Con serias pretensiones triunfalistas, Volodímir Zelenski concluyó recientemente una gira por Estados Unidos y los principales países europeos en busca de apoyo a lo que, de manera grandilocuente, ha bautizado como su “Plan de la Victoria”.
Lo que Zelenski gusta caracterizar como “un camino hacia la paz justa y duradera” hasta el momento habría cosechado mínimos respaldos no sólo desde la Casa Blanca y los candidatos en la próxima elección presidencial estadounidense, sino también desde Francia, Alemania e Italia, con la única excepción del Reino Unido, por estas horas, el principal respaldo político de Ucrania.
Los socios occidentales, en su mayoría, han guardado silencio sobre el plan de los ucranianos. Si bien el Departamento de Estado de Estados Unidos afirmó diplomáticamente que la propuesta incluye “una serie de pasos productivos”, lo cierto es que la mayor parte de los interlocutores no se mostraron interesados en continuar apoyando una estrategia que hasta ahora no ha generado los resultados esperados.
Sin que aún se difundan los pormenores del plan, solo ha trascendido que incluye cinco ejes basados en aspectos militares, diplomáticos y económicos, así como también en la futura reconstrucción posbélica de Ucrania.
Las dos iniciativas más controversiales incluidas en el proyecto se refieren a la reiterada petición para incorporar al país a la OTAN, y al nuevo proceso de rearme de Ucrania y su creciente interés por atacar objetivos rusos.
Aunque el actual secretario general de la OTAN, el neerlandés Mark Rutte, se ha manifestado a favor de la incorporación de Ucrania a la alianza atlántica, lo cierto es que hasta el día de hoy no hay un cronograma establecido. Además, Estados Unidos y Alemania lideran el grupo de las naciones escépticas frente al eventual ingreso de Kiev a la organización.
En lugar de ello, Ucrania está avanzando en un proyecto por firmar 20 acuerdos de seguridad bilaterales con diversos aliados, aunque esta medida no ofrece nada similar a las garantías de seguridad que ofrece la membresía en la OTAN.
Respecto a las transferencias de armas, el pedido de Zelenski se centraría en la utilización de misiles Storm Shadow suministrados por Londres. Pero el interés por atacar objetivos en el interior de Rusia, una medida que Moscú consideraría como una intervención directa del Reino Unido en su territorio, está causando una grieta cada vez más amplia con otras naciones europeas que ya han advertido a Keir Starmer sobre el peligro de una guerra extendida ahora a todo el continente.
Una situación similar es atravesada por la solicitud del mandatario ucraniano para que Berlín entregue misiles Taurus solo que, en este caso, es el propio gobierno de Olaf Scholz el que se niega a efectuar ese traspaso, también ante el temor de que se atente contra objetivos rusos y en medio de una creciente discusión pública en torno a la necesidad de bajar el presupuesto de defensa.
De igual modo, fracasó el reciente intento del gobierno británico para facilitar la transferencia de misiles Storm Shadow y ATACMS procedentes de Estados Unidos, por lo que en este momento la Casa Blanca prefiere retroceder antes que iniciar una ofensiva directa contra Rusia.
Donde sí podría obtener apoyo el gobierno ucraniano es en la inversión occidental en su propia industria armamentística. Empresas de defensa como la alemana Rheinmetall, la noruega Nammo y la sueca Saab ya han acordado programas de producción local de artillería y vehículos blindados. De igual modo, Dinamarca, Canadá y Lituania también están haciendo pedidos directos a empresas militares de Ucrania, lo que alimenta las expectativas por su pronta recuperación económica.
Con un respaldo internacional cada vez más limitado. Zelenski tenía la intención de revelar el “Plan de la Victoria” a sus aliados occidentales el pasado 12 de octubre en la reunión del Grupo de Contacto de Defensa que todos los meses se realiza en la base aérea alemana de Ramstein.
Sin embargo, en esta última ocasión la reunión debió ser suspendida después de que el presidente saliente Joe Biden, cancelara su viaje al extranjero debido al desastre provocado por el paso del huracán Milton en La Florida.
Si bien trascendió que Biden visitará Alemania el 18 de octubre, no se ha fijado una nueva fecha para la cumbre de Ramstein. Sería ésta la señal más clara del sustento decreciente hacia Kiev por parte de la principal potencia global, inmersa además en un proceso electoral cuyo resultado incierto podría cambiar radicalmente el desenvolvimiento de la guerra contra Rusia.
Antes que pensar en el “Plan de la Victoria” de Volodímir Zelenski, y contra la voluntad del mandatario ucraniano, por estas horas varios de los principales aliados occidentales seguramente estén interesados en concluir una guerra que amenaza con expandirse y que sólo ha generado enormes costos económicos y una inmensa tragedia social.