Preparado para encarar la travesía, Manuel Peña puede ser señalado como eso a lo que su nombre resuena: un caudillo. Pero no cualquiera. Este líder se embarca en una carrera que se gana a puro carisma, una misión que encara con un arma inmaterial pero aleccionadora: la milicia del pop. En sus filas se enlistan los estribillos cándidos e irreverentes. Nacido en un hospital de Flores, criado en Boedo y residente actual de Caballito, la porteñidad de Broke Carrey es geográfica y emotiva.

La fricción de su campera de cuerpo podría venderse como ASMR de un apriete sindical. Aparece usando una gorra Von Dutch, la marca dosmilera con la que andaban Gwen Stefani o Dennis Rodman, y que luego Charli XCX puso de título en una de sus canciones más adictivas. "Cult Classic, but I Still Pop", y ser pop es algo que a Carrito le queda soñado. Pero a diferencia del mecánico de motos devenido diseñador fashionista, si Carrey agarrara la ruta, se montaría en un Torino rojo, alternando entre las estridencias del reggaeton y los lamentos de la balada más tierna que puedan dar nuestros horizontes.

Hay en Carrito una senda de contrastes y un firme compromiso con no condicionarse. Sin casarse con ningún credo, pero cubierto con una remera de una virgen, capaz de elevar el drama al borde de la tragedia en perlas como la versión acústica de Como vos mientras se indigna por las pocas comedias que tiene MUBI en su catálogo.

Con la soltura para hacer un cover de Sandro pasado de cervezas en un streaming, pero sin perder el foco en los gestos que revisten su carácter artístico, Carrey dice que tiene normalizada la fantasía. No tiene una fecha para su próximo álbum, pero está seguro de la paleta de colores, el diseño de la portada y el nombre que tendrá. Para las dos jornadas de doce horas que duró el rodaje del video de Señales de humo, tuvo que correr media ciudad en zapatos, pero ahora da pasos holgados con unos borcegos marrones.

Broke Carrey habla con una pereza que no contagia la languidez en sus palabras sino que, por el contrario, replica la del alumno introvertido que se sabe todas las respuestas. El volumen que moldean sus ideas quizás pase más por estar descubriendo aún el sentido de ese mismo aprendizaje o, mejor dicho, su efecto. Si hablamos del efecto Carrey, las muestras están impregnadas como aceite de queso en una servilleta de pizzería. Algunas semanas después de esta entrevista, muchas de las frases de su reciente EP Río de la Plata fueron elegidas para cubrir carteles enarbolados en la Marcha Federal Universitaria ("Y yo de ninguno de estos santos soy devoto / Hablan de libertad y la libertad somos nosotros" o "Y me pregunto, cómo quieren que me sienta / Si todo lo que gano me lo sacan con violencia").

Del rap al trap, del trap al reggaeton, del reggaeton al pop, del pop a la bachata, de la bachata a un ensamble de ira. La transición sonora de Broke Carrey expone sus inquietudes a borbotones. Intenciones públicas para propósitos personales. Después de pasar un tiempo sintiendo pudor por esa vieja etapa, ha conseguido amigarse y hasta reírse de la vuelta algorítmica (Lambo Dreams, un tema de 2019 que mezcló, escribió, produjo y grabó solo, se coló entre sus tops de Spotify). De la movida do it yourself se zafó por hartazgo.

"Me costaba encontrar un productor en quién confiar. Buscaba uno versátil y que no esté casado con ningún género, que pudiera hacer realidad todas las ideas locas que tenía, que se me ocurrían desde mi lugar de productor que aprendió jodiendo y nunca quiso profundizar. Quería alejarme del trap, o de lo que se supone que es trap. Empecé a hablar con FERMIN, él me animó a llevar esas canciones a un disco, para lo que conocí a Luis Lamadrid", explica. De a poco, Broke también está volviendo a producir. "Hice Mosaicos, de Odd Mami, y también me metí a componer canciones en algo informal con Quentin", dice. Le está gustando eso de escribir para otros, como en Mentiras piadosas, de Dillom, que lo llamó para el camp de Por cesárea.

Carrey tiene muchas sentencias y una que repite seguido tiene que ver con la modalidad a la hora de ponerse a grabar: "Es la gente la que tiene que estar al servicio de la canción en el estudio, y no al revés. Lo aprendí con Luis. Quizás lo tenía incorporado, pero nunca lo había pensado de esa manera: el único jefe dentro del estudio es la canción, nunca se tiene que poner el ego en el medio. Cualquier persona que está ahí metida tiene voz y voto, el objetivo es llevar la obra al mejor lugar posible, y quizás ese lugar no lo estoy viendo y lo está viendo otro. Se escucha, se prueba, lo desarrollamos, si no nos gusta seguimos para otro lado. Es una filosofía bastante budista la que hay que tener, es aprender a soltar cuando algo no funciona".

