4024 noticias policiales, por ejemplo, “no tiene fuente”, algo que se combina con el hecho de que esas piezas “fueron las que exhibieron una mayor cantidad de vulneraciones de derechos de las audiencias y/o de las personas involucradas”. En tanto, de las 4542 noticias políticas “el 65,7 por ciento presentó al menos una fuente, mientras que el 34,3 por ciento restante no presentó ninguna”. De los canales relevados, “Canal 13 es el que menos sustenta sus noticias políticas con fuentes: el 41,3 por ciento de sus noticias con tópico político no presenta ninguna fuente citada o invocada”, pero el panorama no resulta tan diferente en las otras emisoras. En términos generales, de las fuentes presentadas, “la más mencionada es ‘Poder Ejecutivo’”, seguida por el Poder legislativo, “vecino/ familiar/ testigo” y “medios de comunicación privados nacionales e internacionales”, mientras que “otros actores políticos quedan relegados frente al recurso a estos medios privados, que también están insertos en la arena pública”.
Apenas algo más de la mitad de las noticias (entre el 50 y el 54 por ciento del total) tuvo fuentes, “es decir que entre el 46 y el 50 por ciento de las noticias no tuvo ni una fuente”, un dato que es inversamente proporcional a la cantidad de noticias (“la cantidad de noticias decrece a medida que se suman fuentes”). El estudio detalla que “sólo el 17, 9 por ciento de las noticias que tienen fuentes presentan dos o más”.
En la televisión argentina, las noticias son cada vez con más frecuencia construidas en términos de enfrentamiento y fragmentación (en lugar de, por caso, presentarlas en tanto tramitación de dinámicas sociales), y con una mirada que privilegia el dramatismo antes que la información en contexto. A ello se suma que, mientras que merma la consulta a fuentes, crece el empleo de contenidos generados por usuarios de redes sociales, quizá porque, como señala el estudio, “hoy, para la televisión abierta la noticia es la imagen y no el hecho”. En ese sentido, el relevamiento registró el crecimiento sostenido del uso de videos registrados por cámaras de seguridad “presentadas como fuente de información policial y única fuente”. Al mismo tiempo, “se reforzó la territorialización de la delincuencia en barrios periféricos o villas, asociando la criminalidad (en este caso particular, especialmente el narcotráfico) a la pobreza”. Al mismo tiempo, el estudio plantea una “policialización de la agenda informativa, que se registra tanto por el lugar relevante que ocupan las noticias policiales como por el cruce de lo policial con temas como política, género, niñez y adolescencia”.
Por otro lado, el hecho de que parte de la producción periodística ceda terreno a los contenidos generados por usuarios de redes sociales impacta, también, en términos de pluralidad sobre los temas de agenda. El echar mano de recursos generados por fuera del contexto periodístico facilitó el año pasado, por ejemplo, el crecimiento de noticias sobre casos de violencia institucional ejercida por fuerzas de seguridad, “sobre todo aquellas cuyas imágenes se viralizaron en las redes sociales”. Por ello, señala el Monitoreo, las redes sociales “cada vez adquieren mayor incidencia en las dinámicas de producción de la información”. En paralelo, las redes sirven también como recurso para fidelizar o atraer públicos con la promesa de la participación, algo que no siempre redunda, necesariamente, en beneficio de la información. “El noticiero se hace eco de las denuncias que se viralizaron a través de Twitter y Facebook, entre otras. Se interpela a las audiencias con consignas fomentando su participación a través de las redes. El antiguo espectador se convierte gradualmente en productor de contenido, desdibujando el concepto de fuente de información”, señala el estudio.
En 2016 aumentó la cobertura de la protesta social, con respecto a lo registrado en 2015, “en particular el reclamo de gremios docentes por aumento salarial”, una serie de noticias en las que primó, por otra parte, un fuerte contenido editorial, con conductores y periodistas retando en vivo a dirigentes gremiales, por ejemplo. Las coberturas vinculadas a géneros quedaron reducidas, fundamentalmente, a noticias sobre violencia machista, con poca presencia de cuestiones de la diversidad sexual. “Al reportar sobre femicidios, abundaron los detalles escabrosos que apelaron a la construcción dramática sin enmarcarla en la problemática social de la violencia de género”.
Por otra parte, chicas y chicos fueron noticia pero en tanto estuvieran “involucrados en un suceso policial, ya sea como víctimas o victimarios”. Cuando niñas y niñas fueron victimarios, hubo una “fuerte editorialización de la noticia vinculada al debate social sobre la necesidad o no de bajar la edad de imputabilidad”. En el otro extremo etario, los adultos mayores fueron protagonistas de noticias básicamente en “su rol jubilatorio”, y asociados a “la pasividad y la victimización en hechos policiales”. Las noticias locales construyeron una visión “sesgada y poco deseable sobre la vejez”, algo “muy lejos de lo que se reclama en ámbitos locales e internacionales”.
Finalmente, la escasa presencia de noticias sobre educación dan cuenta, señala el relevamiento, de que “no es un tema de relevancia”. Cuando el campo educativo estuvo tematizado, la cobertura “se limitó, en su mayoría, a reclamos gremiales o a la participación en pruebas internacionales, cuyo resultado puso el foco sobre las implicancias políticas del hecho”.