Alas blancas - 6 puntos
White Bird, Estados Unidos, 2023
Dirección: Marc Forster
Guion: Mark Bomback, basado en la novela de R. J. Palacio
Duración: 120 minutos
Intérpretes: Ariella Glaser, Orlando Scwerdt, Bryce Gheisar, Helen Mirren, Gillian Anderson, Jem Matthews, Ishai Golan, Olivia Ross.
Estreno en salas.
Para hablar de Alas blancas, último trabajo del alemán Marc Forster, hay que remontarse siete años atrás, hasta el estreno de Extraordinario. Protagonizada por Julia Roberts, Owen Wilson y el ex niño estrella Jacob Tremblay, aquella contaba la historia de un nene nacido con severas deformaciones faciales, quien al comenzar la escuela recibía las burlas de varios compañeros. En especial de uno, Julian, quien sobre el final era expulsado del colegio. Ese dato es el disparador de lo que cuenta esta nueva historia, que en términos de etiquetas no sería una secuela en el sentido estricto, sino algo más parecido a un spin-off, aunque esa categoría tampoco se ajusta del todo al vínculo que las une.
Es cierto que durante el primer acto Alas blancas tiene como protagonista a Julian, cuando el ahora adolescente comienza el ciclo lectivo en una nueva escuela en la que no conoce a nadie. Ahí es testigo de una situación parecida a la que él mismo vivió en Extraordinario. Atribulado vuelve a su casa, donde lo recibe su abuela, quien al verlo triste se interesa por saber qué le pasa. Pero cuando el chico dice que está tratando de encajar en su nueva escuela luego de haber dejado la anterior, la abuela le recuerda que no la dejó, sino que fue expulsado, marcando la diferencia entre ambas formas de ver la cosa.
Atenta al enfoque errado con que el chico percibe su propia experiencia, la abuela decide contarle la suya y ahí empieza otra película. Una que retrocede hasta la Francia ocupada por los nazis, donde la anciana es una adolescente, Sara, que asiste al colegio donde comparte clase con Julien, un chico al que la poliomielitis dejó con una pierna rígida. La situación no es muy distinta a la que se narraba en Extraordinario, con la diferencia de que Sara es judía y de repente pasa de ser una chica más a convertirse en blanco de las agresiones de sus compañeros antisemitas. Una forma de llevar la idea de bullying a su versión más monstruosa y subrayar el carácter de lección moral de ambos films.
Los mensajes en el cine nunca son del todo transparentes, por eso cuando se los pone por delante del núcleo dramático de un relato siempre acaban opacándolo un poco. Y tanto Extraordinario como Alas blancas comparten el defecto de permitir que la mano del titiritero se note demasiado. En el caso específico de esta última, hay en su desarrollo una necesidad muy evidente por dejar bien claro a través de diferentes personajes que, para mejor o para peor, las personas nunca son lo que parecen. Si se logra minimizar el efecto que esos detalles intencionados provocan en la narración, la película puede disfrutarse como una historia de amor que combina ternura y tragedia de manera (casi) shakespeariana. Pero conseguirlo demanda de un ejercicio consciente.