Que de todas las posibilidades religiosas use el budismo para describir su postura compositiva dice mucho. Porque el proceso que implicó la producción de su debut Buenos Aires Motel requirió dosis apabullantes de templanza, una espera milenaria que desembocó en uno de los discos más potentes de música argentina de 2023. Carrey se le apareció a Lamadrid con 38 maquetas y ninguna quedó en el resultado. Apenas usaron algunas letras. Y ese entusiasmo hubo que contenerlo, porque en plena batahola creativa, su flamante productor se fue de gira con la Post Mortem Band de Dillom. "En un top tres, la número uno para hacer un disco y hacer arte es la paciencia", resuelve. "Sin eso es muy difícil llegar a un resultado al que estás conforme y, sobre todo, que la pases bien."

Al proyecto BAM aún le faltaba una pata, y ese triángulo fue cordillerano, a partir de la incorporación del chileno Elmalamía: "Él ya venía hablando con Luis y cayó al estudio cuando estábamos haciendo ORGANIKO, fue entrando de a poco. Llegó a meter cositas en BAM, algunas guitarras, en TE KIERO algunos detalles me hicieron dar cuenta de que era una máquina. Su dinámica de laburo es muy contrastante con la de Luis: uno de mente fría y el otro un caos total, y eso logra un equilibrio en el estudio".

  • ¿Qué quisiste hacer con Río de la Plata?
  • Tenía la idea muy cerrada: quería un disco de reggaeton pero que a la vez fuese de música argentina, buscando el sonido de Buenos Aires sin acercarnos al tango, sin usar un bandoneón. Cómo suena Buenos Aires con sintes. Porque quizás algún barrio todavía sí, pero Buenos Aires ya no suena a tango, suena a otra cosa. Nos fuimos a hacer música a San Marcos, Córdoba, a una casa que encontré en medio de la selva. Se cortaba la luz tres horas por día, la semana más calurosa de la historia argentina, hacía 47 grados, no había aire acondicionado, teníamos arañas caminando por la casa, un delirio. El estudio era un cuartito con cuatro ventiladores. Ese clima fue la fórmula perfecta de la demencia para buscar lo que quería hacer. Ahí hicimos LO MISMO QUE MORIR, 0800, CARRITO, la segunda parte de TOKENS y algún que otro tema más. Me acuerdo que nos subimos al micro para volver y con los auriculares puestos nos dimos cuenta que habíamos encontrado el sonido. Lo hicimos casi un año después de haber empezado a trabajar, pero pudimos llevar a la máxima expresión lo que teníamos en mente.

0800, esa canción que recuerda por qué el pop es el lenguaje más fantástico que ha dado la música, fue reinterpretada por el público como un tema romántico. Pero Manuel originalmente tuvo la idea de escribirle a lo que cree estuvo a punto de convertirse en una adicción: el alcohol. ¿Cómo se ahogan las penas en 0800? A sorbos dulces apurados por el encanto de las melodías de Juliana Gattas en coros, sobre una barra mullida, y al calor denso de un neón de propaganda que titila cada vez que el buche y el dolor sincronizan relojes.

La elección de una figura tan central en la historia del pop nacional para un gesto decorativo habla de la atención al detalle y la búsqueda de decisiones icónicas. El nombre lo sugirió Taichu. Y Juliana, que ya había escuchado la música de Carrey, aceptó enseguida. "Es una canción bien pop que demuestra que en Argentina se puede hacer algo mainstream un poco más lindo. Quisimos hacer un reggaeton pero usamos Plantasia de referencia, por ejemplo. Fue hacer un reggaeton pero cute y a la vez estar cantando algo que es oscuro para mí, encontrar ese contraste hermoso."

  • ¿Qué te quedó de la colaboración con Juliana?
  • Fue la primera vez que vi a una profesional con todas las letras, y aprendí lo que es tener oficio. Grabó 35 armonías, 35 melodías alrededor del estribillo, con una voz de puta madre. Nos elogió y quedamos flotando. Hablamos sobre la deserotización de la industria de la música y nos dijo que éramos una bocanada de aire fresco, como una resistencia en un momento en que toda la música está siendo absorbida por el mainstream y los algoritmos. Ahí nace la primera semilla. Después de eso, en chiste le dije a Luis: amigo, somos montoneros, le estamos haciendo la guerra a esta industria de mierda y nos estamos re parando de manos, vamos a sacar un disco increíble.

