PáginaI12 En Francia
Desde París
Un presidente que inscribe su acción política en la herencia de uno de los grandes filósofos franceses del siglo XX, Paul Ricoeur, libros que respaldan esa teoría y un comité científico que la refuta, el último debate de ideas que condimenta el otoño francés sólo puede existir en un país cuya primera pasión son las ideas. Emmanuel Macron, a través de su entorno, ha buscado defender sus medidas políticas con el argumento según el cual éstas responden a la línea política de Paul Ricoeur. Tres libros, un montón de artículos, una narrativa presidencial dosificada con habilidad y el propio pasado del mandatario respaldan esa singularidad. Macron fue en efecto asistente de Ricoeur cuando el filosofo francés estaba escribiendo uno de sus libros más fundamentales: La Mémoire, l’Histoire, l’Oubli (La memoria, la historia, el olvido). Su proximidad con el filósofo ha influenciado sin duda el propio pensamiento del jefe de Estado. Así lo enuncian los tres libros recientemente publicados: Le philosophe et le président, (El filósofo y El Presidente, François Dosse), Macron, un président philosophe (Macron, un Presidente filósofo, Brice Couturier) y Macron par Ricoeur (Macron Por Ricoeur, Pierre-Olivier Monteil).
En las últimas semanas la carga demostrativa fue tal que molestó al comité científico que tiene a su cargo la gestión de la obra de Ricoeur y compuesto por un selectísimo grupo de filósofos franceses y extranjeros.
El comité (http://www. fondsricoeur. fr/fr/pages/le-communique-du-conseil-scientifique. html) rechazó todos los intentos de recuperación de que es objeto el filósofo desde hace cierto tiempo, tanto los que utilizan el pensamiento de Ricoeur a favor del presidente como en contra. Lo hizo en términos cortantes: “si bien es legítimo recurrir a su pensamiento para analizar la coyuntura política contemporánea, es proporcionalmente discutible servirse de ella para combatir o legitimar medidas tomadas en un contexto histórico del cual, evidentemente, el filósofo no podía tener conocimiento alguno”. El comité deplora que “algunos partidarios de la política llevada a cabo por el gobierno respaldan su aprobación declarando que dicha política es ricoeuriana”. Curiosamente, el mismo Macron fue miembro del comité editorial del fondo Ricoeur, al igual que uno de los autores de los libros, que también escribió la biografía de referencia sobre el filósofo y fue, además, quien descubrió al Emmanuel Macron estudiante y se lo presentó a Ricoeur cuando el pensador francés estaba escribiendo La memoria, la historia, el olvido. Se trata de François Dosse, al autor de El filósofo y El Presidente, uno de los libros cuyo argumento asocia precisamente la política del Jefe de Estado con el pensamiento de Ricoeur. Dosse desarrolla en su ensayo una serie de temas como la identidad, la ética, el tiempo o la política y los pone en relación con los principios macronistas. Según Dosse, la política del presidente esta empapada con el pensamiento de Ricoeur por cuanto ha sabido elaborar un equilibrio entre el mercado y la solidaridad, tanto más cuanto que, escribe, “Macron supo hacer que prevalezca el principio de justicia”. El otro ensayo, Macron, un Presidente filósofo de Brice Couturier rescata las semejanzas entre los escritos de Ricoeur y los discursos de Macron así como ese estilo macronista de la distancia y la certeza de que los tiempos son extensos. En este contexto, Ricoeur hablaba de “un distanciamiento del sentido”. El mismo autor encuentra un paralelismo entre ambos cuando analiza la concepción macronista de la identidad, sea de una persona o de una nación, que nunca es un hecho cerrado sino algo en permanente evolución, una idea a la cual filósofo francés abordó con los conceptos de “identidad narrativa”. Otros artículos publicados en los últimos meses encontraron también líneas entre ambos, sobre todo en lo que atañe los temas como las capacidades de los individuos, la confianza en si mismo, la historia.
El problema es que esta relación presidente- filósofo se aparenta cada vez más a una instrumentalización de Paul Ricoeur que sirve, en parte, para contrarrestar las críticas que recibe Macron, sobre todo ese epíteto que se le colgó al cuello: el presidente de los ricos. Precisamente, los partidarios de la “identidad” ricoeuriana de la política de Emmanuel Macron se sirven del filósofo para impugnar las críticas: nadie que sea heredero de una filosofía como la de Paul Ricoeur puede ser “presidente de los ricos”. Seguramente el jefe de Estado se ha alimentado del filósofo, pero, en lo concreto, sus decisiones en el campo económico están a años luz de Paul Ricoeur. La sociedad que propone Macron en la cual el individuo es el centro nada tiene que ver con la hermosa idea de Ricoeur a propósito de los individuos y sus relaciones con el mundo. Para Ricoeur, el individuo no es un megapoderoso movido únicamente por su capacidad de tener éxito, sino un “sujeto vulnerable”, a la vez necesitado y lucido ante la evidencia de que sin los otros, sin el prójimo, sin la dependencia con los semejantes, no es estrictamente nada. A este respecto, Ricoeur hablaba de un “mutuo endeudamiento eterno”. El concepto está muy alejado de las tesis políticas macronistas. Por otra parte, Ricoeur no era un liberal sino un crítico de este sistema, un miembro de la izquierda no dogmática que asistió a la caída del Muro de Berlín y vio lo que estaba por venir. En 1991 escribió que era urgente emprender una crítica del capitalismo “como sistema de distribución que identifica la totalidad de los bienes como bienes mercantes”. También, Ricoeur identificaba al poder como la “capacidad de acción” y no como un instrumento de “dominación”. EL filosofo Jean-Claude Monod destaca la existencia de puntos comunes entre el presidente y el filósofo, pero también pone límites cuando escribe en el diario Libération: hay que recordar “la diferencia profunda entre el filósofo y el presidente: que yo sepa, Paul Ricoeur nunca negó su pertenencia a la izquierda, ni su adhesión al socialismo. El fundador de En Marcha sí se apartó constantemente de la herencia del socialismo y del movimiento obrero. Durante su campaña, Macron dijo que era `de derecha y de izquierda`. Pero su actual política económica y fiscal lleva más que todo el sello del ex banquero”. Monod concluye su reflexión diciendo que tal vez haya una “parte de Ricoeur en Macron, pero sin el socialismo”. Más allá de la disputa política filosófica, esta ha tenido el mérito de volver a poner en circulación el pensamiento de uno de los filósofos más fundamentales del Siglo XX. Gracias presidente…