El navegante y almirante Cristóbal Colon, con sus barcos, llegaba a finales del 1400 a la América profunda, salvaje y brillante. En esa experiencia marítima, como símbolo, pues en el fondo estaba instalado descubrir y saquear tierras y poblaciones desconocidas para el viejo mundo, establecido con ciertas normas de convivencia morales, arbitrarias y civilizadas.

Ese acontecimiento denominado día de la raza. Raza entendida como casta o calidad del origen, tiene solo una mirada sesgada para una porción de la humanidad. Para otros idearios significa el sometimiento y eliminación de los pueblos originarios y sus culturas.

El ataque hacia las universidades públicas de la actual gestión de gobierno, desfinanciando sus ingresos con toda una retórica cimentada en manejos corruptos, es otro eslabón de debate en estos tiempos. Obvio que los fondos públicos deben ser auditados como corresponde, y evaluar su proceso, su eficacia, su inserción como una entidad prestigiosa en el mundo académico y analizar la dinámica de los recursos humanos disponibles para optimizarlos.

El ninguneo hacia la población jubilada, es otra jugada donde se evalúa como una perdida, ante la necesidad obsesiva de mantener el déficit fiscal y contener la inflación, el bienestar de esa población que remite a lo testimonial e histórico del paso del tiempo y sus acontecimientos cambiantes.

Son abordajes de una gestión de autócratas y tecnócratas, que tienen como norte domar la economía, siempre tambaleante en este país bipolar. Sin medir el costo social que está dando zancadas hacia un abismo de precariedad inéditos.

Esa dualidad de equilibrar la economía, que cierren las cuentas, que el dólar se sostenga, que la inflación esté controlada, que el déficit fiscal esté domesticado. Que una mínima porción de la población económicamente pudiente esté cómoda y exultante. Mientras el resto necesitará chalecos de fuerza para no incendiar el país y a sus gobernantes de turno y cómplices políticos, sindicales, religiosos, empresarios y gente de a pie.

Ya no bastan marchas, clases públicas, cacerolazos, debates, reuniones acéfalas donde cada uno mira su bolsillo. Como dijo Carlos el Indio Solari en una entrevista reciente. “Yo creo que las fuerzas populares ya deberían estar en otra presencia, porque nos están cagando en la cara”.

Osvaldo S. Marrochi