  • ¿Por qué creés que en este momento, después de un período de miamificación de la música masiva, se está replicando lo nacional?
  • La música siempre funcionó así. Son momentos, procesos, modas, formas de entender la música que van evolucionando en forma de espiral. Retrocedés un poco para volver a avanzar, después retrocedés un poquito más, y siempre estás volviendo al mismo lugar de manera distinta. Yo también me había metido en la lógica del mainstream, y de llevarlo a otro lugar. Estuvo buenísimo y fue super necesario, porque Argentina llegó a lugares a los que no había llegado nunca, con canciones en el puesto uno mundial hechas por un argentino. Pero llegó a un techo eso, estábamos sonando igual que un italiano, que un español, que un portorriqueño, que un chileno, no había ningún tipo de identidad en lo que estábamos haciendo. Y ahí entra la pregunta de qué tanto vale lo que hacemos si no estamos verdaderamente exponiendo lo que significa ser argentino, lo que significa nuestra cultura.

  • ¿Cómo encaraste ese quiebre?
  • Hubo un momento en donde algunos siguieron con la fórmula que les funcionaba y otros empezamos a verla por ese lado, porque tampoco es algo que vaya a durar si estás siendo el ojo de la tormenta pero no estás haciendo nada para que sea perdurable y solo estás escribiendo la moda del momento. Incluso ahora creo que los mismos artistas (algunos) de ese mainstream se están cansado de las fórmulas y están tratando de ir por otro lado, para bien o para mal. Lo importante es que haya una búsqueda. Para mí nos estamos acercando a un momento de la música argentina muy lindo, elijo tener esperanzas.

  • ¿Qué te pasa con la nueva generación de artistas?
  • Todos aprendimos la lección y hay que recibir a los nuevos con los brazos abiertos, cosa que no pasó con nosotros, que nos cagaron a palos. Hay gente con la que pudimos estrechar lazos, pero también sigue habiendo una competencia al pedo. Estoy re contento con los pibes que están saliendo, me parece que cada generación viene más desprejuiciada para la música, cada vez con menos límites, y para mí eso es invaluable. Todavía siento que estamos viendo la superficie de toda la escena de la música que va a parecer, es emocionante.

  • ¿Qué huella creés que dejó el trap argentino?
  • Lo veo evolucionar de alguna manera. Fue lo que necesitaba la música argentina para darse una lavada de cara, antes de que lleguen estos pibes estábamos escuchando las mismas bandas hacía quince años. Si bien rapeábamos todos, los que movilizaron la música fueron los que estaban haciendo freestyle. Me ponía re contento que en Argentina apareciera música distinta, estaba cansado de escuchar la música que me gustaba siempre hecha por extranjeros. Estaba harto del rock, nunca fui una persona rockera y no me da vergüenza decirlo. Escuchaba rap y quería rap hecho en mi país. Y había, pero ninguno podía vivir de la música hasta entonces. Y ellos a partir del freestyle crearon una industria para que eso pudiera pasar.

Entre su debut y esta nueva hendija que abre desde Río de la Plata, Carrito cambia la perspectiva. La caricatura de BAM se borronea, los trazos exagerados se suavizan hacia lo humano. Dejar hacer más al Manuel y pausar -nunca detener- al Broke Carrey. Acompañado por la fantasía desde que tiene memoria, fueron sus propios mundos los que propiciaron la imaginación, como el que rellenaba su cuaderno para inventar superhéroes, personajes a los que le pensaba historias, formas de vestir, pensar. Esas mismas historias que luego consiguió contar en la música.

Foto: Cecilia Salas
  • Naciste en el '97, ¿tenés algún recuerdo del 2001?
  • Uno de los primeros recuerdos de mi vida es hardcore: una mujer cabeceando la puerta de un banco. Me acuerdo de ver bardo en la tele y obviamente no entender nada, ser simplemente un nene. Pero mi vieja en esa época tuvo dos laburos y no tuvimos que sufrir las consecuencias económicas que hubo. Trabajaba de once de la mañana a diez de la noche, pero tenía laburo y ya eso era un montón. Esos recuerdos son de afuera, en casa estaba bien.

Después de la impiadosa sierra, Carrey ajusta el nuevo escenario para lo que se viene. Será tiempo de campo, meseta, contemplar el horizonte, escuchar música y comer asado. A lo Toro y pampa, de Almafuerte.

"Río de la Plata acabó siendo un ensayo de lo que quiero hacer en el nuevo disco; acercarme más a mí, dejar de pensar tanto en la canción en sí y empezar a pensar más en depositar con la menor cantidad de filtros posibles lo que estoy pensando en la hoja. Que sea una conversación. Quiero hacer un festival a beneficio para buscar espacios más colectivos y hacerlo alrededor de lo que estamos haciendo, que es la nueva música popular. También planeo salir a tocar por todo el país, que es algo que no hice por fuera de los festivales y tenemos la banda armadísima para hacerlo. No me importa cuánta gente vaya, quiero estar ahí con ellos, que me conozcan, así se empieza.


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